Entrevista

Marc Hortal, director de instituto: “Hay mucha desigualdad, y eso no hay metodología mágica que lo arregle"

El profesor de INS Picasso, en el barrio de Torre Baró y referente educativo en Barcelona, urge a abordar cambios estructurales

Entrevista a Marc Hortal, director del INS Picasso de Torre Baró

Entrevista a Marc Hortal, director del INS Picasso de Torre Baró / FERRAN NADEU

Helena López

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Algunos compañeros se sintieron señalados por el Departament tras los malos resultados en las últimas pruebas de competencias básicas.

Siempre se acaba cargando la responsabilidad en el profesorado y es bastante injusto. Hemos sufrido muchos cambios legislativos, normativos y organizativos, y a menudo no dejan que se asienten y den un mínimo fruto; además de la infrafinanciación del sistema desde hace muchos años y el exceso de tareas y de responsabilidades sobre el profesorado. Les pedimos de todo y, cuando hay unos malos resultados, salen con un plan en 15 días para revertir la situación. Uno de los lemas de las huelgas del curso pasado era “la educación no se improvisa”. No podemos sacarnos de la manga un plan de choque cada vez que hay un mal resultado y olvidarlo al año siguiente para implementar otro; y nuestro sistema vive mucho de eso. Le falta estructura, estabilidad y tradición, y después culpamos al profesorado de que las cosas no funcionen. 

¿Dónde se sitúa en la 'guerra' abierta entre ‘pedabobos’ y ‘profesaurios’?

Tendríamos que tener un debate respetuoso y razonable. Un debate pedagógico, sobre metodologías y resultados. Muchas veces ese debate no existe. Los profesores no somos mejores que el resto de la población y hemos caído en la polarización de las redes sociales, donde al final todo es blanco o negro. Simpatizo más con el modelo competencial, pero también pienso que un modelo más tradicional tiene cosas muy buenas si se hace bien. La cuestión es lograr una cierta estabilidad y un cierto consenso sobre cómo trabajar. 

Hay consenso en algo: falta estabilidad.

Llevamos tres decretos de currículum en 12 años, competenciales. Es normal que ante tanto currículum competencial haya una reacción, una gente que ya se sienta agotada de tanto discurso competencial.

Una de las críticas del sector competencial al tradicional es que el sistema basado en clases magistrales dejaba a muchos alumnos atrás. ¿Usted lo siente así?

A veces parece que con la metodología lo puedas hacer todo; que la metodología tenga que acabar con toda la desigualdad social y tenga que poder revertir todos los problemas de equidad que tiene el sistema y no es así. Por eso a veces hay un malestar en el profesorado. Parece que nos lo vendan como una metodología mágica que hará que todos los alumnos aprendan, y no depende de eso: depende de recursos, de cambios estructurales. Tenemos mucha segregación, mucha desigualdad, inestabilidad en el funcionamiento... Para revertir todo eso no solo hacen falta cambios metodológicos, que yo creo que son positivos. Sin cambios estructurales, no lograremos mejores resultados ni más equidad. 

Dicho esto, usted sí cree en el modelo competencial. 

Hay muchas maneras de trabajar. Yo creo que un modelo más conectado con la realidad, que intente conectar con las experiencias de los alumnos, en el que tengan un papel más activo; pero sé que es un modelo más difícil de organizar y de implantar y que conlleva más trabajo para el profesorado. Eso se tiene que reconocer. Una combinación equilibrada de las dos maneras de trabajar es buena, sobre todo respetando la autonomía del centro y la del profesorado para organizarse.

"Antes tenías que vigilar el patio, y ahora tienes que vigilar todo el universo digital durante 24 horas"

¿En su instituto ese equilibrio funciona?

Somos un centro que no ha hecho grandes cambios metodológicos, al menos a nivel general. Somos un centro bastante tradicional con algunos elementos innovadores. Ahora estamos intentando encontrar espacios de reflexión para avanzar hacia el nuevo currículum. Pero lo que nos falta mucho a nivel de sistema es eso, tiempo para pensar y para organizarnos; y el sistema no para de exigirnos cosas nuevas y de implementar novedades. Y este año que podría ser tranquilo después de dos años de pandemia muy duros, nos encontramos que tenemos que implementar la estrategia digital de centro, un plan para mejorar la situación del catalán, el nuevo currículum de bachillerato… Nunca encuentras un momento para reflexionar colectivamente. 

En principio la incorporación en enero de los nuevos 3.500 profesores para implementar la disminución de la hora lectiva de los docentes debería servir para ganar ese tiempo, ¿no? 

