Educación en Catalunya

Héctor Ruiz Martín: "Si permites al alumno escoger, elegirá aquello que menos le conviene"

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El neurobiólogo y divulgador Héctor Ruiz Martín, esta semana en Barcelona.

El neurobiólogo y divulgador Héctor Ruiz Martín, esta semana en Barcelona. / JORDI OTIX

Helena López

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En el polarizado debate sobre educación, más tensionado de lo habitual tras el último bofetón de PISA, sorprende el respeto con el que se escucha al neurobiólogo y divulgador Héctor Ruiz Martín desde todas las trincheras, quizá por su siempre sosegada manera de expresarse. Sin abandonar este tono escribe 'Edumitos, ideas sobre el aprendizaje sin respaldo científico' (International Science Teaching Foundation), en el que desmonta a través de la evidencia científica 44 'mitos' sobre los que se basa gran parte del sistema educativo (tanto el más conservador como el más innovador: tiene para todos). Creencias –de las que la ciencia ha demostrado su falsedad– que van desde que la manera más afectiva de aprender es 'aprender haciendo' hasta que el aprendizaje cooperativo perjudica a los buenos estudiantes.

"Ningún sistema educativo está basado en la ciencia"

-En el prefacio cita a Thomas Sowell: ‘Cuando quieras ayudar a los demás dale evidencias; cuando quieras ayudarte a ti mismo, dales lo que quieren oír’. ¿El sistema educativo catalán está en ese punto?

-En la introducción hago una analogía con la medicina. Durante milenios no se basó en la ciencia, sino en la tradición, la autoridad, la experiencia personal… Los médicos hacían sangrías convencidos de que funcionaban; hasta que compararon cuántos se salvaban con las sangrías y cuántos no, y vieron que no había una diferencia entre unos y otros, con lo que se demostró que no funcionaban. 

-Sorprende que en educación nadie haya caído en comparar métodos...

-En medicina no pasó hasta hace cien años. A mediados del XIX es cuando empieza a verse la evidencia científica como aliada de la práctica médica; y ahora nadie entiende la medicina no basada en la ciencia. Y siguen habiendo prácticas pseudocientíficas, pero fuera del circuito.

Un 70% de los niños aprenderán a leer hagamos lo que hagamos, pero un 30%, que son muchos, necesitan una enseñanza directa

-¿El sistema educativo catalán no está basado en la evidencia?

-Ni el catalán ni ninguno. Pero, en cambio, hay muchísima investigación al respecto. Cuando empecé a dedicarme a divulgar toda esta investigación en la comunidad educativa, lo primero que me sorprendió es cómo puede ser que tengamos todo este conocimiento científico y no se haya transferido a la comunidad educativa. Y de lo que me di cuenta enseguida es de que la comunidad educativa está muy interesada en ese conocimiento.

-También deberían estarlo los responsables de las políticas educativas, ¿no?

-También. Y eso parece que empieza a pasar. El Departament ha compenzado a expresar que quiere basarse en la investigación para elaborar sus políticas. Pero en este ámbito, hasta ahora, no se había caído en que la educación se puede nutrir de la evidencia. Podríamos estar ante un movimiento como el de la medicina.

-¿El último PISA ha sido el punto de inflexión?

-Se está generando el debate y el interés necesario para que pongamos la mirada en cómo la ciencia nos puede ayudar a afrontar estos problemas. 

-Da algo de miedo. Su libro lo hace tambalear un poco todo. Tiene para todas las corrientes. 

-La ciencia nos permite ver más allá de las apariencias, más allá de lo que tenemos delante. De hecho, la ciencia moderna nace cargándose una de las ideas que tenías que estar loco para negar: que el sol da vueltas alrededor de la Tierra. Y la ciencia es la que dice: no, el sol no se mueve, eres tú el que te mueves.

-Uno de los mitos que hace caer y que duele especialmente es el siguiente: “Si el entorno los motiva, los niños aprenden a leer de forma natural”. Esta creencia está arraigada en muchas escuelas.

-Seguramente, cómo enseñar a leer es la cuestión sobre la que hay más investigación. Determinados métodos hacen lo contrario a lo que dice la investigación. Es una idea que nos remonta a Rousseau, quien decía que ya aprenderán a leer solos, que no hay que interferir. ¡Y no es interferir, es ayudar! Esta idea parte de que aprendemos a leer igual que aprendemos a hablar: de forma espontánea.

La idea de que aprendemos a leer igual que aprendemos a hablar, de forma espontánea, es falsa; leer es una tecnología

-¿Y no es así?

-No. Leer no es como hablar. Leer es una tecnología que inventamos hace 5.000 años. De hecho, la mayoría de la humanidad ha sido analfabeta hasta los últimos 100. Leer es una habilidad extendida en los últimos 100, y aún hay en el mundo millones de analfabetos, lo que confirma que no se aprende de forma espontánea, que requiere una enseñanza.

-Otro mito al que dedica varias páginas es el de la motivación. Creer que aprenderán a leer si les motivamos. 

