Colectivos vulnerables

Las chabolas de Montcada aumentan un 25% tras dos años de olvido

Las administraciones acordaron en 2022, tras un incendio mortal, un plan de choque para acabar con el chabolismo que todavía no se ha materializado 

La vida en el barraquismo eterno de Montcada: "Antes veníamos los domingos a hacer barbacoas; ahora vivimos aquí"

La muerte de una pareja en una chabola señala el barraquismo a orillas del Besòs

Reportaje en las chabolas de Montcada: "Cuando les muestro que soy española me piden discuplas"

El Periódico

Elisenda Colell

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Con cualquier cosa se entretiene. A veces son cámaras pinchadas que algún día estuvieron dentro de la rueda de una bicicleta. Otras, corretea con una pelota o se balancea en un caballito con ruedas de madera enfrente de las letrinas. Mailon Quishpe es uno de los cerca de 200 habitantes de los barrios chabolistas de Montcada i Reixac, a orillas del río Besòs, a los que las administraciones prometieron poner fin en 2022, tras un incendio mortal.

Dos años y varios incendios después, se calcula que la cifra de habitantes de estos campamentos ha crecido un 25%. El dato es una aproximación en base a las cifras no oficiales que maneja el Ayuntamiento de Montcada para tratar de cuantificar el fenómeno, consciente de que la movilidad, la vergüenza y el miedo de algunos de estos residentes hace muy difícil tener una cifra actualizada. Lo que nadie niega es que, desde el último recuento oficial de 2022, ya desfasado, el barraquismo en la zona no ha hecho más que crecer.

Mailon tiene dos años. Es el pequeño de una familia con otros dos hijos ya adolescentes. "No estamos aquí por gusto. Quiero salir de este lugar por mis hijos, no merecen vivir aquí", dice su padre, Wuilian Gerardo. Hoy, el problema sigue enquistado, por no decir que ha empeorado. "¿Dónde están nuestras ayudas?", reclaman los chabolistas, víctimas de todas las pobrezas.

"El dolor por la muerte de mi hermano no ha cambiado nada. Dijeron que las cosas iban a cambiar... pero no han hecho nada. Al revés, todo ha empeorado"

Sidi

— Hermano de Munir , fallecido en un incendio en una chabola en 2022

El último incendio en las barracas fue el pasado viernes 19 de abril. Los bomberos evacuaron a los habitantes de un campamento situado junto a un vertedero ilegal de coches. Pero en los últimos años han sido varios los fuegos que han afectado los diferentes terrenos chabolistas de Montcada. El peor, el del 9 de enero de 2022. Munir y su pareja, Jéssica, murieron en un fuego provocado por la combustión de un brasero. Lo recuerda, dos años después, Midi, el nuevo habitante del lugar de la tragedia. "Aquí vivía un chico, pero murió. Él y su novia murieron quemados". El sitio sigue igual. Midi duerme en la misma estancia con paredes de lata que antes resguardaban del frío a la pareja.

Las precarias construcciones, los animales y sus habitantes siguen ahí. De hecho, hay nuevos terrenos con más vecinos

"Es otro colchón pero el lugar, y el miedo, es el mismo", dice el chico marroquí, que parlotea el castellano. Tiene 36 años y vive rodeado de escombros, de gallinas y de un perro guardián. Lleva seis años sin papeles. "Antes vivía en Santa Coloma pero como no me pagaban en el trabajo porque no me hacen contrato... pues no podía pagar la habitación y vine aquí", cuenta el hombre, que muestra esperanzado la decena de cursos formativos que ha realizado. "Ahora la gente me ayuda, y cuido el huerto y las gallinas. Esto es mejor que vivir en la calle", prosigue.

Los restos de una chabola que ardió tiempo atrás tras un accidente.

Los restos de una chabola que ardió tiempo atrás tras un accidente. / JORDI OTIX

"¿Lo ves? El dolor por la muerte de mi hermano no ha cambiado nada. Dijeron que les iban a ayudar, que las cosas iban a cambiar... pero aquí no han hecho nada. Al revés, todo ha empeorado. La gente sigue malviviendo en este infierno", se queja Sidi, habitante esporádico de la chabola.

Abel, Elías, Luis, Ester, Kevin, Piedad o Francisco repiten historias de empleo precarios, paro y falta de ayudas

Efectivamente, dos años después el panorama es el mismo. Las precarias construcciones, los animales y sus habitantes siguen allí. De hecho, hay nuevos terrenos habitados con más vecinos que han caído en la espiral de la exclusión. Abel, Elías, Luis, Ester, Kevin, Piedad o Francisco son solo algunos de sus nombres. Sus historias se repiten. Trabajos precarios, paro y ayudas sociales insuficientes. Imposible pagarse un techo en Montcada, Santa Coloma, Barcelona o Badalona. Desahucio, frustración, huerto y chabola.

José posa sentado delante de su chabola, en la que vive con su mujer y su perro.

José posa sentado delante de su chabola, en la que vive con su mujer y su perro. / JORDI OTIX

"Estamos muy preocupados por el chabolismo en Montcada. Tenemos un problema y grave. Necesitamos un plan y dinero"

Bartolomé Egea

— Alcalde de Montcada

"Es que aquí nadie ha puesto un euro. Necesitamos un plan de acción y mucho dinero. ¿De qué sirve decir a la gente que tiene que irse de estas favelas si no podemos darle un lugar digno donde vivir? Construirán otra chabola en otro lugar y vuelta a empezar", afirma tajante Bartolomé Egea, alcalde de Montcada i Reixac. "Estamos muy preocupados por el chabolismo en Montcada. Tenemos un problema y grave", sigue Egea.