Yo creo que es una medida positiva y son las que se tienen que aplicar. Aumentar los recursos que entran en el sistema y que el profesor haga menos horas lectivas y tenga que atender a menos alumnos es lo que necesitamos. Más allá de debates metodológicos o debates sobre competencias.  

El ‘conseller’ ha asegurado que esas 3.500 contrataciones servirían para impulsar al fin el Decreto de la Inclusiva. ¿Coincide con él?

Son muchas horas extra que entran al centro y que se pueden aprovechar para muchas cosas. Lo que hubiera ido bien habría sido saberlo antes para poder organizarnos con tiempo y con criterio. 

Además de la inclusiva, otra de las grandes asignaturas pendientes es la segregación escolar.

Es bueno que tengamos el tema sobre la mesa desde hace dos o tres años, que antes no estaba. Y se ha hecho una estrategia para reducirla que, por lo que sé, ha dado frutos en algunos lugares. En algunos lugares sí ha habido una escolarización más equilibrada. En otros sitios, como es nuestro caso, no ha dado ningún fruto. Hay centros que necesitan un extra de recursos. Algunos centros ya tenemos más recursos que la media, en horas de profesores y equipo social, pero no sirve para equilibrar los resultados ni para lograr resultados educativos iguales que el resto del sistema.

Exponga alguna de sus urgencias.

El absentismo, por ejemplo. En algunos lugares es un problema grave y no se resuelve con metodologías mágicas, lo que conecta con el malestar del profesorado. A veces los medios de comunicación compran discursos de gente que tiene soluciones mágicas para temas muy complejos. Los que estamos en el aula sabemos que, no por hacer según qué proyectos, los alumnos asistirán encantados a clase, porque son problemas muy enquistados, con causas sociales, económicas, culturales… y las herramientas que tienes tú en el aula son pocas para resolver esos problemas.  

A sus ojos, ¿qué haría falta para revertir la segregación escolar? 

Reducir el peso de la concertada. Venimos de una situación con un desequilibrio muy grande. Se trata de una separación estructural entre una concertada que acoge muchos menos alumnos con dificultades de los que le tocaría, y una pública que asume muchos más, y en algunos casos, la totalidad. Si no hay un cambio estructural es muy difícil que eso se equilibre.

¿Qué opina sobre los sistemas de evaluación? 

Se está trabajando mucho el tema de la evaluación formativa y yo creo que es un campo interesante. La evaluación como una parte del aprendizaje, no como una nota al final del proceso. Introducir al alumno, darle responsabilidad en su proceso de aprendizaje, que el alumno se autoevalúe y vea en qué ha fallado y en qué no… Eso no quiere decir que el profesor no ponga nota, pero si entiendes dónde fallas, es positivo. Ese es un cambio de modelo bastante revolucionario y bastante exigente para el profesorado. Es más trabajo a la hora de programar, pero tendríamos que ir hacia allí.

¿Cómo llevan el impacto de la tecnología en el día a día del aula?

En algunos campos estamos totalmente desbordados, como en el tema de los móviles. Nos encontramos el lunes a las ocho de la mañana que nos vienen ya con un conflicto. Familias de alumnos que se han discutido en las redes. Antes tenías que vigilar el patio, y ahora tienes que vigilar todo el universo digital durante 24 horas. Y ya puedes hacer charlas sobre el uso responsable de los móviles o una actividad en tutoría sobre los peligros de las redes sociales: es una gota en el mar. Y se ponen muchas expectativas en nosotros; parece que tengamos que resolver todo lo que la sociedad no es capaz de resolver. 

"La evaluación formativa es un campo muy interesante, la evaluación como una parte del aprendizaje, no como una nota al final del proceso"

¿Qué herramientas tienen para resolver esas situaciones?

Puedes prohibir los móviles en el instituto, pero, una vez en casa, no puedes hacer nada. Es como poner puertas al campo. El móvil que nos supera a todos. Supera las capacidades emocionales que tienen los alumnos, y además cambia muy rápido. Cuando has entendido Facebook, resulta que están en Tik Tok.

Por último, hablemos del catalán. ¿Cuál es su estado de salud en los colegios? 

El catalán en la escuela es un reflejo del catalán en la sociedad. En muchos lugares ha perdido espacio por motivos demográficos, sociales, mediáticos… Y eso se refleja en las escuelas, que tiene su papel, pero no pueden cambiarlo todo. Al final, si en un barrio nadie habla catalán, nadie lo usa y nadie lo necesita, es muy difícil que el alumnado lo vea como útil. Aquí creo que la escuela tiene margen de mejora. No solo tenemos que enseñar gramática. En contextos como el nuestro tenemos que enseñar al alumnado que el catalán es una lengua viva, útil, interesante y divertida.

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