Tendencias sociales

Jeffrey Dahmer: tatuajes, parodias y disfraces de Halloween del asesino en serie, ¿moda o blanqueo?

La romantización y erotización en TikTok del criminal cuya historia arrasa en Netflix rescatan el viejo debate sobre la posible imitación de la violencia que vemos en la ficción

Evan Peters, en el papel de Jeffrey Dahmer en la serie de Netflix.

Evan Peters, en el papel de Jeffrey Dahmer en la serie de Netflix. / El Periódico

Germán Aranda

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El rostro del asesino en serie Jeffrey Dahmer tatuado en una pierna o un brazo. Chicas y chicos babeando ante el torso musculoso de Evan Peters, el actor que lo interpreta. O vídeos parodiando cómo no hubiera sido capaz de engañar a las víctimas si lo hubiera intentado en Latinoamérica. La romantización, erotización y banalización del asesino en serie y caníbal Jeffrey Dahmer bulle en TikTok. ¿Se trata de una tendencia peligrosa o de una moda pasajera en redes sin más?

Jeffrey Dahmer mató y se comió a 17 chicos jóvenes negros después de intentar seducirlos a principios de los años 90. La serie sobre su historia está arrasando en Netflix en todo el mundo y en las redes la parodia y la fascinación se imponen a las visiones más críticas. Se han viralizado tatuajes con su rostro y disfraces de cara a Halloween, algo similar a lo que ya sucedió recientemente con Ted Bundy, otro asesino en serie que inspiró una ficción recientemente. 

De entrada, el fenómeno no es nuevo: en las tiendas de souvenirs del centro de Barcelona aún se pueden comprar camisetas con el rostro de Pablo Escobar y a Miguel Carcaño, el asesino de Marta Del Castillo, sus fans le enviaban mensajes por Facebook diciéndole que era muy guapo y también dinero a la cárcel. En este caso, ni siquiera hizo falta una ficción que lo romantizara. Pero el fenómeno viene de hace mucho más tiempo. 

Un fenómeno antiguo

El crítico cultural Nacho Moreno cree que es algo que se remonta a los orígenes del cine sobre asesinos: "Yo creo que desde la primera película de asesinos en serie que se hizo, que si no me equivoco fue 'El vampiro de Dusseldorf' (1931), de Fritz Lang, se ha romantizado siempre a estos asesinos. Películas como 'La noche del cazador' (1955) o 'El cabo del miedo' (1991) retrataban a esos personajes masculinos que representaban la maldad más absoluta que irrumpe en la cotidianeidad de personajes bondadosos", explica. El ejemplo de 'La noche del cazador' es además pertinente porque los tatuajes en los dedos de las manos con las letras de las palabras 'Hate' (odio) y 'Love' (amor) que llevaba el asesino también fueron replicados por jóvenes en la vida real mucho antes de la era de las redes. 

"La única película que yo recuerdo que no romantiza la figura del asesino en serie es 'Henry, retrato de un asesino', una película oscurísima y aburrida que trata sobre la banalidad de matar a alguien", apunta Moreno, donde "los personajes son horrorosos y con los que no te puedes identificar de ninguna manera". "Escapa de la espectacularización de los asesinos", añade. 

En el caso de Dahmer, la serie más vista de Netflix actualmente, Moreno cree que es un "producto digno" que "se queda a medio camino en el objetivo de contar la historia desde el punto de vista de las víctimas". "Dedica varios capítulos al sufrimiento de las víctimas y cuenta la historia desde un punto de vista humanístico, aunque hay víctimas también que se han quejado de cómo ha tratado el sufrimiento", añade Moreno, que cree que Dahmer "sigue los mismos patrones clásicos de espectacularización y de convertir al personaje en un referente de la maldad absoluta que se contrapone a la población". 

¿Cuál es la clave?

¿Qué es lo que la diferencia, entonces y qué es lo que ha hecho que tanta gente conecte con esta serie hasta convertirlo en una fuente de memes y parodias? "También ha habido reflexiones sobre cómo solo en sociedades individualistas como la estadounidense pueden proliferar asesinos así. O sobre el hecho de que sean asesinatos raciales. Pero también es interesante la aparición de un asesino homosexual en un momento en que estas figuras ya están normalizadas en la televisión", aporta Moreno, en un momento de cambio de relato o de "homonormatividad", en el que "la sexualidad no condiciona ni marca a los personajes". 

En ese contexto, Dahmer surge como "un personaje que vive la sexualidad de una manera muy atormentada, un asesino en serie gai que se dedica a matar a personas racializadas", destaca el crítico cultural. "La implicación con un asesino en serie es más compleja que identificarse completamente con él. Coges algunas cosas, las haces meme en las redes sociales, descartas otras", completa Moreno, que apunta a las redes como una "audiencia activa" a la hora de hacer vídeos que suma también interpretaciones positivas e interesantes. 

Más catarsis que seguidismo

Desde el punto de vista de la audiencia, el psicoanalista y profesor de la UOC José Ramon Ubieto cree que "las redes sociales exacerban el narcisismo y tienen un efecto distorsionador porque desconectan la imagen de lo que significa". "Eso hace que haya gente que se esté tatuando a Dahmer sin saber lo que está haciendo, de la misma manera que con la viralización analógica hubo quien se tatuó al Che sin saber bien quién era", completa Ubieto, que acaba de publicar 'Bienvenido metaverso' donde también comenta la fascinación por la violencia en este nuevo entorno digital. 

Especializado en jóvenes y redes sociales, Ubieto no se muestra preocupado por esta romantización: "Los personajes que encarnan la violencia en la realidad y la ficción tienen un efecto más catártico que ejemplarizante. La violencia nos horroriza porque rompe un equilibrio, pero también nos fascina y por eso miramos de reojo las peleas mientras huimos de ella o disfrutamos de las películas de terror con la seguridad que nos da la pantalla que se interpone entre la violencia y nosotros". 

Desde esa perspectiva, "nos fascina Pablo Escobar desde la distancia por su poderío destructivo, aunque los colombianos no puedan entender que tengamos camisetas con su rostro", pero "nadie se convierte en violento por atropellar abuelos con el GTA". "No provoca efectos de seguimiento, nos quedamos con algunos asuntos de él que nos fascinan, pero nadie quiere ser Pablo Escobar. De alguna forma, estos asesinos pasan al acto físico cosas con las que nosotros podemos llegar a fantasear, pero la ética nos hace no llevarlas al acto. No habrá una epidemia de violencia por esta romantización", remata.

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