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Faltan virtudes políticas y sobran cálculos electorales

Albiol encabeza la manifestación en defensa de la Constitución, este miércoles, en Barcelona.

Albiol encabeza la manifestación en defensa de la Constitución, este miércoles, en Barcelona. / JÚLIA REGUÉ

Jesús Pichel

Reformar la Constitución es posible, pero desde luego no es fácil. Las cautelas que el texto constitucional establece para la reforma parcial o total exigen mayorías muy amplias tanto en el Congreso como en el Senado, de manera que prácticamente es necesario el concurso de varios grupos parlamentarios para que se puedan realizar.

Cualquier pequeña reforma -si no afecta a los títulos y artículos especialmente protegidos- necesita ser aprobada por una mayoría de tres quintos en ambas cámaras, o sea, por 210 diputados y 160 senadores. Si lo que se pretende reformar afecta al Título Preliminar -soberanía, forma política del Estado, lenguas, símbolos, capitalidad...-, a la Sección 1ª del Capítulo Segundo del Título I -los derechos fundamentales y las libertades públicas- o al Título II -todo lo relacionado con la Corona- la mayoría exigida es de dos tercios, o sea, 234 diputados y 178 senadores. En este segundo caso, se exige, además, que se disuelvan las Cortes, que se convoquen elecciones, que el nuevo Parlamento apruebe el nuevo texto con una mayoría de dos tercios y, por último, que sea ratificado en referéndum.

Con la composición actual del Congreso de los Diputados, una reforma profunda de la Constitución necesitaría los votos de PP, PSOE y C's -253 diputados-, de PP, PSOE y UP -284 diputados-, o de los cuatro -324 diputados entre todos ellos. Sin embargo, en el Senado los 22 votos de UP y sus aliados y/o los 3 de C's resultan irrelevantes. O lo que es lo mismo: para una reforma profunda bastarían los 215 votos de PP y sus aliados -151- y los del PSOE -64 sumando a NC y ASG.

Todo esto es pura aritmética y mal que bien, salen las cuentas. Pero la verdadera condición de posibilidad es la voluntad y la generosidad políticas de llegar a los acuerdos más amplios posibles para que efectivamente pueda ser la Constitución de todos. Pero me temo que eso no va a ocurrir, porque faltan tales virtudes políticas y sobran fundamentalismos y cálculos electorales.

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