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1-O: Faltan alternativas reales para la convivencia

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, en el Palacio de la Moncloa en abril del 2016.

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, en el Palacio de la Moncloa en abril del 2016. / David Castro

Catalunya es un territorio plural, diverso, integrador, tolerante, rico culturalmente y acogedor. Sin embargo, actualmente, se encuentra en uno de los momentos más difíciles de su historia debido a su fractura división interna. Todos sabemos que la situación es compleja y con difícil arreglo pero no hay más solución que el  entendimiento. Estamos destruyendo la convivencia cívica

Principalmente, nos encontramos en una situación de difícil solución porque un bloque social muy importante ha dinamitado el régimen de convivencia actual. Además, este colectivo solo ve viable la solución de la independencia. Catalunya el día 2 de octubre sería independiente si el 60% de su población total lo quisiera. Y eso no va pasar. O bien porque no haya urnas, o bien porque no se alcance ese número que legitime los resultados. ¿Qué ley o institución no daría apoyo a una  mayoría aplastante en una consulta? Por desgracia para algunos ese escenario no se dará. Catalunya no tiene mayorías para ser  independiente. Ni siquiera para convocar un referéndum. Además, tampoco adquirió la mayoría necesaria del Parlament para declararse de forma unilateral independiente. Asimismo, no consiguió arrasar en las elecciones 'plebiscitarias' que ellos mismos convocaron. Por último, no pudo legitimar su 9N por los bajos resultados de participación.  

Todo esto me lleva a preguntarme: ¿a qué estamos jugando? En definitiva, ¿qué papel juega la otra mayoría social de Catalunya? Llamémosla 'silenciosa'. Sin duda alguna, los no partidarios de la independencia jugamos el rol más importante en la partida que se está jugando. Somos los responsables de, en primer lugar, alzar la voz y pedir que se respete y se aplique la ley vigente. No lo olvidemos, la ley que nos ampara. Y, en segundo lugar, pedir respeto al conjunto de  la sociedad catalana sea cual sea su pensamiento, por desafortunado que  pueda parecer. En tercer lugar, ofrecer una alternativa real y factible a la actual implicándonos en la política catalana.

Crisis es igual a oportunidad de cambio. Entonces, aprovechémoslo.  Somos conscientes que hay opiniones distintas y visiones de la  realidad opuestas pero en lo que absolutamente todos estamos de  acuerdo es que el inmovilismo no conduce a nada. Reconocimiento a la  lengua y la cultura, mejoras en el sistema territorial y financiero y definición clara de las competencia de cada territorio puede ser un  buen comienzo a la solución del conflicto. Sin duda alguna, eso mejorará la calidad de vida de partidarios del 'sí' y partidarios del 'no'. Tengámoslo claro también, nunca será suficiente para los independentistas.

En resumen, si sabemos qué acciones pueden mejorar algo la situación, ¿porqué no ponemos medios para desarrollarlas? Es momento de dar un paso adelante y proponer medidas concretas a la problemática actual. Todos, en definitiva somos pieza clave y debemos implicarnos para que el mañana sea mejor.

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