Entrevista

John Oró, neurocirujano: "El cerebro es maleable, cambia según tu experiencia y relaciones sociales"

El mayor estudio sobre cannabis confirma que comporta más riesgos que beneficios

Un medicamento con células madre cura totalmente las lesiones de tendón más comunes

El neurocirujano estadounidense John Oró, hijo del célebre bioquímico Joan Oró.

El neurocirujano estadounidense John Oró, hijo del célebre bioquímico Joan Oró. / Ricard Cugat

Beatriz Pérez

Beatriz Pérez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El neurocirujano John Oró (Lleida, 1950) es hijo del célebre bioquímico catalán Joan Oró i Florensa (1923-2004), quien, entre otras cosas, participó en proyectos de la NASA, como el programa Apolo para el análisis de las rocas lunares o el proyecto Viking, que supuso la primera exploración del planeta Marte. Siguiendo la estela paterna, John Oró también ha desarrollado una destacada carrera científica en EEUU (actualmente vive en Colorado), centrada en la neurocirugía pediátrica, la neurocirugía de la base del cráneo y la cirugía cerebrovascular. Con motivo del 100º aniversario del nacimiento de su padre, este jueves 26 de octubre, Oró hijo visitó Barcelona y participó en una Jornada de Neurociencias celebrada en la Clínica Corachan.

Su padre era bioquímico y usted optó por la medicina. ¿Por qué decidió especializarse en neurocirugía? La ciencia era muy importante para nosotros. Desde pequeño me interesó mucho la medicina en general y el cerebro en particular. Recuerdo una clase en que un profesor hablaba de derechos cívicos mientras yo estaba despistado pensando otra cosa. Pero de repente oí que él decía: "Dependiendo de donde hayas nacido, pensarás de una determinada manera". Me llamó tanto la atención que me empecé a interesar por el cerebro, que es el centro de control de las personas.

"De lo que más se enorgullecía mi padre era de descubrir la síntesis de la adenina, uno de los elementos fundamentales del ADN"

¿Y cómo nos controla? Pues depende de la experiencia que hay fuera. El cerebro no es un órgano fijo, que no cambia, sino que depende de la experiencia, de las relaciones que tienes con los demás. El cerebro es maleable. Si yo hubiera nacido en India, pensaría diferente: por ejemplo, es posible que hiciera meditación. Esto demuestra que el cerebro trabaja diferente en función de la cultura.

¿Cuándo lo comprobó usted? Cuando estaba en la Universidad de Houston hice una clase de Neuropsicología. En esa clase hice un experimento, junto con dos compañeras, con ratas muy grandes y blancas. Me puse los guantes, cogí una rata y le puse una inyección para que durmiese. Le hicimos un agujero en el cráneo y le programamos el área del cerebro que controla la comida para ver si así podía comer más. Cada semana pesábamos las ratas y veíamos cómo engordaban porque efectivamente comían más. Ahí comprobé que lo podíamos hacer y vi cómo el cerebro es maleable.

Usted ha creado varias clínicas especializadas en la malformación de Chiari I. ¿Por qué esta enfermedad? Me interesó mucho la malformación de Chiari, que es más común en mujeres que en hombres: un 80% de las pacientes son mujeres. La parte inferior del cerebelo tiene dos' amígdalas'. En algunas personas, las amígdalas descienden hasta el canal espinal. Si una persona con malformación de Chiari I tose o estornuda, las amígdalas cerebelosas empujan hacia el canal espinal y obstruyen el flujo de líquido cefalorraquídeo. Mirar hacia arriba también obstruye el agujero magno, que se conecta con el canal espinal. Este bloqueo en el agujero magno hace que el paciente experimente un dolor de cabeza intenso y repentino.

¿Puede curarse? Sí. Hay una operación para esto. Yo hago una incisión en la parte posterior del cráneo, saco hueso alrededor de la cervical uno [es la primera vértebra de la región cervical, entre la base del cráneo y el axis]. Afortunadamente se puede intervenir para crear más espacio. Esta malformación tiene solución, y esta operación cura los mareos, el dolor de cabeza, y los problemas al caminar que a veces tienen los pacientes. Yo me interesé muy pronto por este problema porque veía que no se estaba tratando bien. Es bastante prevalente, pero muchos médicos no sabían qué hacer. Y poco a poco abrí un centro nacional [el Chiari Care Center, en Colorado] y empecé a tratar a pacientes de otros países. Muchos pueden tener una vida normal.

"Me especialicé en la malformación de Chiari, que tiene lugar en el cerebelo, porque nadie se dedicaba a ello"

Joan Oró, en Prada de Conflent, en el verano de 1994.

Joan Oró i Florensa (padre de John Oró), en Prada de Conflent, en el verano de 1994. / Joan Castro

Su padre, Joan Oró, fue un científico de mucho renombre, ¿de qué cosa estaba más orgulloso? De descubrir la síntesis de la adenina, que es uno de los elementos fundamentales del ADN [con ese hallazgo Oró revelaba el mecanismo con el que la naturaleza lo habría fabricado hace miles de millones de años]. La adenina ayudó a entender el origen de la vida: cómo la vida, a partir de materia inorgánica, podría convertirse en orgánica. Era el 25 de diciembre de 1959, por la noche, el día que la descubrió.

Estaba trabajando. [Risas] Sí, papá trabajaba mucho y hasta muy tarde. Recuerdo que no creía lo que estaba viendo, así que volvió a hacer el experimento para comprobar que no había contaminación, y lo encontró. Fue uno de los dos momentos más felices de su vida.

"El objetivo de la Fundació Joan Oró es divulgar conocimiento científico a los niños y jóvenes"

¿Cuál fue el otro? Cuando tenía 15 años estaba bañándose en un río de Lleida con un amigo y estuvo a punto de morir. Su amigo se fue a la orilla y se dio cuenta de que mi padre se estaba ahogando, así que lo cogió por el brazo y lo salvó. Si no hubiera hecho eso, no estaría aquí yo ahora. Mi padre siempre recordó aquello como un momento muy feliz: contaba cómo vio que iba por un túnel hasta que la mano de su amigo lo sacó de allí. Esto es algo que le ha pasado a más gente que ha estado a punto de morir.

¿Cuál es la lección más importante que le enseñó su padre? Él vivió dando ejemplo. Mis padres tuvieron cuatro hijos y todos nos dedicamos a la ciencia: somos neuropsicólogos, astrofísicos y neurocirujanos.

Usted es el vicepresidente de la Fundació Joan Oró. ¿Cuál es el objetivo de esta entidad? Divulgar conocimiento sobre ciencia a las comunidades y, sobre todo, a los niños y jóvenes. Hicimos una sesión en Lleida estos días pasados. La fundación pretende inspirar a los jóvenes para que estudien ciencia, especialmente a las mujeres.

¿Le gustaría volver a Catalunya? Nos encanta Catalunya [a él y a su mujer, Suzanne Oró, enfermera jubilada] y esperamos pasar dos o tres meses aquí cada año. Sin embargo, también tenemos familia en Estados Unidos y queremos formar parte de la vida de nuestros nietos.