Un hito de la egiptología

10 "cosas maravillosas" de la tumba de Tutankamón

Cuando se cumplen 100 años del descubrimiento realizado por el arqueólogo Howard Carter, recordamos la intrahistoria de 10 tesoros hallados entre las más de 5.000 piezas que se encontraron en el interior de la tumba del faraón niño

Un siglo del hallazgo de Tutankamón: las incógnitas que siguen abiertas

De cómo Howard Carter desató la Tutankamonmanía en España

El hallazgo de la tumba de Tutankamón: fe, robo y 'fake news'

Objetos de la antecámara de la tumba de Tutankamón, en una de las fotos que tomó Harry Burton.

Objetos de la antecámara de la tumba de Tutankamón, en una de las fotos que tomó Harry Burton. / HARRY BURTON

Anna Abella

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Cosas maravillosas": archiconocidas son las dos palabras que el arqueólogo Howard Carter pronunció sobre lo que vio al atisbar con una vela a través de un agujero que daba a la antecámara de la tumba más famosa de la egiptología, la del faraón Tutankamón. De su hallazgo, en 1922, se cumple el 4 de noviembre un siglo. Dentro había más de 5.000 objetos de extraordinario valor. Contamos la intrahistoria y el significado especial de 10 de ellos:   

Cabeza de madera del joven Tutankamón

Mide 30 centímetros y fue fuente de polémica. Esta cabeza de madera del rey Tutankamón cuando era niño emerge de una flor de loto, que se cierra de noche y se abre de día, simbolizando la resurrección y el renacimiento del faraón en el otro mundo. No está claro si se encontró en la antecámara o bajo los escombros del pasillo descendente. Lo que sí lo está es que el Servicio de Antigüedades egipcio, enfrentado con Carter, forzó un inventario y descubrió la estatuilla perfectamente embalada dentro una caja de botellas del prestigioso vino Fortnum & Mason, revelando que el arqueólogo no la había inventariado ni fotografiado en ninguno de sus meticulosos registros previos. Carter lo achacó a un olvido, pero los egipcios le acusaron de robar la pieza y de querer llevársela a Londres en secreto.

Ataúd de oro

Más de 110 kilos de oro casi puro se utilizaron en el imponente ataúd interior de 1,90 metros de largo, el más cercano a la momia del faraón de los tres que guardaban su cuerpo, uno dentro de otro. Los trabajos para separar el segundo ataúd de este último fueron un verdadero rompecabezas para Carter, pues estaban estrechamente encajados. Tiene la forma del rey, con tocado con la cobra y el buitre y sujetando el báculo y el mayal. En la cubierta figuran las diosas protectoras que cubren con sus alas su cuerpo. El arqueólogo logró levantar la tapa que dejaría ver la momia el 28 de octubre de 1925, tres años después del hallazgo de la tumba. Al elevarla apareció la no menos espectacular máscara de oro que cubría su rostro envuelto en vendas.

La máscara de 11 kilos de oro

11 kilos de oro fino pesa la bella máscara del faraón. Una imagen de 54 centímetros, con incrustaciones de piedras semipreciosas, lapislázuli y vidrio, convertida en el indiscutible icono de la egiptología. En el dorso está grabado el capítulo 151 del Libro de los Muertos, inscripción a la que no se ha prestado mucha atención, lamenta el escritor y egiptólogo Nacho Ares en su libro 'Cosas maravillosas', y que, según su propia teoría, puede entenderse como el origen de la famosa maldición que pesa sobre quienes se relacionaron con el hallazgo de la tumba. El texto se refiere a cómo puede protegerse la cámara funeraria con magia de cualquier contratiempo, como por ejemplo, los ladrones: "Que sus enemigos caigan debajo de él [Tutankamón] ante la Gran Enéada, en la que podemos encontrar la gran mansión de los dioses de Heliópolis".

La copa de los deseos

De alabastro, esta copa con forma de flor de loto de 18 centímetros de alto fue una de las piezas de la tumba preferidas de Carter, que eligió la inscripción que recorre su borde para el epitafio de su propia tumba: "Que tu ‘ka’ (espíritu o fuerza vital) viva y puedas vivir millones de años. Tú que amas Tebas, sentado con tu rostro mirando hacia el viento del norte, que tus ojos vean la felicidad. ¡Oh noche, extiende sobre mí tus alas como las estrellas imperecederas!". Era un símbolo de renacimiento y ofrecía resurrección, felicidad y vida eterna.

