Abusos sexuales

El 83% de menores condenados por agresiones sexuales en Catalunya no vuelven a delinquir

Jóvenes españoles con poca autoestima y víctimas de abusos o 'bullying': las causas de la violencia sexual entre menores van más allá del porno

La mayoría de adolescentes hacen terapias psicológicas en libertad vigilada, una medida que rebaja tres veces la reincidencia

destacado delincuencia juvenil

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Francisco José Moya
Elisenda Colell
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Menores de edad violando o abusando de otros menores. En dos semanas han estallado seis casos consecutivos y preocupantes: una violación grupal a una niña en Badalona, otro en El Vendrell, una agresión a una niña de Esparraguera, luego en Salou, también en Cervera y en Girona. Los adolescentes que están cumpliendo penas por delitos como éstos superan el centenar en Catalunya y se han multiplicado por 57 -de dos casos han pasado a 117- desde 2015, cuando la edad para consentir relaciones sexuales se elevó hasta los 16 años. Pero en Catalunya los agresores sexuales menores de edad (el 5,5% de toda la delincuencia juvenil) son los que tienen menores tasas de reincidencia: el 83,3% no lo vuelven a hacer. ¿Qué ocurre en sus cabezas para llegar tan lejos? ¿Cómo se les rehabilita? Los expertos que les atienden afirman que la pornografía no lo explica todo: detrás de esas conductas suele haber abusos, traumas, maltrato o duelos.

Las agresiones y abusos sexuales entre menores se disparan en siete años: pasan de dos a 117 jóvenes cumpliendo penas por este motivo 

En los últimos siete años, más de 24.000 jóvenes han sido atendidos por Justicia Juvenil de la Generalitat, según la mayor base de datos que publica esta dirección general. Educadores, trabajadores sociales y psicólogos especialistas son los encargados de reeducar a quienes cometen delitos entre los 14 y los 17 años. Ya sea en centros educativos privados de libertad (un 10%) o en régimen abierto y en libertad vigilada.

En los últimos siete años, 1.373 jóvenes de 14 a 17 años habrían cometido delitos contra la libertad sexual, son el 5,5% del total de menores que han delinquido

Según estos datos, 1.373 habrían cometido delitos contra la libertad sexual: abusos sexuales, agresiones sexuales o delitos relacionados con el 'grooming' o el 'sexting' a través de las redes sociales (compartir un vídeo íntimo de un menor se considera delito de pornografía infantil). La cifra total es abultada, pero estos jóvenes suponen tan solo el 5,5% del total de menores que han delinquido en Catalunya. Y menos del 1% de todos los varones de estas edades.

¿Son más o se ven más?

Los datos que ha analizado EL PERIÓDICO demuestran que, a pesar de la reducción durante los peores meses de la pandemia, los adolescentes que cumplen pena por delitos contra la libertad sexual se han triplicado en siete años. Los expertos tienen dos hipótesis para explicarlo. La primera es optimista: se denuncian más casos que antes permanecían en silencio y se escondían. Es una buena noticia para la recuperación de las víctimas y para detener y reeducar a los posibles violadores en potencia del futuro. La otra teoría señalaría que los niños de hoy, con el estallido del mundo digital en la palma de su mano, agreden más que en el pasado.

"Nos tenemos que alegrar de que suban las denuncias y las detenciones: hay más prevención y sensibilización. Pero es posible que la violencia real también esté aumentando. Yo creo que la violencia más grave no crece, los casos como los de Badalona son de muy baja frecuencia, pero sí ha aumentado la violencia sexual más leve. Algo está pasando porque las cifras son muy abultadas", explica el catedrático de psicología de la Universidad de Barcelona (UB), Antonio Andrés Pueyo. Se apoya en datos como que el consumo de alcohol y pornografía se inicia a edades más tempranas, así como que crecen las negligencias en la crianza. Son tres factores de riesgo. Los datos de la fiscalía general de menores refuerzan esta teoría: las agresiones sexuales más violentas cometidas por menores en España han crecido un 24% en una década mientras que los abusos, como tocamientos, lo han hecho al 250%.

La reincidencia cae a la mitad

Sin embargo, los menores que cometen delitos de violencia sexual tienen la segunda tasa más baja de reincidencia en Catalunya. La media de reincidencia entre menores delincuentes es del 30%, mientras que entre los que agreden sexualmente es del 16%: cae a la mitad. Son las últimas cifras disponibles, que proceden de un estudio de la Generalitat presentado en 2017 con datos de 2010, aunque este año el Govern está elaborando otro informe actualizado.

Sin un perfil concreto

La mayoría de estos adolescentes agresores sexuales en Catalunya son varones (98%) que han nacido en España (70%). Uno de cada cuatro llega ante la justicia con 17 años, y el 35% lo hace con 14 o 15 años.