-Es un grave problema, sí. El 70% de los niños aprenderán a leer hagamos lo que hagamos, por su entorno o porque se espabilarán. Pero hay un 30%, que son muchos, a los que si no les enseñamos de forma directa, explícita, sistemática, no aprenderán a leer con fluidez, y la fluidez es clave para la comprensión lectora y para disfrutar de la lectura.

A veces se confunde estar motivados con no estar haciendo un esfuerzo, y no; tienen que estar motivados para hacer un esfuerzo; aprender requiere un esfuerzo

-Otro de los mitos en los que incide es el de las emociones. ¿Considera que el sistema educativo actual les está dando demasiada importancia? 

-Claro que las emociones son importantes para el aprendizaje. Sin embargo, el concepto clave es motivación; y la motivación es importante para el aprendizaje porque te empuja a hacer aquello que te llevará a aprender. Pero sobre la motivación hay muchos malentendidos.

Héctor Ruiz Martín, esta semana en Barcelona.

Héctor Ruiz Martín, esta semana en Barcelona. / JORDI OTIX

-¿Cuáles?

-Que las emociones hacen más memorable aquello que aprendemos. No es así. Las emociones hacen memorables los acontecimientos de nuestra vida –eso es la memoria episódica–, pero no hacen que necesariamente recuerdes conceptos e ideas (eso es memoria semántica). Muchas veces, con la mejor de las intenciones, haces una actividad para que los alumnos lo pasen bien, y te das cuenta de que recuerdan aquella clase, pero no lo que tenían que aprender. Ahí está el malentendido. Porque claro que todos los profesores quieren que los alumnos estén motivados, pero tienen que estarlo para prestar atención, pensar sobre aquello que quieres que aprendan. A veces se confunde estar motivados con no estar haciendo un esfuerzo. Y no, tienen que estar motivados para hacer un esfuerzo. Aprender requiere un esfuerzo.

La motivación hace que aprendas más y mejor porque te impulsa a dedicarle más tiempo y más esfuerzo

-¿Motivamos para que no se den cuenta de que están haciendo un esfuerzo?

-Aprender requiere pensar y pensar cuesta. El otro error es pensar que la motivación hace que recordemos mejor aquello que estamos aprendiendo, y tampoco. La motivación no tiene ese efecto implícito. La motivación hace que aprendas más y mejor porque te impulsa a dedicarle más tiempo y más esfuerzo a las acciones que te harán aprender. Y hay también muchos malentendidos sobre de qué depende la motivación.

-¿De qué depende?

-Muchas veces pensamos que la motivación depende del interés. Si están interesados, aprenden, y, si no, ¿qué le vamos a hacer? Y eso lleva a una derivada que es basarnos en lo que les interesa a los alumnos, que ellos elijan. Y eso olvida uno de los factores más importantes para la motivación que muchas veces olvidamos, que es la autoeficacia.

-¿Qué es la autoeficacia?

-La creencia de que tú puedes aprender aquello, de que tendrás éxito. Te sientes capaz, competente; y la autoeficacia es más importante que el interés, porque modula nuestros intereses. Te interesas por aquellas cosas que crees que se te dan bien y, en cambio, huyes de lo que crees que no. Entonces, una cosa ven que les cuesta puede estar haciendo bajar su autoeficacia. Cuando tú a un niño le preguntas sobre qué quiere aprender, lo más probable es que te diga sobre cosas que ya sabe, que ya domina, porque lo que nos motiva es tener éxito. Por eso, si tú permites al alumno escoger, elegirá aquello que menos le conviene porque ya lo saben, y necesita trabajar aquello que aún le cuesta.

-Basarse en los intereses del niño, entonces, ¿es un mal planteamiento?

-No, pero hay muchas maneras de provocar los intereses. Otro error es creer que los intereses son personales. Los intereses se pueden provocar.

-El último gran tema es el de la tecnología. La creencia de que nos está atrofiando el cerebro.

-Aquí se mezclan muchas cosas. Una cosa es el uso didáctico de la tecnología en el aula. Otro, un mal uso de la tecnología, que es usarla para hacer lo que ya hacías sin ella. Y otra cosa son los usos que se hace de la tecnología fuera de la escuela. Intuitivamente, pensamos que estar tantas horas con el móvil no puede ser bueno, pero científicamente no está demostrado que nuestra capacidad de atención haya cambiado. Nuestra capacidad de prestar atención es una habilidad que está fijada en nuestros genes y la única posibilidad de cambiarla es a partir de un proceso evolutivo.

-Pero no hace falta ningún estudio para darse cuenta del impacto del abuso del móvil en los adolescentes.

-Tenemos la tentación de pensar que, porque nuestro entorno cambia, cambia nuestra manera de ser, pero lo que varía es nuestro comportamiento, no nuestra manera de ser. No es que tú no tengas capacidad de concentrarte, es que como tienes el móvil delante y quizá no tienes motivos para no cogerlo, pues lo haces. Si no lo tuvieras, serías la misma persona comportándose de otra manera en un entorno en el que no hay móviles.

-Entonces, no hay duda de la necesidad de prohibir los móviles (en los colegios).

-Es importante la regulación. Prohibir significa no dejar margen para ningún tipo de uso, y hay usos concretos que nos ayudan. Lo importante es que aprendamos a autorregularnos.

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