COOPERACIÓN EN EL MEDITERRÁNEO

El AMB siembra inclusión social

El ente metropolitano participa en un proyecto de horticultura urbana dirigida a personas vulnerables

Un huerto urbano del área metropolitana de Barcelona.

Un huerto urbano del área metropolitana de Barcelona.

LUIS BENAVIDES

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El Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) forma parte del proyecto de cooperación internacional Sidig-Med, impulsado a finales del 2013 y cuyo objetivo principal es el desarrollo de comunidades locales con personas en riesgo de exclusión social a través de la agricultura urbana.

El ente metropolitano aporta su larga experiencia en la creación y gestión de espacios urbanos y periurbanos (entre municipios), al tiempo que absorberá nuevas ideas de las estrategias en Al-Salga (Jordania), Mahdia (Túnez) y Roma (Italia).

El éxito del Sidig-Med, acrónimo del larguísimo Social and Intercultural Dialogue through Governance for Local Development: Mediterranean Urban and Periurban Agriculture, dependerá del intercambio internacional de experiencias entre las cuatro ciudades participantes pero sobre todo en la cooperación interna. En cada país, la cooperación se dará con sus propias particularidades. «El proyecto en el AMB supondrá la construcción de huertos públicos en la comarca del Baix Llobregat y tendrán un triple objetivo: ordenará y dignificará las zonas entre la ciudad y la periferia, introducirá técnicas de alta eficiencia en el uso del agua y energía, e incidirá en grupos con riesgo de exclusión social», cuenta Antoni Farrero, coordinador de infraestructuras del AMB. «Las parcelas probablemente sumarán media hectárea y podría dar servicio a unos 30 o 40 usuarios en rotación, una vez hayan adquirido ciertos conocimientos y habilidades», añade Farrero.

La idea de organizar un proyecto de cooperación basado en la agricultura urbana surge como respuesta a un fenómeno cada vez más tangible y extendido como es la pobreza.

«La pobreza es una preocupación común en todo el Mediterráneo, relacionado con el sur y este pero cada vez más presente en el oeste debido a la crisis. Pensamos que los huertos urbanos hasta ahora lúdicos podían ser una muy buena herramienta para ayudar a las personas en riesgo de exclusión social», explica Farrero, quien prefiere denominar estos nuevos espacios de agricultura orgánica como «huertos sociales» para remarcar su componente humano e intercultural.

Aunque cada ciudad desarrollará su proyecto de horticultura según su idiosincrasia y necesidades, las cuatro ciudades adoptarán conceptos de agricultura orgánica con una huella ecológica mínima. Así, estos nuevos huertos contarán con sistemas de riego energéticamente eficientes y placas fotovoltaicas para producir energía eléctrica para sus instalaciones. El reciclaje también jugará un papel fundamental: se regará con agua regenerada y el compostaje enriquecerá el terreno.

El presupuesto del proyecto, financiado en el 90% por la Comunidad Europea, asciende a 1.998.646 euros.