El trono dorado

De 104 de alto y 83 de ancho, este fabuloso trono de madera, que Tut pudo llegar a utilizar en vida, recubierto con pan de oro y decorado con plata, vidrio y piedras semipreciosas, destaca especialmente por la bella e íntima escena que muestra en el respaldo: en ella, de pie, está la Gran esposa real, Anjesenamón, aplicando delicadamente ungüento en el cuerpo de su marido sentado. La reina asume también el papel de una diosa ligada a la coronación. Además, en la inscripción aparece el antiguo nombre del rey, Tutankatón, antes de recuperar el culto a Amón después de que su padre, Akenatón, conocido como el rey hereje, apostara por el monoteísmo adorando a Atón, el dios sol, cuyos rayos iluminan a la pareja en la escena. El estilo es también el del arte típico de Amarna, la capital egipcia fundada por Akenatón, quien además era el padre de Anjesenamón (su madre fue Nefertiti), con lo que la pareja real eran en realidad hermanastros. En el Antiguo Egipto, la mayoría de egipcios se sentaban en taburetes o en el suelo: las sillas, o tronos, eran objetos que indicaban riqueza y poder. 

EFE / IAN LAGSDON

Tutankamón empuñando un arpón

Con la corona roja del Bajo Egipto y faldellín de tela plisada y encarnando al dios Horus, garante del orden divino, el joven faraón Tutankamón, esculpido en una talla de madera dorada de 75 centímetros de alto, está en equilibrio sobre una barca. La estatua parece congelar el momento en que el rey se dispone a lanzar un arpón; no está pescando sino que, según la mitología egipcia, su objetivo es probablemente un hipopótamo, encarnación del dios Seth, que no aparece en la figura. La pieza fue una de las rotas y robadas durante el asalto al Museo Egipcio de El Cairo durante la revolución en Egipto del 28 de enero de 2011, que derrocó al presidente Mubarak. Fue recuperada semanas después en extrañas circunstancias, maltrecha, hallada por casualidad en una maleta en el metro, y posteriormente restaurada.

Capilla para los vasos con las vísceras

Imponente capilla de madera dorada de casi dos metros de alto cuya función era guardar el cofre de alabastro donde había los vasos canopos que contenían los órganos internos de Tutankamón: el hígado, los pulmones, el estómago y los intestinos. A cada lado, cubriendo cada entrada, cuatro preciosas figuras de diosas -Isis, Serket, Neftis y Neith-, todas con túnica plisada y mirando hacia las paredes del templete, custodian y protegen las vísceras reales con los brazos extendidos. La estructura está coronada por una hilera de cobras solares. Se dice que contenía esta inscripción: "Aquellos que penetren en la tumba sagrada serán visitados al instante por las alas de la muerte". Más abono sobre la teoría de la maldición.  

Torso-maniquí de Tutankamón

De madera recubierta con una fina capa de estuco y pintada es este torso de 73,5 centímetros sin brazos y con el rostro del faraón aún muy joven. Modelo a escala real, no está clara su función. Bien pudo ser un maniquí realizado con sus medidas para probarle ropas y/o colgar joyas, como especuló Carter. Otros, como el arqueólogo egipcio Zahi Hawass, creen que era una figura de tipo ritual, aunque también pudo ser parte de lo que debía ser una estatua completa del faraón. Un objeto insólito en el arte egipcio.

Caja de madera de un rey triunfante

Caja de madera detalladamente decorada, estucada y policromada, hallada en la antecámara de la tumba. Las delicadas miniaturas grabadas muestran al faraón montado en un carro luchando contra enemigos extranjeros pero también cazando leones, gacelas y burros salvajes. Son un icono del triunfo del rey. Mide 88 centímetros de largo por 51 de fondo y 55 de ancho. Carter la consideró "uno de los mayores tesoros artísticos de la tumba". En su interior había ropa, como la vestimenta de un sacerdote, túnicas, sandalias, zapatillas y un reposacabezas dorado. Algunas de las prendas tenían la talla de un niño y probablemente fueron usadas por el rey en su infancia.

Lecho funerario de las leonas

En la tumba había tres lechos funerarios de madera dorada y decorados con incrustaciones de más de dos metros de largo y distintos anchos y altos. Uno tiene cabezas de vaca, otro de Ammit, una criatura mítica con cabeza de hipopótamo, patas de león y cuerpo de cocodrilo, y otra de leona. Son tres de las obras de arte más importantes de la tumba. Ares destaca la de cabezas de leona, con lágrimas de cristal azul expresando el dolor por la muerte del faraón. El león era en la civilización egipcia símbolo de virilidad y fuerza, y sus patas a menudo se usaban como pies de mobiliario, como en este caso, y como en el de otra cama hallada en la tumba que seguramente sí se usó en la vida cotidiana: está pintada de blanco y la base es un entramado capaz de soportar el peso de un cuerpo, hecho de bandas de lino, sobre el que posiblemente había un colchón del mismo material. 

Suscríbete para seguir leyendo