El último informe oficial contó 157 residentes, 74 familias y más de 1.200 animales, cifras hoy "desfasadas"

Tras el incendio mortal, la Generalitat, el Ayuntamiento de Montcada, el Área Metroplitana de Barcelona, la Diputación de Barcelona y el Consorci del Besòs (integrado también por Santa Coloma, Badalona, Sant Adrià y Barcelona) se pusieron de acuerdo para realizar un plan que pusiera fin al chabolismo en la zona. Un año después se encargaron cinco diagnósticos. "La Generalitat lo pagó y se hizo un censo". El informe contó 157 residentes, 74 familias y más de 1.200 animales entre gallinas, perros, ovejas, cabras o patos. "Este informe ya está desfasado, la situación es muy cambiante", avisa el alcalde. La última reunión de este grupo técnico para eliminar el chabolismo fue hace cinco meses, el 27 de noviembre de 2023.

Abel reza en la chabola donde vive.

Abel reza en la chabola donde vive. / JORDI OTIX

El ayuntamiento señala al Govern y este espera un plan de acciones del Consorci del Besòs

El ayuntamiento sí se reune mensualmente para tener una mínima constancia de lo que ocurre en las parcelas. Según estas reuniones, el alcalde señala varios campamentos chabolistas en la actualidad. Uno fue desalojado hace pocas semanas. Luego está el grande, donde murieron Munir y Jéssica. Ha aparecido otro al lado de la depuradora. Y hay dos más: uno al lado de la cementera y otro cerca del vertedero.

"Nosotros como ayuntamiento no lo podemos asumir. Solo limpiar la zona cuesta tres millones de euros. La Generalitat debe liderar el tema de la vivienda y dar soluciones a esta gente", insiste Egea. El Govern responde que están esperando el plan de gestión que se encargó al Consorci del Besòs en la reunión del pasado noviembre, y que debe diseñar las actuaciones a realizar, los costes e inversiones.

Aurora es una de las últimas residentes en las chabolas: nació el pasado 21 de marzo

La zona que más preocupa al alcalde es el terreno situado junto a la depuradora, en el Torrent de la Vallençana. "Hay un bebé recién nacido... cuando lo vi se me cayó el alma a los pies", dice. Es Aurora. Nació el pasado 21 de marzo.

"Con la pandemia me quedé sin trabajo, gasté todos mis ahorros y no pude pagar más. Hemos venido aquí por necesidad, no queremos estar aquí. Queremos estar en un piso", cuenta Carlos, padre de la criatura. Es hondureño, no tiene papeles y se dedica a trabajar en la construcción sin contrato. Justo habla con EL PERIÓDICO después de una jornada laboral.

Carlos posa con su perro delante de la chabola donde viven.

Carlos posa con su perro delante de la chabola donde viven. / JORDI OTIX

Ester vive en una barraca desde septiembre, cuando la desahuciaron, y mientras espera un piso social

En el terreno donde vive Aurora ya ha habido dos incendios en los últimos meses. En uno de ellos, un perro murió calcinado. "Claro que pasé miedo. Te cagas porque a la que el fuego se extienda, te quemas tú", dice Ester Guix, otra de las chabolistas. Ella vive en estas condiciones desde hace siete meses, cuando la desahuciaron de su piso. "En septiembre los Mossos me dieron 15 minutos para salir de mi casa. Era la tercera vez que lo intentaban y lo consiguieron", cuenta la mujer, nacida en Barcelona y en lista de espera para una vivienda social.

Ester llega a su chabola después de pasear a sus perros.

Ester llega a su chabola después de pasear a sus perros. / JORDI OTIX

"¿Dónde están nuestras ayudas urgentes? Aquí parece que solo hay derechos para los de arriba"

Ester Guix

— Vecina de las chabolas

"¿Dónde están nuestras ayudas urgentes? Aquí parece que solo hay derechos para los de arriba. Si no tienes nada, no eres nadie", se queja. Su lucidez contrasta con la decrepitud de la chabola. "Le puedes llamar casa, le puedes llamar cueva, barrizal... yo le llamo Ca la Palmera". Vivir en esta barraca le costó 500 euros.

Midi se ducha en su chabola con agua que extrae del suelo.

Midi se ducha en su chabola con agua que extrae del suelo. / JORDI OTIX

A mediodía Midi extrae agua de un puente subterráneo y aprovecha el sol para ducharse con garrafas, entre los escombros, rodeado de gallos y perros. El polvo y el plumaje de los animales brilla con el contraluz que se cuela en el patio. "¿Quién será el próximo en morir aqui?", se pregunta Guix. "Todos saben que estamos aquí. Dicen que no se puede continuar con el barraquismo. Pues dame un piso. O al menos una tienda de campaña. Si no, yo seguiré viviendo así. Aquí o donde sea. Es que quieren que desaparezcamos por arte de magia. Y eso no funciona así. O nos ayudan o nos moriremos aquí", sentencia la mujer.

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