Menores inimputables

Las denuncias por delitos sexuales cometidos por menores de 14 años se duplican en Catalunya desde 2015

La Generalitat atribuye este aumento a la mayor sensibilidad social: "Ahora se denuncia lo que antes pasaba inadvertido", afirma la directora de la DGAIA

Los expertos defienden la intervención educativa frente al castigo penal

COLEGIO PUBLICO JOSE MARIA MI, EN LAS DELICIAS, FOTOS RECURSO. EDUCACION.  Jaime Galindo

COLEGIO PUBLICO JOSE MARIA MI, EN LAS DELICIAS, FOTOS RECURSO. EDUCACION. Jaime Galindo / Jaime Galindo

Elisenda Colell

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Las denuncias relacionados con la violencia sexual cometidos por niños menores de 14 años han crecido el 94% en los últimos siete años. Prácticamente se han duplicado, según los datos de la Conselleria de Drets Socials a los que ha tenido acceso este diario. La mayoría de denuncias a niños han descendido, pero la violencia sexual -ya sea a través de las redes, las violaciones y tocamientos no consentidos- es el tipo delictivo que más ha crecido entre estas edades tempranas. Estos niños no llegan a los juzgados, son inimputables, porque se considera que no tienen suficiente conciencia cuando delinquen.

La falta de apoyo de las familias, la precariedad laboral de los padres, imitar comportamientos de chicos más mayores o el abuso de las pantallas desde pequeños son factores que explican este comportamiento, según los especialistas. "No hay que etiquetarlos como delincuentes, son niños atrapados por el vacío que buscan experiencias adrenalíticas", explica un psicólogo que los atiende. De hecho, el 83% de los menores no vuelven a reincidir.

En los últimos siete años, la Direcció General d'Atenció a la Infància y la Adolescència (DGAIA) atendió a más de 7.000 niños de menores de 14 años (y a sus familias) que habían cometido algún delito, un datos que se han mantenido estables en los últimos años. Las denuncias contra la libertad sexual son los que que más han crecido, seguidas del acoso (+56%) y los delitos graves contra las personas (+9%). El resto han disminuido.

Cuatro profesionales para 100 chicos

Los casos más graves están atendidos por un servicio especializado de la DGAIA, con más de 16 años de experiencia (EMI-14), formado por cuatro profesionales. Un psicólogo y tres educadores sociales, que, según la directora general, llevan una media de 80 y 100 casos entre todos, los más graves que. “Los casos leves se gestionan a través de la red terriorial”, explica la directora general de la DGAIA, Ester Cabanes.

La violencia sexual no es el delito más habitual: supone el 8,8% (637) de todos los que cometen los niños, pero, aun así, se ha disparado. De los 53 delitos sexuales registrados en 2015 hemos pasado a 103 en 2022. La directora general de la DGAIA, Ester Cabanes, considera que las cifras son fruto de la sensibilización social. "Un tocamiento o una conducta sexual inapropiada que antes pasaba inadvertida, se decía que eran juegos de niños, hoy se denuncian", explica. Esto permite atender a las víctimas que antes callaban, pero también reeducar a los niños. Cabanes apunta a que parte de estos delitos se producen a través de las redes. "Los padres son más conscientes: hacen capturas de pantalla de los vídeos o de los mensajes que se envían y los casos llegan a la justicia con pruebas", insiste.

El castigo lo empeora

Para los expertos, es muy importante que estos niños no pasen por los juzgados. "No hay que etiquetarlos como delincuentes, están en proceso de desarrollo. Generaríamos círculos de retroalimentación negativa y cada vez responderían de forma más violenta. Hay que educarles, responsabilizarles y saber hasta qué punto están solos, desmotivados o tienen problemas de funcionamiento psicológico", insiste Jorge Tió, psicólogo clínico y psicoterapeuta de la fundación Sant Pere Claver que trabaja en el Equipo de Atención al Menor (EAM) de la entidad, con menores condenados e inimputables derivados por la Generalitat. Cabanes comparte su visión. "En estos casos, el castigo no es la solución porque no tienen conciencia del delito: educamos en la responsabilidad y sin estigma, que no se sientan culpables, sino que entiendan la gravedad de lo que han hecho y no vuelvan a hacerlo", explica la directora.

