Consecuencias del tijeretazo

Las universidades usan los fondos de excelencia para tapar agujeros

El Laboratorio de Ingeniería Marítima de la Universitat Politècnica de Catalunya, en obras, ayer.

El Laboratorio de Ingeniería Marítima de la Universitat Politècnica de Catalunya, en obras, ayer.

JORDI CASABELLA / Barcelona

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L os sucesivos tijeretazos sufridos desde el 2008 por el presupuesto destinado al sistema universitario de Catalunya han obligado a las tres universidades catalanas que hace un año conquistaron la marca de campus de excelencia internacional que otorga el Gobierno español -Universitat de Barcelona (UB), Politècnica (UPC) y Autònoma (UAB)- a dedicar buena parte de los fondos recibidos para acometer proyectos de calidad al pago de obras ordinarias imposibles de sufragar con la dotación económica de la Generalitat.

A las puertas de que un jurado internacional de expertos invitados por los Ministerios de Educación y de Ciencia y Tecnología decida qué proyectos de los que se presentan hoy en Madrid son merecedores de recibir subvenciones y créditos en la segunda edición del programa de campus de excelencia, las tres universidades galardonadas en el 2009 aseguran que las reformas y mejoras de los edificios de aulas, tanto físicas como tecnológicas, se han comido una parte importante de los más de 30 millones de euros en créditos retornables otorgados por Educación.

DIFERENTES EQUILIBRIOS / Las estrategias seguidas por las universidades a la hora de hacer equilibrios con los presupuestos han sido distintas. Tanto la UB como la UPC han decidido cambiar el destino del dinero recibido para realizar proyectos descritos en sus respectivas candidaturas a universidades excelentes.

El rector de la UPC, Antoni Giró, no tiene inconveniente en reconocer que los créditos no se han invertido en aquellas actuaciones para las que se habían demandado. Era ine-ludible acondicionar los aularios, por ejemplo, para adaptarlos a las exigencias del trabajo en pequeños grupos previstos en el nuevo espacio europeo de educación superior, y el dinero prometido para ello no llegaba. Así que hubo que echar mano de los fondos de excelencia. No todo han sido renuncias. La UPC se ha permitido construir una piscina en su Laboratorio de Ingeniería Marítima para medir el impacto de los aerogeneradores en el mar, una actuación que entra de lleno en el ámbito en el que fue presupuestada.

La UB ha padecido una situación similar. De la partida de 12 millones en créditos del 2009 no ha podido reservarse cantidad alguna para levantar el Centro de Infraestructuras Científicas y Tecnológicas, presupuestado en más de 47 millones y llamado a convertirse en el emblema de la investigación de calidad que se lleva a cabo en sus campus. El edificio, que se ideó para albergar los servicios científico-técnicos de la UB y la escuela de doctorado internacional, entre otras infraestructuras, tendría que comenzar a funcionar en el 2011, pero hoy no es más que un solar con el perímetro vallado detrás de la Facultat de Física y Química del campus de Diagonal.

La UB, como le ha ocurrido a la UPC, no ha tenido elección. La biblioteca de la Facultat de Biologia, por ejemplo, apremiaba, y ha habido que desviar el dinero. El equipamiento científico emblemático tendrá que esperar. Con todo, la UB ha logrado invertir los tres millones a fondo perdido que le concedió Ciencia y Tecnología en el marco del programa de campus de excelencia en los fines programados, como la compra de un secuenciador de ADN.

LA ALTERNATIVA / La UAB ha tomado otro camino, «para evitar problemas a la hora de justificar cómo se ha gastado el dinero», según el vicerrector Carlos Jaime, pero igual de prosaico. A la vista de que se avecinaban tiempos díficiles para la financiación universitaria, decidió incluir entre las actuaciones de la candidatura de campus de excelencia las remodelaciones de edificios que figuraban en los planes plurianuales de la Generalitat. «El dinero nos ha venido bien para completar las obras», dice ahora.