Anna Fàbregas

Una luz al final del túnel de la violencia sexual en la infancia

Textos: Michele Catanzaro
Ilustración: Leonard Beard
Infografías: Ramon Curto

Los primeros niños víctimas de violencia sexual que la pediatra Anna Fàbregas (Barcelona, 1977) visitó en urgencias del Hospital Vall d’Hebron, hace quince años, parecían casos raros y aislados. “Tenía la sensación de que era una cuestión puntual, de que eso no pasa”, recuerda la doctora.

Pero luego Fàbregas empezó a unir puntos en sus historiales médicos. “El niño abusado ya había acudido a urgencias porque lloraba mucho, porque tenía dolores de barriga, porque se había caído más veces de lo normal, o porque se había intoxicado con un producto doméstico”, relata. Eran señales de alarma que los profesionales no habían sabido leer.

Hoy Fàbregas lidera un grupo multidisciplinario especializado en detectar esos problema. Sólo en 2021, el equipo EMMA del Vall d’Hebron trató más de 300 casos de violencia en la infancia y la adolescencia hasta los 16 años. Además de identificarlos, el grupo los acompaña para que encuentren una luz al final del túnel del abuso.

En los quince años que van de esos primeros encuentros, Fàbregas ha visitado víctimas de todas las clases sociales - lo que tumba un prejuicio común: que esos abusos sexuales ocurran sólo en entornos marginales.

Eso no quita que sí hay patrones en el fenómeno. La casi totalidad de los agresores son hombres, mientras tres cuartas partes de las víctimas son mujeres, según los datos de EMMA. Y la mayoría de los casos son internos a la familia.

El equipo EMMA está integrado también por profesionales de la psicología clínica y del trabajo social. Este abordaje, llamado pediatría social, tiene en cuenta no sólo la enfermedad, sino también los aspectos ambientales que influyen en la salud.

“Para tratar el dolor de barriga, la cefalea o las palpitaciones de esa adolescente, a lo mejor hay que entender si le va bien en casa o en el colegio, si está sufriendo un acoso o una violencia sexual”, explica Fàbregas.

El equipo trabaja con la parte cuidadora de la familia (“los padres se preguntan: ¿como puede haber en casa y yo no me he dado cuenta?”, relata Fàbregas), con el pediatra referente en el territorio, con la escuela, etcétera.

Desde que tiene memoria, Fàbregas quiso ser médico – recuerda que le influyó la serie “A cor obert” de TV3. Se licenció en medicina por la Universitat Autònoma de Barcelona en 2021 y se especializó en pediatría en el Vall d’Hebron. También sacó un master en endocrinología, metabolismo y nutrición pediátrica, mientras por las tardes trabajaba en el CAP de Valldoreix. En 2007 cogió una plaza en el servicio de urgencias pediátrica del Vall d’Hebron, con el cual ha estado vinculada desde entonces.

“Los casos de maltrato infantil son complicados. No todo el mundo quiere asumirlos. Es un tema que toca emocionalmente, y además hay que hacer informes”, explica. Cuando hay una sospecha de mal trato a un menor, el médico tiene que informar al juzgado de guardia, a la fiscalía de menores y a la DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia). La vía legal se activa aunque la familia no denuncie, y el médico puede ser llamado a juicio como testigo o incluso como perito.

“Yo empecé a hacerme cargo de estos casos. Es un tema importante, que da secuelas muy grave y no le estabas prestando atención. Se hacía poco en los hospitales de aquí, mientras en EEUU ya había programas de prevención y detección”, explica Fàbregas.

Pero el problema no dejaba de llamar su atención. “En una resonancia, se detectaron lesiones de tres semanas en un niño que tenía tan sólo trece días. De entrada, pensé que debía ser un error. Luego me di cuenta de que el padre había golpeado a la madre en la barriga antes del nacimiento”, relata.

La idea de una consulta de pediatría social la planteó en 2016, al volver de su segunda baja maternal. En 2019, el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya sacó un protocolo contra el mal trato infantil, que propulsó la idea del grupo EMMA.

Luego vino la pandemia, y Fàbregas estuvo en el vórtice de las UCI del covid-19. Pero también constató como los casos de abusos a menores se disparaban, por el confinamiento y la degradación de las condiciones sociales. El grupo nació oficialmente en noviembre de 2020.

Fàbregas se enfrenta al horror de los abusos casi cada día. Pero asegura que hay esperanza. La pediatra recuerda el caso de dos niñas víctimas de violencia sexual por parte de su padre en su país de origen. Cuando la mayor intentó el suicidio, finalmente les separaron del agresor y pudieron unirse a su madre en Barcelona.

“Estaban muy mal. Hablé mucho con su madre y me costaba no ponerme a llorar”, recuerda Fàbregas. El equipo activó la terapia psicológica y contactó con su escuela y su ambulatorio. “Hace unos días, la madre vino a verme al hospital para contarme las buenas notas que sacan el en colegio”, relata la pediatra.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos: Michele Catanzaro
Ilustración: Leonard Beard
Infografías: Ramon Curto

Anna Fàbregas Martori participó en un encuentro en vídeo en directo en los canales de Youtube y Facebook de EL PERIÓDICO, el martes 4 de octubre de 2022, a las 18.30 horas.