El relato de los afectados

"Me violó desde los 7 años"

ELISEO OLIVERAS / Bruselas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«He sufrido enormes depresiones y una llegó hasta una tentativa de suicidio», relata una mujer que fue víctima reiterada de los abusos sexuales de un sacerdote que era «un gran amigo de la familia». «De niño violado, me convertí años más tarde en un agresor de adolescentes y he sido condenado a ocho años de prisión», explica un hombre adulto.

«Hay un agujero negro en mi cabeza. Nunca he podido reconstituir qué ocurrió ese día. No veo más que la enorme mano del cura encima de mi rodilla que comienza a remontar mi muslo. No he logrado jamás recordar siquiera cómo regresé a casa», narra otro hombre ahora adulto.

Las páginas del informe de la comisión eclesial para el tratamiento de los abusos, elaborado por el psiquiatra infantil Peter Adriaenssens, desbordan sufrimiento, angustia e incluso un sentimiento de culpabilidad arrastrado durante toda una vida, a pesar de que recogen testimonios ofrecidos por víctimas. Y una soledad absoluta, con una falta total de respaldo de la Iglesia y las autoridades eclesiásticas.

Una joven de la que abusaba un sacerdote explica cómo intentó obtener ayuda del obispo durante un peregrinaje. El prelado se limitó a responderle: «Dejad de mirarle y os dejará tranquila». Y, a continuación, el obispo la hizo alejarse de él para no escuchar nada de lo que tenía que contarle.

«Se volvió celoso»

«De las caricias, pasó al acto sexual un 30 de junio», detalla esa misma mujer, que en ese momento tenía 17 años. «Cuando no pasaba por su casa al final de la tarde, telefoneaba a mis padres para encontrar una excusa para que tuviera que ir», añade. Cuando ella empezó a salir con un joven, el cura «se volvió celoso», les seguía por las calles y llegó a introducirse en la habitación de su residencia estudiantil.

«Las violaciones comenzaron cuando tenía 7 años y se prolongaron hasta los 12. Las violaciones del cura ciertamente orientaron fuertemente mi identidad sexual e influenciaron mis elecciones en la vida», cuenta una de las víctimas varones.

«Durante determinadas fiestas religiosas, el sacerdote nos llevaba a su casa a varios de nosotros y nos ofrecía un poco de alcohol y galletas. Uno de nosotros acababa siendo el primero sobre sus rodilla y entre sus piernas y él acababa por tocarnos el pene temblando y apretándonos con sus piernas», explica otro varón que sufrió los primeros abusos a los 6 años y otra vez cuando tenía 14.