Negociaciones de investidura

Carles Puigdemont recuerda que solo la independencia asegura el reconocimiento nacional de Catalunya

El mediador y el estatus de Catalunya complican el pacto de Sánchez y Puigdemont

La amnistía augura un baile de sillas en ERC y Junts

Carles Puigdemont en Perpinyà

Carles Puigdemont en Perpinyà / ACN

Sara González

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Carles Puigdemont deja claro que no piensa renunciar a su objetivo de lograr la independencia porque esta es "la única manera" para que Catalunya siga "existiendo como nación". En plena cuenta atrás para la fecha límite para que haya una investidura, el mediador y el reconocimiento nacional continúan siendo dos nudos en unas negociaciones que todas las partes coinciden en que siguen adelante sin querer llevarlas al límite y que tienen como epicentro una ley de amnistía de la que no sueltan prenda. Tanto Pedro Sánchez como el expresident llevan días perimetrando su respectivo margen de maniobra, y si el presidente en funciones busca despejar la vía unilateral como amenaza y circunscribir el acuerdo en el marco de la Constitución, el líder moral de Junts tiene como objetivo que las aspiraciones independentistas no queden lesionadas y adquieran un nuevo estatus de legitimidad ante el Estado.

De esta situación emana que Puigdemont haya vuelto a publicar un nuevo mensaje con la intención de marcar la pauta en una negociación en la que los interlocutores miden con cuentagotas cuándo intervienen públicamente y en qué términos para tirar de la cuerda, pero sin romperla. En su misiva en la red X -antes Twitter- ha recordado uno de los fragmentos de su intervención el pasado 5 de septiembre en Bruselas para explicar sus condiciones para explorar el sí de Junts a la investidura. En concreto, la que hace referencia a que Catalunya es "una vieja nación europea que ha visto atacada su condición nacional por los regímenes políticos españoles desde 1714, hecho por lo que ve en su independencia política la única manera de continuar existiendo como nación".

Una manera de transmitir que ni un supuesto acuerdo para la investidura ni tampoco la aprobación de la ley de amnistía supondrán poner fin a la raíz de un conflicto que reivindica que nace de una dominación histórica del Estado sobre Catalunya y del impedimento a sus aspiraciones. Más allá de la exoneración de las causas del 'procés' y de un arbitraje externo que supervise las negociaciones, en Junts insisten en que se produzca un reconocimiento explícito de Catalunya como nación y del agravio sufrido, así como el "respeto a la legitimidad democrática del independentismo", la base para poder proyectar una entente con carácter "histórico".

Justo este domingo, el líder del PSC, Salvador Illa, ha hecho un llamamiento a abandonar los "personalismos" y los "partidismos" para aprovechar lo que considera como una "oportunidad excepcional" para acabar con el conflicto en Catalunya. Pero tanto el 'president' Pere Aragonès esta semana en el Senado como Junts insisten en que la amnistía solo es punto de partida para abordar la raíz del desencuentro. Preguntado sobre ese estatus que Puigdemont quiere lograr pactar con el PSOE y que conecta con su estrategia de defender ante los tribunales europeos que ha habido una "persecución" del independentismo, Illa se ha limitado a decir que tanto el Estatut como la Constitución "son claros" a la hora de definir Catalunya como "nacionalidad" a secas.

En el discurso del 5 de septiembre, el expresident no puso como condición 'sine qua non' para la investidura la celebración de un referéndum de autodeterminación, reclamación que dejó para una segunda fase en una legislatura en la que Sánchez, si logra repetir como presidente, continuará precisarndo de los votos de Junts. Sí dijo que lo que exigiría no era nada que no pudiera tener cabida en la Constitución si hay voluntad política en la otra parte de la mesa. También, y con vocación de alejar su estrategia de la de ERC, que su sello sería el del "pago por adelantado", pese a que en Junts ya asumen que difícilmente la amnistía estará aprobada antes de la investidura y que es posible que la oficialidad del catalán en la Unión Europea, cuestión que el Consejo Europeo de Asuntos Generales volverá a deliberar el martes, tarde más tiempo en ser una realidad.

En cambio, el reconocimiento nacional no dependería ni de procedimientos administrativos ni de calendarios institucionales o aval de tribunales, sino que sería un intangible que podría exhibirse de forma inmediata ante el independentismo en una negociación en la que tanto Sánchez como Puigdemont necesitarán proyectar que salen ganando.