Negociaciones tras el 23-J

ERC y Junts pugnan por liderar la amnistía en su batalla por ser el referente independentista del PSOE

Puigdemont: "No hay ninguna negociación en marcha con nadie"

¿Puede Sánchez conceder una amnistía a Junts?

¿Cómo es la amnistía que el independentismo reclamó en 2021 y que tumbó el PSOE?

Rufián y Nogueras

Rufián y Nogueras / DAVID CASTRO

Xabi Barrena
Fidel Masreal
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El 23-J se registró un empate a siete escaños que proporciona a ERC y Junts la misma fuerza negociadora. Sin embargo, las alianzas previas de los republicanos con Pedro Sánchez centran el foco en la formación posconvergente y desatan la pugna entre los dos partidos catalanes con representación en el Congreso por ser el referente independentista con el que hablar, negociar y pactar. Cierto es que Esquerra ha señalado varias veces que quiere facilitar la reelección de Sánchez, pero no lo hará si no hay la promesa de negociar un referéndum, un rédito indispensable para Pere Aragonès.

Tras unas semanas en que el diálogo con el PSOE se ha movido en el ambiguo terreno que separa los 'contactos' de las 'negociaciones', el toma y daca es ya inminente. Cada uno va por su lado. Tres por cuatro calles. Carles Puigdemont, negociador único de Junts con poderes plenipotenciarios, desmenuzará sus condiciones el martes en Bruselas, pero parte de la necesidad de ser reconocido como interlocutor por el PSOE y de obtener un 'logro' mayor a los indultos y la reforma del Código Penal que cosechó ERC. Lo fía todo a la obtención de una amnistía que se concretaría dejando en nada los casos judicializados por y tras el referéndum de 2017. Borrón y cuenta nueva. Incluidos los policías nacionales procesados, admiten fuentes de Junts.

ERC, por su parte, reitera que la negociación política, convencer al PSOE de que hay que hacer una amnistía, finalizó con el acuerdo para la Mesa del Congreso, así que lo que se abre ahora es una discusión técnica, de encaje. Para ERC, Junts sigue a rebufo. Y dicen 'sigue' porque Esquerra entiende que hay lo que llaman "una escalera de desjudicialización" que, peldaño a peldaño (indultos, derogación de la sedición, reforma de la malversación y, ahora, amnistía) lo ha recorrido en solitario: "Ahora llega en helicóptero Junts", dibuja una fuente republicana.

Los republicanos esgrimen el banderín del referéndum, gancho electoral de Junts, y los posconvergentes, la amnistía, pactada por los republicanos. Así que lo que ERC tilda de "negociación" se refiere a obtener una garantía de que se mantendrá el diálogo para solventar el conflicto político, sea con la fórmula de la mesa de diálogo o sea mediante una reforma de la misma.

El valor de la negociación

Puigdemont sostiene que la negociación con el PSOE ni ha empezado. Es una forma de fijar una posición firme y exigente y de decir indirectamente a su entorno que todo lo que se dialogue sin su visto bueno es papel mojado. Sin embargo, conversaciones las ha habido, y negociaciones también –en relación a la Mesa del Congreso- por lo que la maquinaria de relaciones con el PSOE, que era inexistente, ahora está instalada y va engrasándose discretamente.

Para Junts, la negociación tiene un valor colateral tan importante o más que lo que se acuerde con los socialistas. El efecto colateral consiste en aparecer ante la opinión pública como un partido independentista más exigente que ERC y, sobre todo, que consigue más logros que la formación de Oriol Junqueras cuando se arremanga en sus conversaciones en Madrid. Esto es para Puigdemont tan esencial como arrancar a Sánchez un pacto con enjundia.

Una enjundia que se basa, para el ‘expresident’, en dos conceptos: reconocimiento y relación recíproca. Reconocimiento de Catalunya como sujeto político y reciprocidad en las relaciones entre la Generalitat y el Estado. Estos conceptos son para él tan importantes o más que los avances puntuales en el autogobierno.

Después de la amnistía

Tras la amnistía, el reconocimiento y, tras ello, cuestiones básicas como la financiación, las infraestructuras y la capacidad de autogobierno sectorial. Quedará por ver, por tanto, en qué queda la bravata electoral de Míriam Nogueras cuando afirmó que sin cesión de poderes para organizar un referéndum en Catalunya no habría investidura.

Junts ya especula, si hay acuerdo, con las consecuencias del terremoto que ello supondría en clave catalana. En el cuento de la lechera de los posconvergentes ya se sitúa a Puigdemont de candidato a la Generalitat y futuro ‘president’, sustituyendo a Aragonès. Es decir, confían claramente en el ‘sorpasso’ a ERC como primer partido independentista, algo que consiguió Puigdemont contra pronóstico en las elecciones de 2017, bajo la suspensión de la autonomía catalana.

Para JxCat, y para Puigdemont, Toni Comín y otros cargos procesados, el factor humano es algo a tener en cuenta, aunque sostengan que no negociarán influidos por su caso personal. Es algo a tener en cuenta porque Puigdemont y Junqueras mantienen un duelo por el liderazgo del relato tras el referéndum. El primero defiende la batalla judicial en el extranjero y la confrontación; mientras que el segundo pasó por prisión y blande la cosecha de la mesa de diálogo: indultos y reforma del Código Penal.

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