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"Soy un alicaído más en la cola del paro"
Colas en la oficina del SEPE (INEM) del barrio madrileño de Arganzuela, en el 2014. / AGUSTÍN CATALÁN
Oriol Ruiz Serrano
Algunos de nosotros, jóvenes, con capacidad y fuerza para cambiar un poco el mundo, nos hemos de topar una y otra vez con un muro injusto, dejado de la mano de los valores humanos y resquebrajados por una grieta que se llama inestabilidad laboral. Algunos de nosotros queremos ver un cambio verdadero pero, ¿qué vamos a cambiar si no se cambia la cultura? ¿Podremos hacer ver que la cooperación produce más que la competencia?
Entretodos
El jabardillo de jóvenes con estudios, sobradamente preparados, muy cualificados, es multitudinario. Cuando Milan Kundera en su obra ‘La insoportable levedad del ser’ trataba de abrir de nuevo un viejo debate entre levedad y peso no se podría haber percatado de que algunos países de la Europa del siglo XXI caminan hacia atrás.
Estamos de lleno en una neotransición en la que, a pesar de que hay mucho por obtener, también hay el peligro de retroceder ciertos años si no se planifica con previsión. A los jóvenes que tratamos de cimentar la casa ¿será el momento de construirla por el tejado?
Soy licenciado en periodismo por una universidad pública. Después de dos semanas de trabajo en una famosa cadena de congelados me tuve que dar de baja médica por una operación de urgencia. Admito que no fui el más rápido a la hora de reponer. Desde la central me han comunicado que la decisión de cesarme no se debe a mi baja médica, sino a que no trataba con el debido respeto al cliente ni decía gracias ni por favor cuando se requería. Falso.
Lo que me parece más triste es que me obliguen a pensar que esta decisión ha sido debida a que me he dado de baja. La insoportable levedad del trabajo me hace pensar en conspiraciones cuando quizá no sea así. Mi entorno piensa que sí, que son excusas. De momento soy un alicaído más a la cola de la empresa más grande de un país que camina hacia la involución: el SEPE.
No es problema de la vida, lo que falla es el sistema. Entonces, ¿qué papel tenemos los jóvenes?
Vivo en un país en el que, como en muchos otros, se tergiversan de manera putrefacta datos y opiniones. Trabajo y precariedad van camino de ir cogidos de la mano durante otra legislatura. El problema quizá esté más en nuestras ética y moral, en un ejercicio axiológico que no nos deja crear nuevos valores. Quizás Kundera tiene razón cuando dice que “todo en este mundo está perdonado de antemano, y por tanto, todo cínicamente permitido”. Justo no es, pero, ¿es ético continuar permitiéndolo?
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