CONSUMO CULTURAL

Spotify, el "pedo de un moribundo" que ha cambiado la forma de hacer y escuchar música

Rosalía, con las uñas de Kro Vargas, junto al rapero Drake, en la Semana de la Moda de Nueva York, el pasado día 5.

Rosalía, con las uñas de Kro Vargas, junto al rapero Drake, en la Semana de la Moda de Nueva York, el pasado día 5. / periodico

Carles Planas Bou

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"Spotify es el último pedo desesperado de un cadáver moribundo". Con estas palabras, Thom Yorke, el respetado 'frontman' de Radiohead Atoms for Peace, arreaba en el 2013 contra el modelo económico con el que las emergentes plataformas de 'streaming' exprimen a los músicos para “hacer una fortuna” y se negaba a ofrecer sus álbumes a través de sus servicios. Tres años después, toda la discografía de la famosa banda de Abingdon estaba en la plataforma.

La música ya no es lo que era. De grabar en casetes recopilaciones de un par de temas kilométricos de rock progresivo a pasarnos todo el día conectados a una oceánica biblioteca musical. Como todos los otros espacios de nuestra vida, la música y la industria cultural que la impulsa no han sido ajenas a la transformación social causada por la irrupción de la tecnología y el capitalismo de plataformas. Y eso ha modificado nuestra percepción de la música.

Así lo detalló el martes la periodista Marta Peirano, una de las mayores expertas en los engranajes del capitalismo de plataformas, que analizó el rol de Spotify y sus semejantes en la transformación de la música, cómo se produce y se consume. "La música popular ha cambiado más en los últimos diez años que en los últimos 70", remarcó en una charla en el Palau de la Música, en el marco de la Biennal de Pensament de Barcelona.

Como el de tantas otras plataformas digitales, el modelo económico de Spotify se basa en la extracción de datos de los usuarios para alimentar así un algoritmo que predice mejor nuestro comportamiento. Para lograr su objetivo la plataforma busca retenerte el máximo tiempo posible, y eso explica la constante batalla para hacerse con nuestra atención. "Nadie puede esperar dos años a sacar disco porque en dos días te mueres", señala Peirano. "Se lanza contenido constantemente para generar más atención, más escuchas y más dinero". Tras la publicación en el 2018 de ‘El Mal Querer’, Rosalía ha publicado hasta 11 canciones y colaboraciones sueltas.

Canciones más cortas

Pero en un mundo digital con tantas empresas y plataformas gesticulando efusivamente para que las miremos, nuestra atención es limitada. Eso ha condicionado enormemente el sector, que produce canciones cada vez más cortas. Así, del 2013 al 2018 la duración media de las canciones más populares según el Billboard Hot 100 cayó 20 segundos, hasta los tres minutos y 30 segundos. Un estudio de ‘Quarz’ señaló que en los últimos álbumes de Kendrick LamarDrake y Kanye West los temas son cada vez más breves.

Aunque el gigante tecnológico sueco es la más popular de las plataformas musicales, también es de las que peor paga a los autores de las 60 millones de canciones que almacena. Que los temas sean más concisos no significa que tengan menos calidad, sino que se piensa con una lógica de eficiencia económica, pues en las plataformas de 'streaming' se cobra por reproducción de canción, da igual cuánto dure esta. "Nunca ha habido este tipo de incentivo financiero para hacer canciones más cortas", señaló el crítico musical Mark Richardson.

Ese modelo de retribución ha alterado la creación musical, "obligando a los artistas a que hagan las canciones de otra manera". Los títulos de las canciones también se han reducido y se ha detectado un uso más repetitivo de palabras. Aun así, Peirano apunta que esa condición de canción de "consumo rápido" hace que a veces se tenga "menos cuidado en su elaboración", separando al artista de su obra, que termina siendo tratada desde una óptica más mercantilista.

Composición mercantilista

Además, Spotify no paga a los artistas cada vez que se reproduce una de sus canciones, sino a partir de que el usuario escuche 30 segundos. Eso también ha llevado a cambios en la composición musical, relegando la introducción de la estructura clásica. "La mayoría de las canciones populares ponen una parte del estribillo antes de los 15 segundos. Eso es para que si la escuchas en un anuncio, en el cine o en una tienda la puedas identificar rápidamente", explica Peirano. Eso en inglés se conoce como 'Don’t bore us, get to the chorus' (No nos aburras, llega al estribillo).

Uno de los mayores éxitos que diferencían a Spotify son sus listas de reproducción, a las que acuden muchos usuarios a causa de la dificultad por elegir entre tanta "abundancia excesiva de música". Según Peirano, también ha crecido el número de canciones de diversos géneros dentro de un mismo álbum porque eso ayuda al artista a diversificar y aumentar sus posibilidades de obtener reproducciones y, por lo tanto, más ingresos. Las más escuchadas son las que tienen más oportunidades de estar entre las seleccionadas para crecer aún más. Ese modelo económico sustenta, de nuevo, la extracción de datos para conocer mejor a los usuarios a través de sus gustos. Así, escuchar la lista ‘Romántica’ o ‘Para dormir’ le puede servir a Spotify para saber si estamos enamorados o si tenemos insomnio.

El mercado de los derechos de reproducción musical está copado por Spotify, con una cuota del 36%. Por detrás van Apple (18%), Amazon (13%), Tencent (10%), Google (5%) y Deezer (3%). "Que no sea un monopolio no significa que no dependamos de ellos", señala Peirano. Además de Yorke y Radiohead, otros grandes críticos con ese modelo como Pink FloydTaylor Swift o Neil Young terminaron claudicando a la supremacía de las plataformas de 'streaming'. "Si eres músico no puedes existir fuera de Spotify", concluye.

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