Problema estructural

Las violencias machistas se recrudecen en la edad del "se acabó": ¿por qué?

Asesinadas por violencia de género: ¿qué está fallando?

La mitad de las mujeres con seguimiento policial por violencia de género tiene hijos menores

TVBOY ha llevado el beso de Rubiales a Jenni Hermoso a su última creación, en el parque de les Glòries.

TVBOY ha llevado el beso de Rubiales a Jenni Hermoso a su última creación, en el parque de les Glòries. / TVBOY

Patricia Martín

Patricia Martín

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Hace justo un mes, la sociedad española dio claras muestras de que los años de políticas públicas y de lucha del movimiento feminista habían surtido efecto. Después de emitirse el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, las redes se inundaron de mensajes en contra de una violencia hasta hace poco silenciada. La agresión despertó el movimiento ‘Se acabó’ de apoyo a la jugadora y de rechazo a cualquier tipo de discriminación y violencia sexual, incluida la de menor intensidad.

El negacionismo, las redes y la reacción al avance de la igualdad alimentan la violencia de género

Sin embargo, pocas semanas después, los ataques machistas siguen copando titulares: en los últimos días se han sucedido cuatro feminicidios, lo que eleva el cómputo a 48 crímenes en 2023 y acerca la estadística a los años más funestos. También se suceden episodios machistas como el de los desnudos de menores con inteligencia artificial, la agresión sexual a una niña de 6 años por parte de compañerso en el patio del colegio en Extremadura o la difusión no consentida de un vídeo sexual entre los canteranos del Madrid.

"Es una carrera de fondo, no un esprint porque es un marco cultural con siglos de existencia"

Laia Rosich

— Directora para la erradicación de las violencias del Govern

¿Qué está sucediendo? Si la sociedad reconoce incluso las violencias de menor intensidad, por qué hay hombres que siguen cometiendo agresiones? ¿Por qué muchas víctimas siguen sin denunciar?

Las respuestas son multifactoriales. De entrada, se trata de un problema complejo y arraigado durante años, por lo que extirparlo no es sencillo. Para empezar, reflexiona Laia Rosich, directora general para la Erradicación de las Violencias Machistas, la lucha contra el machismo es “una carrera de fondo, no un esprint, porque es un marco cultural con siglos de existencia”. Prueba de ello, continúa, es que “hay gente que criticó el beso de Rubiales y hay gente que dijo que no era para tanto”.

Se ha producido, por tanto, una especie de polarización social y “un desfase entre hombres y mujeres”, dado que las segundas exigen los cambios mientras que entre los primeros continúan las resistencias, según interpreta Alba Alfageme. La psicóloga experta violencias advierte de que incluso “hombres con el discurso aprendido y políticamente correcto mantienen actitudes privadas diferentes” y aún apegadas a la masculinidad tóxica. “Cuando se dan cuenta de que tienen que renunciar a privilegios que ni siquiera se habían planteado que tenían, empiezan a incomodarse y a abrazar los discursos de extrema derecha y de confrontación con el feminismo”, subraya.

"Hombres con el discurso aprendido y políticamente correcto mantienen actitudes privadas diferentes"

Alba Alfageme

— Psicóloga especializada en violencias

Para explicar la situación social, el exdelegado del Gobierno contra este problema estructural, Miguel Lorente, pone un ejemplo ilustrador. En primero de Criminología preguntó a su alumnado si consideraba el beso de Rubiales una agresión sexual y el 50% dijo que sí, el 29% que no sabía y el 21% que no. “Casi el 50% no lo tienen claro y estamos hablando de gente de 18 años”, denuncia.

Se ha producido una especie de polarización social y un desfase entre hombres y mujeres

Mientras que el sociólogo Pau Crespo indica que se están produciendo tres fenómenos coincidentes: en primer lugar, que “históricamente cada avance feminista ha venido acompañado de una ola de regresión y censura”. En segundo lugar, que las nuevas tecnologías tienen la capacidad de “potenciar las conductas machistas ya preexistentes”, como demuestra el uso de la inteligencia artificial para desnudar a famosas o a niñas. Y, por último, que crece el “negacionismo” de aquellos que minimizan y justifican las violencias, impulsados por Vox.

Han aumentado las denuncias, lo que demuestra que cada vez más víctimas confían en las instituciones

Pero, ¿todo ello explica que después de tres años con feminicidios en mínimos históricos este año los asesinatos se hayan disparado? La respuesta, una vez más, no es sencilla y la estadística de víctimas mortales, recuerdan los especialistas, se puede desvirtuar solo porque un puñado de tentativas haya acabado en asesinato mientras en los años precedentes un número similar haya causado heridas graves (que no se computan). “Por desgracia, no hay una vara de medir y no es algo que se vaya a solucionar rápidamente cuando nos enfrentamos a algo que hace unos años era impune”, reflexiona Rosich. La buena noticia, señala, es que están aumentando las denuncias, lo que demuestra que cada vez más maltratadas confían en las instituciones. Sin embargo, un 80% de las fallecidas en 2023 no había denunciado ante la policía.

Los recursos

“Los recursos para ayudarlas muchas veces están en las grandes ciudades y sigue habiendo fallos en el sistema y barreras judiciales que crean desconfianza, todavía hay muchos aspectos a mejorar”, señala Crespo. A su vez, Lorente indica que el problema es que las instituciones realizan “acciones discontinuas”, con campañas puntuales y “mensajes fragmentados”, como los que a su juicio se lanzan tras cada comité de crisis, el órgano de análisis puesto en marcha por el Gobierno en los meses que se superan los cinco asesinatos.

“Me preocupa que la reacción sea a posteriori y que apenas se mencione el factor ‘paso a la acción’, que consiste en que, cuando un hombre que tiene planeado matar ve que otro lo hace, se siente reforzado y es un factor esencial en la concentración de asesinatos”.

Y en el análisis Alfageme añade una explicación más: “Como las mujeres, especialmente las jóvenes, ahora identifican antes la violencia, intentan romper con el agresor y ese es un momento de riesgo”. Es decir, la propia evolución social puede estar provocando que muchas mujeres digan ‘se acabó’ y, cuando el agresor siente que pierde el control, es cuando comete el ataque brutal.

Ante ello, ¿cuáles son las soluciones?

Los especialistas consultados coinciden en que, como se trata de un problema estructural, el camino es la “socialización en igualdad en todos los niveles”. “La violencia está siempre presente, no se puede reducir a lanzar mensajes cuando haya alguna noticia. Los mensajes tienen que ser directos, amplios y continuados. Como la DGT, que hace varias campañas al año pero todas en torno a los accidentes”, señala Lorente.

Asimismo, todos inciden en la importancia de que, de una vez por todas, se implante la educación sexual en los centros educativos, desde las primeras etapas porque “con los adolescentes se llega tarde”. También algunos, como Crespo, creen llegado el momento de que el Gobierno restrinja el acceso al porno a los menores, dado que el consumo de contenidos pornográficos distorsiona su manera de enfrentarse a las relaciones sexuales.

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