Entrevista | Marta Carmona Psiquiatra y coautora de 'Malestamos'
Marta Carmona: "Poner un futbolín en una oficina para desestresar a los empleados es una burla"
La médica afirma que el estrés laboral daña la salud y reclama medidas legislativas para proteger más a los trabajadores
Terapia de grupo contra el estrés laboral en los CAP de Barcelona: "Llega un momento en que dejas de ser tú"
El estrés laboral multiplica por cinco los riesgos del tabaco y el alcohol juntos: casi 4 de cada 10 trabajadores lo sufre
Olga Pereda
Periodista
Especialista en Educación de El Periódico. A los mandos de la sección 'Mamás y Papás' y del Club de Educación y Crianza. Te mando cada viernes una newsletter con contenidos clave para afrontar la maternidad y la paternidad. Escribo en la sección de Sociedad y tengo alergia a la pseudociencia.
Marta Carmona es psiquiatra con formación en feminismo y coautora del ensayo ‘Malestamos. Cuando estar mal es un problema colectivo’, escrito junto al médico Javier Padilla, actual secretario de Estado de Sanidad. Coordinadora del estudio ‘Transformar los barrios para evitar el sufrimiento psíquico’, de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, Carmona también es diputada y portavoz de Sanidad en la Asamblea de Madrid por Más Madrid.
¿Es el estrés laboral un problema de salud pública?
Sí, pero hay que tener cuidado a la hora de definir salud pública. El caso más paradigmático es un brote de cólera porque una fuente está infectada. O un brote de legionella o también patologías respiratorias relacionadas con la contaminación. ¿Era la esclavitud un problema de salud pública porque estaba generalizada y dañaba la salud de la población? Si contestamos que sí, entonces también lo es el estrés laboral. El estrés laboral no es algo que suceda porque sí ni porque exista el trabajo, sino por la forma de trabajar, la regulación laboral, y el modo de vida al que nos obliga el sistema socioeconómico y el mercado laboral actual. Pero no busquemos la causa en la dopamina o en la serotonina del cerebro porque sus causas son sociales.
¿Estamos delante de un problema colectivo y no individual?
Sin duda. El sufrimiento es individual, pero está tan extendido… El trabajo en sí mismo no tiene por qué ser malo, pero tal como está organizado a día de hoy es profundamente generador de sufrimiento. Es un problema colectivo y es imprescindible atenderlo con legislación y protección de los trabajadores. Las violencias y las maldades del trabajo han evolucionado en los últimos 50 años más de lo que han evolucionado los sindicatos, que son los que nos tienen que proteger.
¿Podemos definirlo como una enfermedad?
En el ámbito del sufrimiento psíquico, es incorrecto el término enfermedad mental. Utilizamos otra palabra: trastorno. En salud mental, los diagnósticos son clasificaciones. Con el estrés laboral se da un paso más allá porque es muy transversal. No tiene nada que ver el estrés laboral de una persona con un buen trabajo pero que cobra una miseria al que sufre otra con buenas condiciones salariales pero con un ambiente invalidante. El estrés laboral daña la salud, pero me cuesta mucho llamarlo enfermedad, es tramposo.
¿Cuánto tiene que ver con la sociedad del rendimiento y la autoexigencia?
Mucho, pero no solo eso. También hay que tener en cuenta la precariedad laboral y los precios de la vivienda. Y nuestra cultura del trabajo. Hay gente que construye toda su identidad en torno al trabajo. Eso se da, sobre todo, en profesiones como el periodismo, la medicina y los cuerpos policiales. Si toda tu vida has soñado con ser policía y fracasas, está fracasando tu proyecto vital entero.
Hay empresas que ponen futbolines en sus oficinas para desestresar a los empleados. ¿Qué le parece?
O una hora de terapia semanal, pero se saltan el convenio. Es una perversión del concepto. Es generar la fantasía de que los humanos somos máquinas a las que se puede explotar pero hay que enchufar un rato para recargar. El límite de la jornada de trabajo es una cuestión de bienestar. Esto son chorradas para distraer. Desvirtúa las reivindicaciones, es una burla a los trabajadores.
El buen clima laboral sí que es importante.
Eso es innegable. El problema es que vivimos en una lógica capitalista: ante la duda, exprime. Hay empresas que te llevan por ahí para que pases el fin de semana con tus compañeros y compañeras haciendo no sé qué. Si te lo pagan como horas extras y te sirve, de verdad, para confraternizar, estupendo. Pero si voy obligada e invades mi espacio privado y mi tiempo, es una barbarie, una chorrada que nos inventamos para explotar más a los trabajadores.
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