Gente corriente

Jesús Salcedo: «Voy, disfruto como un loco y vuelvo más feliz que nadie»

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MAURICIO BERNAL

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A Jesús Salcedo le gusta el golf; le gusta muchísimo. Empezó a jugar hace 20 años y rápidamente lo convirtió en su afición, y en un universo en el que alcanzar hitos se volvió importante: «El sueño de todo golfista es jugar en el Old Course de Saint Andrews; yo lo he hecho dos veces». Salcedo tiene un pequeño negocio de distribución de pilas y baterías en Sant Quirze del Vallès y es más o menos dueño de su tiempo. Tiene que serlo: cuando uno se escapa cada año al Abierto Británico, tiene que serlo. Cada año. Al Abierto Británico. A participar. A la manera Salcedo.

Le fascina el golf, y se las ha arreglado para ser el único español conductor oficial del Abierto Británico.

-¿Cuál es su hándicap? 19. Soy malo, soy muy malo. ¿Qué le voy a hacer? Yo juego al golf porque disfruto.

-Hablemos de esa relación suya con el Abierto Británico. Mire, yo creo que es el mejor torneo del mundo. Y además, es el más antiguo: este año cumple 145 años. Yo siempre quise asistir, conocerlo; simplemente estar ahí.

-Y ahora va cada año, ¿no? Cuénteme cómo llegó hasta aquí. Pues mire, todo empezó el año en que el Abierto de España se jugó en Terrassa. Entonces salió un anuncio diciendo que buscaban gente para trabajar en el torneo. Yo me presenté y tuve la suerte de que me cogieran.

-¿Para qué? De conductor. Yo lo que más quería era estar en contacto con los jugadores: quería ver su forma de vivir, ver adónde iban a cenar, si eran simpáticos o no, conocer la vida que hacían cuando no estaban en el campo, jugando. Por eso quería el trabajo de conductor.

-¿Y? ¿Cómo fue? Genial. Fue una experiencia genial.

-¿Y un día se apuntó al Británico? Digamos que ahí se inició un hobby. A partir de ahí estuve en varios torneos en España, a veces de conductor y a veces haciendo otras cosas, como marshall de campo. Una vez, en Madrid, fui el conductor exclusivo de Luke Donald, que entonces era el número 1 del mundo. Yo estaba feliz. Un tipo amable, sencillo. Pero mi sueño era el Abierto Británico.

-¿Y qué hizo? Pues resulta que una de las empresas organizadoras del Abierto de España también organiza el Británico, y yo a la chica le decía que me encantaría ir allí, que me encantaría trabajar allí. Hasta que me dijo un día: «Bueno, deja, lo hablo con mi jefe».

-¿Fue fácil? Empecé con un trabajo basura, controlando el acceso en la puerta. Eso fue en el 2010. Al año siguiente ya era conductor de vips, y en el 2012, de jugadores. Para mí era el summum, lo máximo. Ese abierto lo juegan los mejores y tú estás con los mejores.

-¿Cómo es una jornada allí? Bueno, hay tres turnos, mañana, mediodía y tarde. Como el contrato incluye entradas, una parte del tiempo libre lo paso viendo el torneo. Pero siempre me llevo mis palos, y también me dedico a jugar.

-¿Con quién? Con los otros conductores.

-¿Siempre son los mismos? Siempre. Nadie se mueve de ahí. Piense que hay gente que pagaría por hacer ese trabajo. Yo pagaría. Por suerte es al revés. ¿Y sabe qué? Soy el único español del grupo.

-¿Ah, sí? ¿Cómo es posible? ¡No será por mi inglés, se lo aseguro! No es que no lo hable, claro que sí, es condición hablarlo, pero reconozco que tengo un nivel limitadísimo. Sobre todo el inglés de los norteamericanos, ese me cuesta una barbaridad. Me verán la cara graciosa, yo qué sé.

-Lo que se dice un sueño cumplido. Esos 15 días para mí son sagrados. Voy, disfruto como un loco y vuelvo más contento que nadie.