ADMINISTRACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA

El Papa aboga por la gratuidad de las nulidades matrimoniales

El papa Francisco, ayer, protegido del viento, durante una audiencia general en la plaza de San Pedro.

El papa Francisco, ayer, protegido del viento, durante una audiencia general en la plaza de San Pedro.

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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El papa Francisco pidió ayer a los becarios que están haciendo prácticas en el tribunal de la Sacra Rota, la máxima instancia jurídica católica, que la anulación de los matrimonios católicos sea gratuita. «La Iglesia tiene tanta generosidad que puede hacer justicia gratuitamente», les dijo, advirtiéndoles de que «hay que estar muy atentos para que los procedimientos no entren en el ámbito de los negocios». El Papa no ha especificado por el momento cómo piensa traducir su petición, pero lo cierto es que las nulidades eclesiásticas son un proceso lento que suele costar más de 3.000 euros si se incluyen las minutas de los abogados.

Francisco advirtió a los becarios de que «no se trata de asuntos extraños», porque él mismo tuvo que despedir a «una persona que a los clientes les decía que si le daban 10.000 dólares les apañaba el procedimiento civil y eclesiástico». «¡Esto nunca, no es propio de Dios!», exclamó ayer el Papa, sabedor probablemente de los escándalos del pasado, como el de la anulación del matrimonio de Carolina de Mónaco y de numerosos políticos internacionales, que fueron muy criticados por la base católica, que argumentaba que los ricos pueden anular más fácilmente su matrimonio que los católicos de a pie.

El tema de acelerar las anulaciones salió antes y durante el reciente Sínodo sobre la familia, propuesto por cardenales y obispos que defendían a ultranza la indisolubilidad del matrimonio católico y, al mismo tiempo, tenían ante sí el panorama real de sus sociedades, en las que coexisten parejas de hecho, divorcios, segundas nupcias de católicos solo por lo civil y bodas de homosexuales.

«POR COSTUMBRE» / El propio Papa y varios cardenales habían citado, en la víspera del Sínodo, que muchas de las bodas católicas se celebran «por costumbre» y que con frecuencia la pareja no es practicante, lo que de por sí puede constituir un motivo para anular el matrimonio. «Hay que separar las dos cosas», la anulación y sus costes judiciales, dijo.

El proceso de primer y segundo grado para la anulación de un matrimonio comienza en la diócesis donde se celebró y únicamente se traslada a Roma si una de las partes recurre. Los casos tratados y resueltos en todas las diócesis del mundo (poco menos de 3.000) con la anulación fueron 44.646  en el 2011. Los que resolvió la Sacra Rota en Roma fueron 222 (2012), aunque tenía pendientes otros 1.020. El 53% de los casos tratados en Roma han sido gratuitos para quienes no tenían medios. En los casos locales, las diócesis deciden las tarifas, que los italianos, por ejemplo, han fijado (2010) entre los 1.575 y los 2.992 euros. «Las tablas se refieren solo a honorarios de los abogados», dice el letrado Diego Sabatinelli.

Los tribunales eclesiásticos dirimen anualmente unos 2.500 casos, lo que significa que aquellos matrimonios nunca fueron tales, lo que acarrea varios problemas jurídicos, principalmente en los países en los que los estados han firmado acuerdos con la Santa Sede atribuyendo valor civil al matrimonio religioso, como sucede por ejemplo en Italia y España. Esta circunstancia ha creado una cierta picaresca de las partes que, tras la anulación, se han negado a pagar los alimentos a la expareja, a pesar de que las leyes eclesiásticas afirman que estas cuestiones deben ser resueltas en sede civil.