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Diálogo, intercambio de posiciones

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, en el Palacio de la Moncloa en abril del 2016.

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, en el Palacio de la Moncloa en abril del 2016. / David Castro

Cristina Casals Massó

Catalunya es ahora el centro de atención de muchos países, ciudades y comunidades autónomas. Se están buscando soluciones; diversas entidades colaboran en la mediación. Pero para ello es importante analizar el verbo dialogar.

El diálogo auténtico es un intercambio de las "posiciones", en que los interlocutores se ofrecen para avanzar juntos, hacia la conjunta, común afirmación, de una verdad siempre mayor. Para que se produzca este diálogo auténtico, es necesaria: por una parte, la firmeza (no cerrazón inflexible) en la defensa de la propia razón, con una exposición firme, clara y sincera.

Por otra, la apertura crítica a las razones de los demás buscando enriquecer mis argumentos con los elementos de verdad que se me ofrecen desde otras posiciones. Por tanto, ambas partes deben practicar la veracidad, para exponer con plena fidelidad y excluir cualquier mentira, y la justicia, acuñada por la humildad, para captar la fuerza del mejor argumento, teniendo en cuenta los aspectos de la realidad que escapan a mi perspectiva y colaboran en generar el diálogo. Así, la sinrazón que genera obsesionarse por la propia postura, acaba cediendo al bien común de ambas partes.

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