Como ocurre con los menores que sí son condenados, estos niños también suelen haber sufrido traumas mal gestionados: abusos sexuales, violencia de género en casa o la pérdida de un referente (por ejemplo, padres que han huido de la familia). "Un delito grave a los 10 o 12 años significa que allí está pasando algo. Reaccionan a sus miedos e inseguridades yendo de matones por la vida porque necesitan sentirse más seguros, sufren un daño interno que tienen que sacar... Si vamos con castigos no conseguiremos nada", sigue Cabanes. Una realidad que Tió confirma: "El machismo es también un elemento clave. Les llega propaganda que les hace sentir más fuertes. Son pequeños hombres atrapados por una máscara de fortaleza. Se saltan un proceso de aprendizaje para convertirse en hombres".

La clave, el entorno familiar

Por eso los profesionales se centran en comprender la situación familiar. "Se sienten muy solos, en su casa son invisibles y tienen muchas inseguridades. Los padres no tienen tiempo para hablar o estar con ellos y se refugian en dinámicas que no son adecuadas, ya sean procedentes de otros adultos o adolescentes más mayores, o de Internet", explica la directora general. "La precariedad económica es un factor de riesgo: padres que aguantan empleos precarios y que cuando llegan a casa no pueden más... pero también familias muy bien posicionadas que inhiben a los hijos con pantallas desde pequeños", opina Tió.

El experto señala que los hogares más afectados suelen estar formados por madres solas, migrantes con otros sistemas de valores, homosexuales a quienes el entorno les ha dado la espalda por su condición y reciben hostilidad o familias divorciadas donde, luego, los padres tienen otros hijos. "Son entornos donde faltan apoyos a la crianza o en que los niños se sienten desubicados ", prosigue.

Tió también explica que hay factores externos, como el sistema educativo, que tampoco ayudan. "Tienen una presión muy fuerte: la amenaza del fracaso es grande, sumado a una enorme incertidumbre ante el futuro y la falta de oportunidades. Les resulta muy difícil involucrarse en un proceso de aprendizaje porque nadie reconoce sus capacidades", cuenta Tió. "Están atrapados en una sensación de vacío de la que no pueden escapar. Hay un aburrimiento insoportable que gestionan con la excitación sexual o la adrenalina", sigue Tió. Esto afecta a delitos que van desde las agresiones sexuales hasta el vandalismo. Y luego lo exponen todo en las redes sociales. "Cuando difunden sus 'hazañas' se sienten reconocidos. Por un momento dejan de ser invisibles y fracasados. No ven más allá, no hay más consciencia que esa", añade el psicólogo.

Ayudas a la crianza

Es por ello que Tió insiste en que la mejor forma de prevención es el apoyo a las familias en edades más tempranas. "Dependiendo de cómo se críen tendrán más capacidad de soportar la frustración, de atender. Si no, se aíslan y en la pubertad estalla todo", sigue el experto de Sant Pere Claver, que añade que el consumismo de la sociedad actual tampoco ayuda. "Estos niños miden la vida en dinero, es lo que les orienta, es muy problemático inculcar valores así", sigue. El especialista también apunta a que es necesario que los padres tengan apoyos, así como mejorar la red de salud mental y prevención infantil. "No puede ser que para que reciban tratamiento tengan que llegar a hacer estas cosas", insiste.

Una reflexión que comparte la directora general, aunque con matices. "Programas en la crianza y de apoyo en las familias tenemos muchos, el problema es que mucha gente no llega. Se piensan que es solo para familias pobres o que les vamos a robar los niños, que somos como una especie de 'hombre del saco'", lamenta Cabanes, quien anima a las familias que necesitan pautas o apoyos con sus hijos, independientemente de su nivel de renta, a acudir a los servicios de los ayuntamientos o la Generalitat. "Siempre se puede hacer más, pero las familias deben de entender que no somos los malos de la película", defiende la directora.

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