Condenado por 17 asesinatos

¿Quién era el Asesino de Milwaukee que inspira 'Dahmer', la nueva serie de Netflix?

Evan Peters protagoniza la ficción de Ryan Murphy que recrea la sórdida historia real del criminal que practicaba necrofilia y canibalismo con sus víctimas

Evan Peters, en 'Monstruo. La historia de Jeffrey Dahmer'

Evan Peters, en 'Monstruo. La historia de Jeffrey Dahmer' / NETFLIX

Marisa de Dios

Marisa de Dios

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Este miércoles 21 de septiembre Netflix estrena 'Monstruo. La historia de Jeffrey Dahmer', la nueva serie de Ryan Murphy protagonizada por uno de sus actores fetiche, Evan Peters. El creador de 'Glee', 'Halston' y 'The Politician' es todo un experto en sumergirse en historias de lo más tétricas, como ha demostrado en las diferentes temporadas de 'American Horror Story', un tema en el que volverá a ahondar en su nueva ficción. Pero lo más perturbador es que la trama se basa en un caso real: el del Carnicero de Milwaukee, también conocido como el Asesino, el Caníval y el Monstruo de esa ciudad de EEUU en la que creció y sembró el pánico el brutal criminal, cuya sórdida historia ya ha sido llevada a la pantalla en varias ocasiones, como la película de 2002 protagonizada por Jeremy Renner.

Los múltiples apodos se los ganó a pulso Jeffrey Dahmer, un joven de 31 años que el 22 de julio de 1991 fue detenido por la policía de Milwaukee acusado de 17 asesinatos, cometidos entre 1978 y 1991. Todas sus víctimas eran hombres (algunos tan solo adolescentes), con los que solía repetir un mismo 'modus operandi': los invitaba a casa, los drogaba, estrangulaba y, una vez muertos, practicaba necrofilia y canibalismo con sus cadáveres.

En alguna ocasión confesó que consumir carne joven le proporcionaba una erección continua y lo mantenía de buen humor.

Instintos sádicos

Hijo de un matrimonio aparentemente feliz, con un padre de familia que trabajaba como químico, ya de pequeño empezaron a afluir sus instintos sádicos. Le gustaba abrir en canal a los peces que pescaba y verlos morir. Algo parecido hacía con los animales que cazaba, a los que se llevaba a su casa para sacarles los huesos y curiosear entre sus órganos.

Fue entonces cuando empezó a fantasear con hacer sus experimentos con humanos, algo que se materializó al cumplir los 18 años, después de haber sido expulsado de la universidad y del Ejército por culpa de sus problemas con el alcohol. Su primera víctima fue Steven Hicks, un joven autostopista al que invitó a subir a su coche para fumar marihuana. Una vez en su apartamento, lo golpeó y estranguló. Tras masturbarse y practicar sexo con el cadáver, lo descuartizó.

Comerse los cerebros

El asesino se acostumbró a desmembrar a sus víctimas y deshacerse de las partes del cuerpo disolviéndolas en ácido o tirándolas a la basura o el inodoro. Con los años, probó a beberse su sangre y comerse parte de sus cerebros. Guardaba los genitales en formol y hervía los cráneos y los guardaba como si se tratase de un trofeo. Hasta llegó a experimentar a crear zombis perforando con un taladro la cabeza de dos de sus víctimas.

La pesadilla no finalizó hasta que uno de los chicos logró salir con vida del piso de Dahmer y denunciarle. La policía halló en su casa fotos y sangre de sus víctimas y, ante la avalancha de pruebas en su contra, el asesino acabó confesando sus crímenes con todo lujo de detalles.

Fue condenado a casi 900 años de prisión (15 cadenas perpetuas) y encarcelado en el Columbia Correctional Institution, de donde no llegaría a salir. Una pelea con otro de los presos acabaría con su vida en 1994.