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"Quizá los Reyes Magos no me quieren tanto"

Una mujer deposita residuos en contenedores en Barcelona.

Una mujer deposita residuos en contenedores en Barcelona. / ARCHIVO / FERRAN NADEU

Paseando por la Barcelona, mi hijo de 4 años, se fijó en un cartel del Ayuntamiento en el que se veía una chica que usaba un bote de vidrio decorado como lapicero. Rauda y veloz le expliqué el concepto de las tres ‘R’ (reducir, reusar, reciclar), que entendió a la perfección. Y es que la lógica a esta edad aún está intacta.

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Acabamos de pasar la Navidad que traen consigo el consumismo desenfrenado. Y ahí, le intento poner freno yo como madre, y le explico a mi Luca cosas del estilo "no hay que pedir demasiadas cosas a los Reyes Magos, sino no habrá para todos”, “regala las cosas que no uses a otros niños”… Y él lo entiende todo: regala su cocinita, su coche azul, y no solo lo que no usa, sino también algunas de la que todavía utiliza.

Qué fácil es esto de educar, pienso yo. Hace una carta de Reyes escueta: pide una sorpresa, un AVE y un pijama. Genial. Y se lo traen. Y es feliz. Y yo más. Pero llega el día de Reyes y la gran pregunta -que hacemos todos, para qué negarlo-: ¿Te han traído muchas cosas los Reyes?". Incluso en las canciones navideñas mi hijo destaca la incongruencia del texto: "Vull que em portin moltes coses, Pau i Joia a tot el món". "¿Per què moltes coses?”, pregunta Luca. "Això no està bé", se responde él mismo.

Hasta en el colegio se pone énfasis en el consumismo al pedirles que lleven un regalo de Reyes el primer día de clase después de Navidad. Se compara: "me han traído muchas cosas porque me he portado muy bien". En dos días, todo el trabajo educativo por los suelos. Oigo el zumbido de su autoestima al estrellarse en el suelo: “quizá los Reyes no me quieren tanto", dice confuso.

Frustración, decepción, una lección que yo no le he enseñado, la ha aprendido por su cuenta. Creo que para dejar de destrozar el medio ambiente, necesitamos algo más que ‘maquillar’ botes de vidrio. 

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