Crisis hídrica

Radiografía | La sequía extrema se ensaña con los bosques del norte de Catalunya

En 2022 se registraron 33.000 hectáreas afectadas, casi un 50% más que el año anterior, la peor cifra desde que existen registros

Bosque afectado por la sequía en el Alt Empordà.

Bosque afectado por la sequía en el Alt Empordà. / DEBOSCAT

Valentina Raffio

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Hace décadas que los bosques catalanes sufren los efectos de la sequía en su propia piel. Los suelos, cada vez más secos, y los árboles, que pierden el color de sus hojas y se despojan antes de su follaje, son una clara muestra de cómo la falta de lluvias está perjudicando a estos ecosistemas naturales tan importantes para el territorio. Según alerta el último informe de DEBOSCAT, el año pasado se registraron más de 33.000 hectáreas de bosque afectadas por la sequía extrema. Esto supone casi 10.500 hectáreas más que el año anterior. Los expertos alertan de que estamos ante la peor cifra desde que existen registros en Catalunya.

La última radiografía de los bosques catalanes ha sido liderada por la Conselleria d'Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural, el cuerpo de agentes rurales y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF). En este último balance, que corresponde al año 2022, se muestra que los bosques que más sufrieron por la sequía extrema fueron los de las comarcas de la mitad norte de Catalunya como el Pallars Sobirà, Osona y Berguedà. Estas zonas se corresponden con los puntos donde se registraron temperaturas más extremas, más olas de calor y, a su vez, menos lluvias a lo largo del año pasado.

Se estima que al menos dos terceras partes de los bosques afectados por la sequía a lo largo del año pasado ya habían sufrido estrés hídrico en años anteriores. Según advierten los expertos, los bosques que acusan sequías de forma reincidente tienen menos probabilidades de recuperarse. Las zonas más afectadas por este fenómeno se sitúan en la Noguera y el Pallars Jussà. También preocupa la afectación registrada en comarcas como el Vallès Oriental, el Solsonès o el Bages, donde tras años de relativa recuperación de los bosques se ha observado un nuevo empeoramiento de los indicadores con los que se monitoriza el impacto de la sequía en los bosques.

Árboles más afectados

Las especies más afectadas por la sequía fueron los planifolios (unos árboles frondosos con hojas anchas y planas) como los pinos y los abetos. Estas especies son las que más daños han acumulado por la falta crónica de agua y las sucesivas olas de calor que tuvieron lugar el año pasado, cuando el calor extremo disparó los termómetros durante meses y dejó cientos de récords de temperatura en todo el territorio. El estudio de las especies coníferas (con hojas más estrechas y escamadas) sugiere que estos árboles muestran los efectos de la sequía con meses o años de retraso pero que, aun así, tras las condiciones extremas vividas en los últimos años también están empezando a mostrar signos de estrés.  

Los análisis indican que hay especies más resilientes que otras. Las encinas y los robles, por ejemplo, pueden acumular heridas por la sequía pero, llegado el momento, también son capaces de rebrotar si las condiciones mejoran. Los pinos, en cambio, muestran un peor pronóstico. El estudio de estos emblemáticos árboles apunta a que en cuanto pierden su característico color verde y pasan al marrón significa que ya han muerto. Y ahí ya no hay vuelta atrás.