Técnica pionera

Operado con éxito de un tumor cerebral: "Estaba preparado para morir, pero no para perder mi autonomía"

El Institut Guttmann descubre cómo reducir las secuelas tras extirpar un tumor

Las terapias celulares abren una vía de esperanza en el cáncer de mama más agresivo

Raúl González, médico del Hospital de Sant Pau y paciente del Institut Guttmann.

Raúl González, médico del Hospital de Sant Pau y paciente del Institut Guttmann. / Elisenda Pons

Beatriz Pérez

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El diagnóstico llegó como una jarra de agua fría el año pasado: Raúl González tenía un glioblastoma, un cáncer maligno de cerebro. Este médico del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona) se encontraba en el Congo, coordinando el trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los casos graves de covid-19 de toda África. "Yo estaba en la selva y todo empezó con unos hormigueos en el brazo y pierna izquierdos", explica. Inicialmente creían que era una infección que había cogido en África, pero una primera operación acabó por confirmar el diagnóstico de cáncer.

Una técnica pionera del Institut Guttmann, practicada antes de la cirugía, salva a 14 pacientes de la discapacidad

"La cirugía en aquel momento fue bien. El problema es que ese tumor recidivó [volvió a aparecer] este año. Gloria [Villalba, la neurocirujana que lo operó] me explicó dónde estaba el tumor y qué áreas estaban afectadas. Yo ya empezaba a tener ciertos síntomas... Me dijo que podía haber secuelas neurológicas en el lado izquierdo a nivel motor", explica con naturalidad Raúl. "Estoy preparado para morir, pero para mí lo más difícil es perder mi autonomía, hacerme dependiente de alguien. Y así se lo dije". Raúl y Gloria se han hecho amigos a raíz de su enfermedad.

Raúl es uno de los 14 pacientes que han formado parte de un ensayo clínico del Institut Guttmann de Barcelona que busca reducir las secuelas en las personas operadas de un tumor cerebral. Este martes se ha presentado esta pionera técnica a los periodistas, que consiste en llevar a cabo una prehabilitación (ejercicios de rehabilitación que se realizan antes de la cirugía y que previenen lesiones) para reeducar al cerebro en su funcionamiento y que las secuelas tras la operación sean mínimas. Más concretamente, esta prehabilitación consiste en aplicar técnicas de neuroestimulación no invasiva para modificar la actividad cerebral antes de una cirugía de tumor. El programa se llama 'Prehabilita'.

Raúl González y su neurocirujana, Gloria Villalba.

Raúl González y su neurocirujana, Gloria Villalba. / Elisenda Pons

"Ver la luz"

Tanto en Raúl como en el resto de pacientes la técnica ha funcionado y ahora el Institut Guttmann espera que se implemente en otros hospitales porque evitar la discapacidad de las personas supone un ahorro también para el Estado. "Participar en este programa para mí fue ver la luz y me esforcé todo lo que pude para que la cirugía tuviera el mayor éxito posible", cuenta Raúl, que antes de ser intervenido realizó dos semanas de rehabilitación intensiva, mañana y tarde. "El resultado fue maravilloso", asegura.

"Llegamos a valorar la eutanasia porque él no quería quedarse con secuelas. Entonces decidimos hacer el estudio 'Prehabilita'"

Gloria Villalba

— Neurocirujana del Mar y médica de Raúl

Las secuelas, tras una cirugía, dependen de dónde se encuentre el tumor. "Raúl tenía una alta probabilidad de perder la movilidad en el brazo y pierna izquierdos. Él y yo valoramos incluso practicarle la eutanasia porque él no quería quedarse con secuelas. Entonces decidimos hacer el estudio 'Prehabilita'", explica junto a él su doctora, Gloria Villalba, neurocirujana del Hospital del Mar y colaboradora del proyecto. Raúl empezó la prehabilitación el 4 de junio y el 14 de junio lo operaron.

"Toda prevención es más barata que un tratamiento. Es la regla número uno de la salud pública"

Raúl González

— Paciente del Institut Guttmann

"Nada más despertarme, Gloria me exploró y vio que realmente conservaba la movilidad", relata Raúl. Al cuarto día pudo salir del hospital y acudió al Institut Guttmann para que pacientes y médicos vieran el resultado del ensayo clínico.

Raúl, que es médico especialista en anestesia y salud pública, sabe la importancia de este tipo de programas preventivos. "Toda prevención es más barata que un tratamiento. Es la regla número uno de la salud pública", responde cuando los periodistas preguntan si implementar esta técnica en la cartera de servicios es muy cara. "Una quimio o una inmunoterapia multiplica por 10 el coste de este tratamiento", asegura la doctora Villalba.

¿En qué consistió la terapia?

Esta prehabilitación consiste en unas 10 y hasta 20 sesiones de cuatro horas cada una. La neuromodulación, parte de esta prehabilitación, dura media hora. Se realiza a través de la colocación de un neuroestimulador en la zona frontal del paciente, que durante unos minutos inhibe esas zonas que rodean al tumor. Esta neuromodulación busca inhibir durante un tiempo esta área, para que sean otras regiones (también implicadas en el lenguaje pero que actúan menos) las que se encarguen de esta función. En otras palabras, la técnica consiste en reeducar al cerebro para que utilice regiones que hasta ahora no usaba o usaba menos.

Posteriormente el paciente realiza ejercicios de coordinación, secuenciación, equilibrio, memorización o incluso actividades como tocar el piano o nadar en la piscina. "Fue maravilloso ver que, después de la operación, todo funcionaba perfectamente", dice Raúl, agradecido a sus colegas. Y, sonriente, concluye: "Yo quiero vivir".

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