Educación en Catalunya

Cientos de familias de Barcelona se organizan para retrasar la entrega del móvil a sus hijos: "Tenerlo a los 12 años no debería ser normal"

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Niño leyendo un libro

Niño leyendo un libro / FERRAN NADEU

Helena López

Helena López

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Prendió la chispa entre las familias y la cosa va a más. La máxima que hasta hace apenas un curso se tenía por inevitable, que el salto de los niños y niñas de la primaria a la ESO fuera acompañado de la entrega del primer teléfono móvil, ha empezado a resquebrajarse. "¿En qué momento hemos normalizado esta situación?", se plantean cada vez más las familias, preocupadas por el impacto de las redes sociales en sus hijos e hijas.

La iniciativa, vehiculada a través de afas y grupos de Whatsapp, rompe con la norma tácita de dar el primer 'smartphone' en 1º de la ESO

Una muestra evidente de esta preocupación son las 600 personas que en solo dos días contestaron la encuesta sobre la cuestión elaborada por la coordinadora de afas del distrito de Gràcia, en Barcelona. Una encuesta que, entre otras cosas, refleja que uno de los principales motivos que llevan a las familias a comprar un móvil a sus hijos al empezar 1º de la ESO es la presión social. Nadie quiere que su hijo sea "el único que". La conclusión se extrae sola y se antoja hasta sencilla (aunque evidentemente no lo es): si todos lo hacemos por presión social, dejémoslo de hacer todos y problema resuelto.

En eso están. No solo en la coordinadora de afas de Gràcia. La preocupación por la insana relación de los adolescentes con el móvil recorre todo el país. Otra muestra reciente: en el distrito de Sant Martí, también en Barcelona, un grupo de Whatsapp similar contaba con 736 participantes de toda la ciudad. El grupo fue creado, a partir de una conversación de parque, por Elisabet García Permanyer, madre del barrio del Poblenou preocupada porque no quería tener que comprarle un móvil a su hijo al llegar a 1º de ESO. El nombre del grupo no deja lugar a dudas: Poblenou, adolescencia libre de móvil.

El objetivo de este amago de revolución es claro: crear masa crítica para cambiar los consensos. Que tener móvil a los 12 años deje de ser "lo normal". Marta Hernández, miembro de la junta del afa de la escuela Reina Violant y portavoz de la coordinadora de Gràcia, está convencida de que es posible y pone el ejemplo de la escuela concertada Sadako; donde el empeño de una madre, en este caso Mònica Marquès, hizo posible lo que parecía imposible, que este curso prácticamente ningún niño de 1º de la ESO de la escuela tenga móvil (solo lo tienen los alumnos nuevos, cuyas familias no participaron de este proceso el curso pasado).

Experiencia pionera

El método seguido por Marquès fue el que están intentando arrancar ahora en la coordinadora, ya que están siguiendo sus pasos. "Cuando lo empecé a plantear hace dos cursos, me decían que era imposible, pero envié la encuesta al grupo de la clase y el 99% de las familias que contestaron coincidían en su voluntad de atrasar la llegada del móvil", recuerda esta madre, quien habla con pasión de la experiencia y no duda en asesorar a todas las familias interesadas.

Con los claros resultados de esta encuesta, Marquès acudió a la dirección del centro y ahí empezó el exitoso proyecto Desconnect@'t. "Se trataba de desmontar el típico 'soy la única de la clase que no lo tiene'; girar la tortilla", señala.

Se trata de dejar de normalizar dar un móvil a un niño de 12 años

Pese a que es evidente que es mucho más fácil impulsar una iniciativa así en una escuela concertada, en la que las clases de 6º de primaria son las mismas que las de 1º de la ESO y el salto de ciclo no significa cambiar de centro ni de compañeros; la idea es extrapolable si se trabaja a nivel de barrio, como están intentando hacer en Gràcia o en el Poblenou, convencidos de que se trata de un problema social que tiene que resolver toda la comunidad. Si hacen este trabajo en todas escuelas de la zona, como están empezando a hacer, hilando complicidades, no pasará nada porque luego los niños se mezclen al llegar al instituto porque irán todos en el mismo barco.

La clave: ser una más

Clara tiene 11 años -cumplirá los 12 en diciembre-, acaba de empezar 1º de ESO en un instituto de Gràcia, no tiene móvil y no odia a sus padres por ello. ¿El secreto? De su grupo de amigas, solo dos tienen móvil. "Fastidia un poco porque para quedar y tal tengo que estar todo el rato pidiéndole el móvil a mis padres, pero tampoco fastidia tanto", se sincera la pequeña, quien confiesa que sí tiene TikTok e Instagram aunque solo para ver lo que se cuece, no para compartir nada, y que consulta en los dispositivos de sus pacientes progenitores, conscientes de que proteger a su hija pasa por perder su propia intimidad socializando su móvil.

Aunque hoy por hoy casos como el de Sadako o el del grupo de amigas de Clara son una clara minoría, la conciencia de que el abuso de las pantallas por parte de los menores es un problema de primer orden al que 'alguien' tiene que poner freno está cada vez más extendida, no solo en entornos como Gràcia o Poblenou. En estos barrios concretos, además, hay familias con formación y cultura organizativa para iniciar estos cambios.

En paralelo, los centros de secundaria están viviendo un proceso de debate similar, en algunos casos motivados también por las familias. A la espera de que el Departament d'Educació se pronuncie sobre su uso, cada instituto está regulándolo de la manera que considera más adecuada.

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