China Airlines

Récord de velocidad de un avión comercial: supera la velocidad del sonido a más de 1.300 km/h

Durante su recorrido por encima del océano Pacífico atravesó una fuerte corriente que lo impulsó acelerando su velocidad de crucero y adelantando más de una hora su llegada a destino

Los aviones doblan su velocidad por este motivo

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Un avión de China Airlines

Un avión de China Airlines / Creative Commons

Carla Torres

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El vuelo 5116 de China Airlines, que cubría la ruta entre Taipéi (Taiwan) y Los Ángeles (EEUU), despegó el pasado jueves 25 de enero y completó el trayecto en 10 horas y 18 minutos. En total, 1 hora y 13 minutos antes de lo previsto. ¿El motivo? El avión, sin pretenderlo, batió el récord del avión comercial más veloz del mundo, llegando a alcanzar los 1.329 km/h.

Aunque no existe un banco oficial con todas las marcas, el anterior récord de velocidad de un avión comercial estaba en manos de un Boeing 747 de la compañía británica British Airways, que alcanzó los 1.327 km/h en febrero de 2020, sobrepasando Groenlandia, tal y como apunta el meteorólogo Matthew Cappucci en su artículo del Washington Post.

El avión comercial de China Airlines, un Boeing 777 -200LR, está diseñado para volar a una velocidad máxima de 950 km/h, una fracción de la barrera del sonido. Pero, en este viaje, la aeronave se volvió técnicamente supersónica y logró un inaudito máximo de 1.329 km/h, con una velocidad promedio de 1.126 km/h (por encima de la velocidad máxima para lo que está diseñado).

Una fuerte corriente

Aunque puede parecer que el vuelo superó las barreras del sonido -que es de 1.200 km/hora- la realidad es que no fue así. De hecho, superar esta marca hubiera puesto en peligro a la tripulación, algo que en ningún momento ocurrió.

El avión superó la velocidad del sonido respecto al suelo, pero no respecto al aire que lo rodeaba. Su recorrido por encima del océano Pacífico atravesó una potente corriente (El Niño) que lo favorecía porque lo impulsaba de cola, llevándolo a superar velocidades por encima de los 1.200 km/h respecto a tierra, a pesar de que su velocidad dentro de la corriente continuaba por debajo de esta marca.

El efecto producido era similar al de alguien que corre dentro de una cinta transportadora: la velocidad del movimiento de la persona es la misma que logra habitualmente, pero se une la velocidad de la cinta y llega más rápido al destino.