Emprendimiento

Abre en Barcelona el primer negocio de alquiler de cajas de seguridad fuera de un banco

La empresa irlandesa The Vaults Group pone su primer pie en España con una inversión de 2 millones en este espacio construido junto a la empresa catalana Ferrimax, que ya tiene 2.000 personas en lista de espera

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Seamus Fahy, director general de The Vaults Group, en la cámara acorazada de Barcelona Vaults

Seamus Fahy, director general de The Vaults Group, en la cámara acorazada de Barcelona Vaults / MANU MITRU

Paula Clemente

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Cuentan que lo que les llevó a montar la empresa en Dublín (Irlanda) fue su propia necesidad de disponer de una caja de seguridad, en un contexto en que los bancos estaban abandonando el negocio. Tras casi una década de trayectoria y con una decena de espacios abiertos con éxito en Reino Unido e Irlanda, decidieron que era el momento de expandirse fuera de las dos islas que les habían hecho de cuna. Y la ciudad que más favorablemente respondió al anuncio de una posible apertura (entre Fráncfort, Madrid o Copenhague, por ejemplo) fue Barcelona. Tienen, el día que inauguran su primera sala de alquiler de cajas de seguridad en la capital catalana, una lista de espera de 2.000 personas.

Barcelona Vaults es el primer negocio privado de este estilo que abre en la ciudad. Es el primero, de hecho, en toda Catalunya. El segundo en España. “Antes de abrir aquí, contactamos con todos los bancos para preguntar si podíamos alquilar una caja de seguridad con ellos, y todos dijeron que no”, explica Seamus Fahy, director general de The Vaults Group, quien perfila un contexto en el que el banco ofrece este servicio cada vez más solo a clientes exclusivos. Así, “la filosofía es popularizar y democratizar”, completa, a su lado, Antonio de la Casa, consejero delegado de Ferrimax, fabricante catalán de productos de seguridad que tiene entre sus clientes a la inmensa mayoría de bancos.

Su lectura, así como la de Eduardo Zamora, exdirector de seguridad corporativa del Banc Sabadell y el consultor en seguridad que ha asesorado el proyecto, es que los bancos han ido saliendo de este negocio por pura cuestión de espacio (cada vez hay más concentración de oficinas y no todas tiene una sala idónea) y por suponer un riesgo que no están dispuestos a asumir.

“Nosotros vendemos tiempo, porque absolutamente todo se puede abrir: es cuestión de tiempo y de herramientas”, admite el directivo de Ferrimax, que, con ganar tiempo, se refiere a una persiana blindada en el exterior, sistema de doble puerta blindada que solo abre una si la otra está cerrada, cámaras de seguridad por todas partes, un estrecho pasillo de ronda que rodea la cámara acorazada donde están las cajas para limitar el espacio que el hipotético ladrón tendría para perforar la pared final y, si todo lo anterior falla, una especie de rociador antiincendios que lo que expulsa es niebla para impedir la visión del atacante. 

Plan de expansión

En total, The Vaults Group ha invertido 2 millones de euros en el espacio, que cuenta actualmente con 800 cajas de seguridad de varios tamaños y, consecuentemente, distinto precio (de 400 euros al año la más pequeña, hasta 2.400 euros la mayor). De todos modos, la cámara acorazada tiene capacidad para albergar hasta 5.000 de estas cajas, una dimensión que creen poder alcanzar en dos años. 

Llegado ese momento, ya planean la apertura de un segundo centro en la ciudad, y, si todo va bien, por el camino, estarán trabajando o tendrán abiertos ya otros cinco locales por toda España: estudian Madrid, Valencia, Zaragoza, Málaga y, quizás, Sevilla. Según la experiencia de Barcelona, el proceso puede alargarse cuatro años, entre la búsqueda del local idóneo (céntrico, que no haya 'parkings' colindantes, que pueda sostener el peso de semejante despliegue de seguridad…) y la preparación del espacio.

De todos modos, son más que optimistas. Primero, porque cuentan con que la demanda es altísima; segundo, porque el contexto es de aumento de robos y atracos, lo que eleva la sensación de inseguridad; tercero, porque saben a quién se dirigen: a "la gente común que ves en la calle" y que quiere proteger desde joyas, relojes, metálico o documentos importantes, hasta las palabras que protegen sus monederos de criptomoneda.