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Deporte infantil: A los salvaguardas de las esencias formativas

Se creen inmaculados, impolutos, proclamadores del bien, repartidores de doctrina, derrochadores de valores, salvaguardas de las esencias formativas. Cada semana son legión los que bajan jugadores del A al B, del B al C y a donde haga falta. Lo hacen porque hay que ganar, ganar y ganar. Sientan a niños/as en el banquillo porque prefieren a los de "las letras superiores". ¿Qué discurso le darán a los que entrenan duro durante la semana y luego son marginados por el malabarismo de sus coordinadores? Cambian días de partido y hora las veces que haga falta porque se creen estrategas del talento, esperan hasta el último segundo de la medianoche para, por sorpresa, pulsar con zarpas la tecla que creen los eleva al Olimpo de los escogidos.

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¿Qué hacen en estos casos los padres? ¿Y los directivos? Ante estos malabaristas de la confusión, educadores de ficción, ejecutores de trampas "legales". Probablemente en algunos ámbitos incluso son aplaudidos, porque forman parte de la misma tribu de lo inmoral. Posiblemente sean torpes imitadores de muchos farsantes que ciertos sectores de la sociedad nos presentan como triunfadores. Benditos malabaristas.

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