Los expertos señalan que no hay un perfil único pero sí características comunes. "Vemos dos grandes tendencias: chicos con algún tipo de trastorno del espectro autista, dificultades de socialización, muy introspectivos... que suelen abusar de niños más pequeños. Y luego están los que son más extrovertidos, desafiantes, con problemas de límites y consumo de drogas que suelen actuar contra víctimas de su edad o más mayores", explican fuentes conocedoras.

Comparte esta visión Mar Calleja, psicóloga del programa Atura't de la Conselleria d'Afers Socials de les Illes Balears. Un programa único en España que, desde 2008, atiende a menores que han cometido delitos contra la libertad sexual o que a raíz de otros delitos se les detecta comportamientos sexuales preocupantes, sean imputables o no. Por allí pasan menores de todos los estratos sociales. "Vemos mucha falta de educación sexual, autoestima muy baja, problemas de relación, falta de muchos límites (no tienen claro su rol en la familia) y mucha distorsión cognitiva en la sexualidad porque no tienen claro el consentimiento, creen que todo el mundo accede a tener sexo con ellos", señala Calleja.

"Hay niños que ven porno a edades muy tempranas: no han madurado, no han tenido experiencias previas, nadie les ha hablado del sexo... no están preparados para comprender y resituar lo que ven y crean el deseo en relación a eso", opina Mireia Forner, psicóloga de la unidad de atención a las víctimas del Hospital Vall d'Hebron.

Un trauma mal gestionado

Calleja y su equipo siguen un tratamiento con varias pautas, y una parte fundamental es conocer la historia del menor. "Siempre aparece una situación traumática en la infancia que no supieron afrontar: ya sea la muerte de un familiar, un cambio de residencia, abandono de los padres, vivir violencia de género o haber sufrido abusos en la infancia", sigue Calleja. Una realidad que también ven otros profesionales de Catalunya, que suman la presencia de trastornos de personalidad o conductual, impulsividad, falta de empatía o que hayan sido víctimas de 'bullying'. "Están creando su identidad y llega un momento en que necesitan dejar de ser víctimas y en contraposición actúan como maltratadores", opina personal de atención. "Siempre hay una necesidad de poder y dominación", añade Calleja.

Según los cálculos que maneja Andrés, un 30% de los menores agresores han sufrido abusos en su infancia. "Su desarrollo sexual se ha truncado. Pero no todos los niños que lo sufren ejercen la violencia sexual, son un cúmulo de factores que van cristalizando", sigue Andrés. "El comportamiento grupal donde los menores no se atreven a decir 'no', la impulsividad propia de la adolescencia, la curiosidad o necesidad de tener relaciones sexuales en edades tempranas como reto, la obsesión con el porno (hay niños que pueden estar ocho horas consumiéndolo) son algunos de ellos", enumera.

Un 30% de los menores agresores han sufrido abusos en su infancia

El tratamiento es clave. Los datos de la reincidencia en Catalunya demuestran que la atención individualizada y en libertad vigilada reduce tres veces más la reincidencia que los que están encerrados. "Los chicos están dos o tres años haciendo terapia: trabajamos su responsabilidad con el delito y empatía con la víctima, les damos herramientas para que la conducta agresiva desaparezca, les ayudamos a controlar la ira, el enojo y a gestionar las emociones adversas", señala un educador catalán. "Llegan al programa negando el delito y salen admitiéndolo", sigue Calleja.

Recaídas y autocontrol

La última parte de la terapia es la de prevención de recaídas. "Es la parte final del proceso. No estamos seguros al 100% de que no van a reincidir pero les ponemos a prueba para que tengan autocontrol", comentan desde el sistema catalán. En las Baleares también trabajan la sexualidad sana con los chicos y los padres. "Hay muchas cosas básicas que no saben porque nadie les ha hablado de ello", dice Calleja.

Al cumplir la condena, algunos chicos contactan con Prevensi o Àngel Blau, los únicos servicios que atienden la conducta pedófila. Otros acuden a los centros de salud mental para adultos o se gravan en sus contactos el teléfono de emergencias 112. Lo importante es tener lugares a los que acudir cuando sientan la pulsión.

Pero al final, los agresores, igual que las víctimas, se dan de bruces con un sistema de atención que lleva años colapsado. "Una familia que se da cuenta de que su hijo tiene conductas sexuales inadecuadas sin grandes problemas de salud mental no tiene ningún sitio al que acudir. Hay que esperar que empeoren y hagan daño para que les traten", se queja Andrés. "Antes de llegar a la violencia sexual tan grave hay señales de alarma que no vemos. Es importante destinar recursos a las familias para que tengan tiempo de calidad para hablar estos temas", insiste Anna Fábregas, jefa de la unidad EMMA del Vall d'Hebron.

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