Entrevista

Bruno Patino: “En las redes, el periodismo no puede competir con la emoción”

En el ensayo ‘La civilización de la memoria de pez’, el periodista francés analiza el impacto político, social y económico de las plataformas digitales

Bruno Patino, presidente de ARTE GEIE y autor del ensayo 'La civilización de la memoria de pez'

Bruno Patino, presidente de ARTE GEIE y autor del ensayo 'La civilización de la memoria de pez' / F-Boukla-Arte

Carles Planas Bou

Carles Planas Bou

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Cada día consultamos nuestro móvil unas 150 veces. En nuestro bolsillo, hay miles de voces tratando de captar nuestro interés. Pero, aún así, nuestra capacidad de atención ha quedado reducida a tan solo nueve segundos. ¿A qué se debe nuestra hipnótica adicción a las plataformas? ¿Cómo nos hemos convertido en una sociedad distraída?

En el ensayo ‘La civilización de la memoria de pez’, el periodista francés Bruno Patino, presidente del canal cultural Arte France y director de la Escuela de Periodismo del Instituto de Estudios Políticos de París, disecciona como el modelo económico impulsado por los gigantes tecnológicos de Silicon Valley ha impactado y transformado nuestras vidas.

Anteriormente, Patino fue presidente del diario Le Monde, director adjunto de la revista Cahiers du Cinéma y de la emisora de radio pública France Culture. A través de una videollamada, nos atiende para debatir las claves de su ensayo.

Señala que nuestra pérdida de atención es “patológica”. Si ese es el síntoma, ¿cuál es la enfermedad?

Nos estamos dando cuenta de que no somos libres de dejar las pantallas. La pandemia ha puesto en relieve el cansancio físico e intelectual que nos generan. Hemos pasado de la utopía de la red, de la compartición, a la llegada de gigantes de Internet, financiados con la publicidad, es decir, con nuestro tiempo. Se suponía que crearían instrumentos para darnos más libertad y tiempo, pero han estudiado nuestro comportamiento para modificarlo y mantenernos enganchados a las pantallas.

"Las redes son un espejo que deforma la sociedad porque sus algoritmos aceleran mensajes extremos y polarizantes"

Y también han degradado el espacio público

No es justo decir que las redes son el espejo de la sociedad; es un espejo que deforma porque sus algoritmos aceleran mensajes extremos y polarizantes. No lo hacen por razones ideológicas, sino por económicas. Impulsan el mensaje más eficiente, el que produce un mayor impacto. Y ese es el que más sorprende e indigna, el que se hace más viral. Impulsar este tipo de mensajes en las redes alimenta su dominación sobre los mensajes informativos, lo que altera el espacio público y degrada con dureza el diálogo social.

La escritora Jia Tolentino ve en la identidad personal el “centro de la arquitectura” de Internet y la “última fuente natural” del capitalismo. ¿Cómo nos afecta que para captar la atención de los demás debamos estar mostrándonos constantemente?

Las plataformas son redes de construcción no del individuo, sino de la identidad. El problema es que también son herramientas de competición para captar tu atención. Ese es su principal defecto. Es positivo que te permitan construir tu identidad de forma autónoma, pero es perjudicial que eso se desarrolle en un ámbito competitivo.

"Las plataformas han equiparado de forma desigual la información periodística con la opinión, la creencia y la publicidad"

Hace años que vemos cómo ese modelo debilita el periodismo y favorece la proliferación de manipulaciones que se aprovechan de las cámaras de eco. ¿Cómo han alterado las redes sociales la forma en que se hace periodismo?

El periodismo de calidad ha existido siempre que ha sido capaz de controlar su modelo de distribución. El buen periodismo es muy caro de producir y tiene un precio de venta muy bajo. Hace falta que se comparta mucho para que pueda sobrevivir.

"Las plataformas han equiparado de forma desigual la información periodística con la opinión, la creencia y la publicidad"

En la primera etapa de la web todo el mundo podía distribuirse cómo quería, todo el mundo tenía su blog, su marca personal. El problema surgió con el SEO de Google. Para que el buen periodismo pueda ser encontrado todos tuvimos que entrar en la competencia del SEO. Los algoritmos ya cambiaron la forma de distribución del periodismo.

Después aparecieron las grandes plataformas sociales, que han equiparado la información periodística con la opinión, la creencia y la publicidad. Todo se ha mezclado y de forma desigual. Los contenidos emocionales tienen una ventaja sistémica frente a los periodísticos. No solo tienes que competir con contenidos que no tienen nada que ver con la información sino que esa competencia es desigual.

Asimismo, también se está impulsando un modelo basado en la creación individualizada de contenido, desde los podcasts a las newsletters. ¿Cree que la atomización de los medios —el hecho que los periodistas sean en las redes como empresas que venden su marca para captar tu interés— es de ayuda o una trampa?

Ante eso se plantea una alternativa muy complicada. Puedes decidir salir de ese sistema, ponerte en otros lugares para crear tu marca personal y de vez en cuando promocionarla en Twitter o Facebook para tratar de captar suscriptores que paguen o no tu contenido. Eso tiene dos defectos: que es muy difícil instalar una nueva marca individual o colectiva y que, incluso si tienes éxito, vas a depender de un pequeño número de suscriptores, lo que limita tu alcance. No tendrás la misma potencia e influencia que en los grandes medios.

"La aceleración de la sociedad hace que el precio de nuestro tiempo está subiendo, y eso lleva a que esas plataformas nos lo roben cada vez más"

La otra alternativa es que la competencia en las redes no sea tan desigual. Pero la solución no vendrá de la autorregulación. El problema no es tanto la existencia de esas plataformas como el hecho de que impulsan contenido peligroso. Los gobiernos se han fijado en qué se comparte y quién lo hace, pero no en cómo se comparte, porque no quieren modificar su modelo económico.

Las plataformas han cambiado la naturaleza de muchas industrias. La música en Spotify o los vídeos en Youtube o nos enganchan desde el principio o mueren. Usted apunta que en este universo digital, crear es “crear una adicción instantánea”. ¿Vamos hacia un modelo de mayor impacto y de menor reflexión?

Las plataformas nos han hecho ganar mucho tiempo pero a cambio utilizan nuestro tiempo y nuestros datos personales para dirigirnos publicidad. Esa transacción se ha desequilibrado. Con la aceleración global de la sociedad, el precio de nuestro tiempo está subiendo. Y eso lleva a que esas plataformas nos roben cada vez más tiempo.

La mayor presión de la UE, las demandas en EEUU contra el monopolio de Google y Facebook… ¿Habrá una mayor regulación?

Pronto llegará. Será una de las cuestiones políticas de nuestro tiempo. Poco a poco estamos entendiendo lo que hay detrás de las plataformas y se vislumbran tres modelos: el chino, que es el capitalismo de vigilancia por excelencia; el estadounidense, que está en plena lucha para saber hasta dónde llegará; y el que se intenta impulsar desde Europa, donde la regulación tenga un mayor peso. Así como hubo una lucha entre dos modelos de sociedades durante la Guerra Fría, no es completamente imposible que tengamos una lucha de dos sociedades digitales.

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