En Tarragona

Los Mossos destruyen 4.000 plantas de marihuana escondidas en las montañas de Prades (Tarragona)

MULTIMEDIA: Traficantes de montaña

Plantaciones exteriores de marihuana: ladrones de agua en tiempos de sequía

Marihuana Prades

Marihuana Prades / Mossos d'Esquadra

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

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Los Mossos d’Esquadra desarticularon este lunes a primera hora de la mañana una plantación de marihuana cultivada en una cota alta de las montañas de Prades, cerca de Tarragona. Escondida entre zona forestal, tres traficantes estaban a cargo de 4.000 plantas de marihuana que ya medían casi 2 metros de altura. Uno de los sospechosos consiguió burlar el dispositivo policial. El operativo contó con la supervisión de un juez que permitió destruir las plantas en el lugar en el que han sido halladas.

El juez autorizó la destrucción in situ, algo que la policía solicita cada vez con más frecuencia

Es uno de los cultivos más grandes localizados en zonas montañosas de Catalunya. Aunque no el mayor: recientemente los Mossos detectaron uno de 10.000 plantas en Riudecols (Baix Camp). Dos nuevos síntomas de una plaga de la marihuana que sigue en expansión.

Para cultivar la plantación, los traficantes talaron y deforestaron una zona boscosa importante. Por ese motivo, los Mossos, además de detenerlos por traficar con marihuana, también les imputan un delito contra el medio ambiente.

Destrucción de las plantas

En concreto, en esta plantación había 4.108 plantas y 18 kg de cogollos que, en el mercado ilegal, tienen un valor que ronda los 100.000 euros.La producción total del vivero destruido puede generar, según estimación de los investigadores, alrededor de 2 millones de euros al año.

La decisión del juez de acceder a la destrucción de las plantas en el mismo lugar del vivero, algo que solicitan los cuerpos policiales cada vez con más frecuencia, no es menor. Uno de los problemas más notables que presenta la lucha contra las plantaciones exteriores --sobre todo de las instaladas en alta montaña-- es precisamente la destrucción posterior de las plantas. No resulta sencillo cortar y trasladar hasta la comisaría más cercana 4.000 plantas tan altas y anchas como árboles. La necesidad de contar con los recursos necesarios para poder afrontar una tarea de esa envergadura incluso ha obligado en ocasiones a retrasar una intervención policial en una plantación ya perfectamente localizada. 

Debe tenerse en cuenta que algunas plantaciones de montaña están escondidas en cotas altas, sobre los mil metros, a donde no puede accederse en vehículos. Lo cual significa que los agentes, muchos de los cuales van equipados con pesados uniformes antitrauma, recorren a pie y entre los árboles ascensos considerables. En este contexto, destruir las plantas sin salir del recinto y ahorrarse la parte de llevar la droga hasta la comisaría agiliza sensiblemente la activación de los operativos.

Un fugado

El acercamiento hasta estos lugares, además, debe hacerse de forma sigilosa porque los traficantes disponen habitualmente de alarmas caseras –como cascabeles– que les avisan en caso de que alguien se acerque a una plantación que protegen día y noche. Este miércoles, uno de los traficantes pudo huir de la redada. Los Mossos trataron de localizarlo por la zona pero finalmente lo dieron por perdido. 

El año pasado, los Mossos desmantelaron 72 plantaciones exteriores. Los traficantes las escondieron en lugares de difícil acceso de los macizos de la Selva interior, como Les Guilleries o el Montseny, o de la Serralada Prelitoral, como la de Prades, entre otros. Todas estas plantaciones pertenecen a redes criminales de origen extranjero. Casi todos los traficantes que arrestan los Mossos en estos cultivos proceden de Albania. Los detenidos este lunes, también.

Las organizaciones colocan a cargo de estas plantaciones a grupos de 2 o 3 hombres, de entre 20 y 30 años, que en dos meses ganan más dinero que en dos años trabajando legalmente en Albania. Sus órdenes son no abandonar bajo ningún concepto el campamento, algo que implica que en Catalunya vuelva a haber, por culpa de la marihuana, personas que viven en el bosque. Soportan condiciones de vida precaria: se alimentan de pasta o arroz, no pueden asearse, apenas se cambian de ropa y duermen en tiendas de campaña simples. 

La experiencia policial señala que estos vigilantes apenas hablan castellano o catalán. Saben que se encuentran en España y poco más. El 'contrato laboral' que mantienen con las redes que los han trasladado hasta la plantación incluye que en caso de ser detenidos la estructura les proporcionará una abogado que se cerciorará de que salgan en libertad tras pasar a disposición judicial. Cuando eso sucede, la organización los devuelve a Albania y las causas que se abren por estas plantaciones no llegan a juicio.

Plantaciones en expansión

Los traficantes prefieren los cultivos 'indoor' porque resultan más fáciles de esconder –en urbanizaciones y polígonos industriales– y porque, además, permiten controlar las condiciones ambientales –la luz solar es reemplazada por bombillas– y entregan hasta cuatro cosechas al año. Es decir, dan mucho más dinero. Pero las exteriores, como todo lo que rodea el ‘boom’ cannábico que se vive en Catalunya y en el resto de España, también están en expansión: uno de cada seis viveros desmantelado por los Mossos en 2022 fue 'outdoor'.

A lo largo de 2022, la policía catalana desarticuló 35 organizaciones criminales, arrestó a 2.130 personas vinculadas al narcotráfico de marihuana en Catalunya e intervinó 26 toneladas de cogollos preparados para su distribución.

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