Intrusión marina

El 40% de los acuíferos costeros ya están en mal estado por la salinización

El 76% de los acuíferos que dependen de la Generalitat se encuentran en mal estado

Barreras de agua regenerada: una forma de frenar la entrada de sal en los acuíferos

Panorámica del Delta del Llobregat.

Panorámica del Delta del Llobregat.

Guillem Costa

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Los acuíferos de Catalunya no pasan por su mejor momento. Y este hecho supone un problema, en tanto en cuanto las aguas subterráneas son una de las bases (más de la mitad del consumo) en las que se sustenta el abastecimiento urbano. Muchos de los acuíferos de interior sufren la contaminación por nitratos, causada sobre todo por las granjas de cerdos. En los acuíferos costeros, el enemigo no son los purines, sino la sal marina, que amenaza con dejar tocada de muerte el agua dulce.

El fenómeno supone un problema acuciado por la sequía: las aguas subterráneas abastecen la mitad del consumo urbano 

Según datos de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) a los que ha accedido EL PERIÓDICO, seis de las 15 masas de agua subterránea litorales se encuentran en mal estado por intrusión salina. Y tres más están bajo amenaza. El resto se mantienen en una situación óptima. Estos datos refuerzan la idea de que todavía queda mucho trabajo para hacer para mejorar el endeble mapa de aguas subterráneas de Catalunya.

¿Por qué ocurre este fenómeno? "La gran culpable es la sobrexplotación de este recurso. Si extraes más agua de la que se recarga de forma natural, el mar penetra fácilmente en el acuífero y lo daña", explica Santiago M. Barajas, miembro de Ecologistas en Acción. Si el acuífero está lleno del todo, el agua del mar choca contra una barrera de agua dulce. En cambio, cuando las reservas bajan, el mar tiene vía libre para entrometerse.

Barajas remarca una diferencia importante, y preocupante, entre el agua subterránea costera y la de interior: "Los acuíferos interiores que se han explotado demasiado se pueden recuperar si se frenan las extracciones. El caso de la contaminación es otra historia. En cambio, en las aguas subterráneas de costa, cuando la sal ya ha entrado, por mucho que no se extraiga más agua, la concentración de sal de 35 gramos por litro seguirá ahí".

"Si extraes más agua de la que se recarga de forma natural, el mar penetra fácilmente en el acuífero y lo daña"

— Santiago M. Barajas, Ecologistas en Acción

Los seis acuíferos catalanes que sufren la intrusión salina están en el Cap de Creus, en la baja Costa Brava, en el Baix Camp, en el tramo final del Baix Ter, en el delta del Llobregat y en la plana de Alcanar. No es un problema de una zona concreta. Es algo habitual en toda la línea costera.

En realidad, todos los acuíferos de España cercanos al mar están gravemente amenazados por este proceso de salinización. Según los datos de la ACA, estas seis masas de agua en alerta aún no están contaminadas al 100%.

Frágil Llobregat

Por tanto, todavía hay esperanza, ya que, en muchos casos, se trata de afectaciones puntuales. O sea, que los acuíferos conservan agua dulce intacta en algunas zonas, por lo que se siguen explotando para el abastecimiento o para usos industriales o agrícolas. En épocas de sequía, estos acuíferos suelen ser un recurso estratégico.

De hecho, muchos pozos de los que se utilizan en el área de Barcelona se encuentran sobre el acuífero del delta del Llobregat, uno de los acechados por la intrusión salina. Esto, además de complicar el abastecimiento urbano, no ayuda a resolver el estado precario del principal humedal barcelonés. En 2027 se acaba el plazo para mejorar la situación de las lagunas, que en estos momentos no cumplen con los requisitos de calidad ambiental establecidos.

Los problemas para el acuífero del delta del Llobregat empezaron durante las obras del puerto de Barcelona

Los problemas, para esta masa de agua subterránea metropolitana, empezaron durante las obras del puerto de Barcelona, en la década de los años 90, cuando se desvió la desembocadura del río Llobregat. En aquel momento, el acuífero se explotó más de lo debido. Entonces, la poca agua dulce que quedaba no podía hacer la presión necesaria para evitar la entrada del agua marina y el frágil equilibro se rompió.

Lo que ocurre en Alcanar, por poner otro ejemplo, es distinto. Y las causas no son siempre las mismas. Sin embargo, el fenómeno es el mismo: una lucha igualada entre el agua dulce y el agua salada. A menudo, quienes amañan este combate, en favor del agua salada, son los humanos.

Según Barajas, cada acuífero es un mundo: "No se pueden comparar entre ellos. Cada uno tiene su forma, sus rincones. Al fin y al cabo, un acuífero es un trozo de suelo, bajo tierra, en el que se almacena el agua. Pero no es lo mismo un suelo calcáreo que un sustrato de silicio".

"No intervenir"

¿Y cómo se puede resolver el problema? La Generalitat plantea un aprovechamiento moderado de este recurso y propone recargar los acuíferos con agua regenerada. Es decir, agua residual que no solo pasa por una depuradora sino que se somete a un tratamiento terciario.

Además, también se han creado barreras de agua dulce para frenar la intrusión salina. Sin embargo, Barajas no está de acuerdo con este método. Considera que las extracciones deben cesar completamente.

"No conozco ningún caso de un acuífero que se haya recuperado con agua regenerada. Estoy seguro de que el año que viene habrá algo más de sal. Un acuífero no es como una botella, que la puedes ir llenando como quieras", advierte. En lugar de lo que califica de "parche", defiende salvar el acuífero del exceso de sal de otra forma: "Si dejamos de extraer agua, al menos las zonas donde el agua dulce todavía está en buen estado se podrán preservar".

Opina que el agua regenerada se podría utilizar para potabilizar y consumir. "Así se evitarian las extracciones, que no serían necesarias, y conservaríamos el agua subterránea, un bien cada vez más escaso y valioso", zanja.

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