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¿Desmiente Tutankamón la idea de los saqueadores de tumbas?

El arqueólogo Howard Carter descubrió el sarcófago del hijo de Akenatón en 1922 y en él halló su tesoro, pero pocas pinturas

María José Vidal Devesa

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Tutankamón, hijo de Akenatón, el “rey hereje” y esposo de Ankesamón, su hermanastra (hija de Akenatón y Nefertiti), debe su fama a que su tumba fue la única del Valle de los Reyes que se encontró repleta de objetos : su descubrimiento por Howard Carter en 1922 constituyó un acontecimiento arqueológico de relevancia mundial, mostrando el esplendor y la riqueza de las tumbas reales y sacando a la luz valiosas informaciones sobre la época.

En el Antiguo Egipto el rey mandaba comenzar la excavación de su tumba a partir de su coronación. Y lo más importante : se iban pintando sus paredes progresivamente con todas sus pertenencias; incluso se pintaba su entorno familiar : esposa, hijos, parientes...

 La pregunta que procede es: ¿por qué se pintaban las tumbas? Y en el caso de Tutankamón, ¿por qué hay pocas pinturas en la suya y Howard Carter halló en ella el "tesoro" del rey? Vayamos por partes :

-Los egipcios creían en la reencarnación y pensaban que se reencarnarían exactamente en lo mismo que habían sido en vida : el esclavo sería esclavo y el rey : ¡rey!. Todas las creencias se inventaron desde y para los altos estamentos de esta sociedad perfectamente estratificada. Las tumbas se pintaban porque los egipcios creían que la pintura del objeto equivalía de facto al objeto en sí y como en la "otra vida" iban a revivir todo cuanto había sido la anterior, necesitaban llevar con ellos sus pertenencias : todo cuanto eran y habían poseído en vida tenía que estar representado. Esta es la razón de las pinturas.

 - En la tumba de Tutankamón hay pocas pinturas porque el rey vivió poco y murió de repente : su tumba estaba inacabada a día de su muerte, lo que obligó a preparar precipitadamente su mausoleo. Sólo las paredes de la cámara sepulcral estaban decoradas con pinturas referentes al ritual funerario y al entierro del monarca.

 - La unión de los puntos anteriores explicaría por qué se hallaron tantos objetos en la tumba de Tutankamón : el rey 'necesitaba' sus pertenencias pintadas para tenerlo todo en el Más Allá. Al morir con la tumba inacabada, la solución solo podía ser, para no ir en perjuicio del rey, la colocación en el hipogeo íntegramente y materialmente de los objetos. La tumba contiene más de 5000 piezas, actualmente custodiadas en el Museo Egipcio de El Cairo, cuya contemplación requiere varias horas. Considerando la breve historia de este rey, produce vértigo imaginar lo que se podría haber hallado en las tumbas de faraones longevos (Ramsés II, por ejemplo) y no se ha encontrado nada. Mi hipótesis tiene que ver con las fabulaciones sobre saqueo de tumbas y "maldición de faraones".

Howard Carter, trabajando con el sarcófago de Tutankamón. 

Howard Carter, trabajando con el sarcófago de Tutankamón.  / Reuters

Los egipcios eran muy pragmáticos y por esta razón podrían haber inventado que los objetos pintados equivalían a los objetos en si mismos : en condiciones normales esos objetos que poseía el faraón nunca llegaban a colocarse en su tumba, ya que bastaba pintarlos para que éste los tuviera en el Más Allá. Por lo tanto, los "saqueadores" como tales nunca existieron : era el propio sucesor quien se guardaba para sí los objetos de su antecesor disfrutando de ellos. Tutankamón fue la excepción : ¿cómo se le iba a negar a este rey no tener en la "otra vida" todo cuanto había poseído en su reinado?. La razón se desconoce pero lo que importa son los hechos y en este sentido, todos sus tesoros se hallaron en su tumba.

La maldición de Tutankamón

 El descubrimiento de la tumba de Tutankamón fue uno de los grandes hitos de la historia de la arqueología y sin duda el más mediático. La amplia resonancia y el interés que despertó en todo el mundo se prolongó artificialmente atribuyendo la muerte del mecenas de la expedición, Lord Carnavon, a la "maldición de Tutankamón", una fabulación periodística que pasaría a la literatura del terror y al cine. La ola de interés por el Antiguo Egipto sacudió Occidente tras el descubrimiento de esta tumba y ello no pasó desapercibido en Hollywood. A título de ejemplo : la primera película que capitalizó esta "egiptomanía" y se hizo eco de esta fantasía fue 'La Momia' , film de terror producido por Estudios Universal en 1932, dirigido por Karl Freund y protagonizado por Boris Karloff. En esta creación cinematográfica, la momia que vuelve a la vida está inspirada en la "maldición de Tutankamón". Este thriller psicológico es una historia con moraleja sobre los supuestos peligros de interferir en las costumbres ancestrales de una cultura extranjera.

El frenesí mediático por la excavación hizo que una particular idea de lo egipcio se apoderara de la imaginación popular, llegando incluso a alimentar el desarrollo de una parte del estilo arquitectónico Art Déco : muchas salas de cine estadounidenses de los años 20-30, se adornaron con decoraciones que imitaban la opulencia del Antiguo Egipto. Pero la idea de una "momia en movimiento" le habría sido completamente ajena a los antiguos egipcios, pues va en contra del concepto que conlleva la momificación : preservar a los muertos y garantizarles una vida tranquila y pacífica en el Más Allá. Es más, las tumbas egipcias carecen de inscripciones destinadas a execrar a los sacrílegos, a diferencia de las necrópolis de otras civilizaciones antiguas milenarias.

 No deja de ser cierto que a la muerte de lord Carnavon siguió la de otras personas vinculadas con el hallazgo : hacia 1930, la prensa sensacionalista computaba ya 23 víctimas de la maldición. Sin embargo, la relación de muchas de ellas con las excavaciones era tangencial y la causa de su fallecimiento era casi siempre tan corriente como la del propio lord Carnavon, fallecido en abril de 1923 por bacteriemia (presencia de bacterias en la sangre que provocan una importante infección). Creado ya un misterio donde no lo había, se buscaron explicaciones científicas del mismo y se atribuyeron las defunciones a esporas de hongos u otros tóxicos contenidos en el aire enrarecido de la tumba, obviando el hecho de que Carter y casi medio centenar de personas que participaron directamente en los trabajos seguían vivos.

 Quizás hubiera sido más atractivo que los saqueadores existieran y que la maldición del faraón fuera un hecho, pero, a través de mi conocimiento y pasión por la civilización del Antiguo Egipto, puedo afirmar que tras esa historia no hallarán ni fábulas ni quimeras.

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