Sequía en Catalunya

El frío contiene las reservas de los embalses y retrasa la entrada en emergencia a finales de enero o febrero

El Govern se compromete a restaurar el río Siurana para poner paz en esta guerra del agua

¿Tiene sentido trasladar agua del Ebro a Barcelona para frenar la sequía?

Pantano de Sau, afectado por la sequí, desde el mirador de Vilanova de Sau.

Pantano de Sau, afectado por la sequí, desde el mirador de Vilanova de Sau. / ZOWY VOETEN

Guillem Costa

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El pantano de Sau, una de las grandes reservas que abastece a las comarcas de Barcelona y Girona, sigue cayendo en picado, como ocurría en primavera. Hoy, este embalse almacena solamente un 9% de su volumen máximo y se convierte en el pantano que pierde fuelle a más velocidad, puesto que la mayor parte del agua embalsada en el Ter se está concentrando en Susqueda.

Lo que sucede en Sau demuestra que la sequía, a pocos días de que acabe el año, sigue agravándose. En el resto de pantanos de las cuencas internas de Catalunya, las existencias también descienden (ahora al 17%), aunque de forma algo menos brusca. La situación conduce el sistema Ter-Llobregat (la región metropolitana de Barcelona, parte de la Catalunya Central, el entorno de Girona y la Costa Brava sur, en total unos 6 millones de habitantes) hacia el estado de emergencia, el peor de los escenarios, por escasez hídrica.

Según los cálculos de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), está previsto que esta nueva fase del Plan Especial de Sequía (PES) entre en vigor a finales de enero, aunque la desaceleración de la caída podría retrasarla hasta febrero. Con la llegada del frío, pese a la falta de precipitaciones, el agua de los embalses no disminuye de forma tan drástica debido a que se registra muy poca evaporación.

Escasez invernal

¿Y cómo se explica entonces la caída de Sau? La la ACA está concentrando parte del agua del Ter en Susqueda; es decir, se está desembalsando una cierta cantidad de agua desde Sau hacia Susqueda, sin llegar a replicar la operación de vaciado que se llevó a cabo en marzo. Por este motivo la debacle en Sau es mayor que en el resto de embalses, donde el frío está ayudando a apurar las existencias.

Ante este escenario invernal, podría darse la circunstancia de que las reservas del sistema Ter-Llobregat no lleguen a caer hasta el 16% (el umbral marcado para declarar la emergencia) en enero, y que, por consiguiente, el semáforo rojo de la sequía no se encienda hasta febrero.

Este último detalle es importante por el hecho de que el registro que debe estar al 16% para que entremos en emergencia no son las reservas de todas las cuencas internas, sino solamente las de los embalses de los ríos Ter y Llobregat, que se encuentran ligeramente mejor que el conjunto.

Es decir, la Baells, Sau, Susqueda, la Llosa del Cavall y Sant Ponç. Cuando el conjunto de estos pantanos se sitúe al 16%, el Área Metropolitana, Girona, los Vallès, el Maresme, el Penedès, el Garraf y la Catalunya Central entrarán en esta fase que a día de hoy ya está decretada en una treintena de pueblos del Alt Empordà.

Llegado el momento, las principales restricciones que entrarán en vigor serán las siguientes: se limitará el consumo a 200 litros persona y día (se encargarán los ayuntamientos de regularlo, con posibles reducciones de presión en el caso de las poblaciones que incumplan), se reducirán a la mitad los caudales ambientales de los ríos y se cerrarán las duchas de las instalaciones deportivas que llenen piscinas o rieguen campos de fútbol, además de mantener el resto de restricciones vigentes en la actual preemergencia.

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