Balance del ecuador de la legislatura

De la supervivencia a la victoria: los retos de los partidos catalanes dos años después de las elecciones

El pacto de presupuestos aleja las urnas del horizonte, así que las formaciones reorganizan su estrategia y fijan las prioridades para los próximos meses

Salvador Illa (PSC)  Pere Aargonès (ERC)  Laura Borràs (Junts)  Dolors Sabater (CUP)  Jéssica Albiach (En Comú Podem)  Carlos Carrizosa (Cs)  Alejandro Fernández (PPC)  Ignacio Garriga (Vox)

Salvador Illa (PSC) Pere Aargonès (ERC) Laura Borràs (Junts) Dolors Sabater (CUP) Jéssica Albiach (En Comú Podem) Carlos Carrizosa (Cs) Alejandro Fernández (PPC) Ignacio Garriga (Vox) / Salvador Illa (PSC) Pere Aargonès (ERC) Laura Borràs (Junts) Dolors Sabater (CUP) Jéssica Albiach (En Comú Podem) Carlos Carrizosa (Cs) Alejandro Fernández (PPC) Ignacio Garriga (Vox)

Sara González / Carlota Camps / Fidel Masreal / Xabi Barrena

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Dos años después de las elecciones del 14 de febrero de 2021, los partidos catalanes han dado un golpe al tablero catalán que ha movido todas las piezas. El 'president' Pere Aragonès logró ser investido con los votos de Junts y la CUP, pero acaba de pactar los presupuestos de 2023 con el PSC y los Comuns. Los bloques cimentados durante el 'procés' se han disuelto, la bancada independentista está completamente dividida -y enfrentada-, Cs está en descomposición y el PP remontando en las encuestas, el primer partido en la urnas da oxígeno a su principal rival político y el Govern avanza con tan sólo 33 diputados. Aseguradas las cuentas en Catalunya, la voluntad de Aragonés continúa intacta: agotar la legislatura. Así que las formaciones se preparan para recomponerse y enfrentar sus retos. Algunos se juegan la supervivencia, otros la victoria y los apoyos para gobernar.

El reto de volver a ganar y gobernar

El PSC no solo mantiene su liderazgo en las encuestas, sino que la ruptura entre ERC y Junts le ha permitido ganar centralidad y tener prácticamente la llave de qué se aprueba y qué no en el Parlament. "Gobernar desde la oposición", es su lema. A costa de la grieta entre independentistas, los socialistas han ido pactando a conveniencia con los unos o con los otros, con el acuerdo de presupuestos con el Govern monocolor de ERC como guinda de esa estrategia de ruptura de bloques. Es cierto que, con ese gesto y a pesar de que niega que le garantice la estabilidad, Salvador Illa ha dado cuerda a la legislatura del 'president' Pere Aragonès. Pero, a la vez, le permite presumir de “responsabilidad” y, sobre todo, no tener cortocircuitada la vía del pacto con los independentistas pensando ya en las próximas elecciones. El objetivo de Illa no es solo ganar otra vez, sino tener el apoyo suficiente para ocupar el Palau de la Generalitat. Las elecciones municipales son para el PSC la prueba del algodón de sus expectativas, especialmente en Barcelona. Eso sí, el partido preferiría que los comicios catalanes fueran antes de las generales para no asumir el riesgo de ir a las urnas sin Pedro Sánchez en la Moncloa. 

El objetivo de aguantar en minoría

El Govern más minoritario (33 diputados) ha conseguido el apoyo más amplio para sus presupuestos desde hace lustros (74 diputados). La paradoja republicana, además, se ha garantizado, como quien dice, poder acabar la legislatura, en 2025. Por esa razón, a dos años vista poco o nula atención le regalan a las encuestas aunque fuentes del partido reconocen que, tras la fractura con Junts, las expectativas electorales se sumieron en un bache del que, ahora, están saliendo. Bajo el lema ‘el govern, gobierna’, los republicanos esperan que la obra de su Executiu cunda en los próximos meses al calor de los más de 3.000 millones de plus con que cuentan los presupuestos de 2023. Ya en el horizonte, la prueba del nueve de las municipales con su doble partido: contra Junts, en el ‘rere-país’; contra el PSC, en la región metropolitana. En Barcelona, la entrada en la partida de Xavier Trias ha enfriado las opciones de Ernest Maragall que, con todo, no se despega del terceto líder (el posconvergente, Ada Colau y Jaume Collboni) y en Esquerra esperan que la locomotora de la presidencia de la Generalitat aúpe a su candidato.

La transformación de un 'movimiento' a un partido de orden

Dos años después de las elecciones, Junts presume de haber sobrevivido. No es para menos: ha dejado el Govern, el ‘expresident’ Carles Puigdemont ya no preside el partido, la formación gestiona una difícil bicefalia, la decisión de abandonar el Ejecutivo partió casi por la mitad a los militantes, ha mermado la influencia y el dinero de las siglas y su presidenta afronta un juicio por corrupción. Con todo ello, Junts no se ha roto y tiene en Jordi Turull un líder con autoridad que está redirigiendo el rumbo para transformar el “movimiento” Junts en un partido de orden. El candidato por Barcelona, Xavier Trias, personaliza este cambio de rumbo. Si vence, el partido respirará, en las decisivas elecciones municipales. Sin poder en la Generalitat, JxCat necesita poder institucional para seguir resituándose en el centro del mapa como un heredero de Convergència en lo ideológico, ocupando el centroderecha, y como una fuerza independentista que trata de competir con ERC por la hegemonía. Para esta última misión la clave será el nombre del candidato o candidata de Junts a la Generalitat. La próxima tarea de Turull es desplazar a Laura Borràs de esta ecuación, ya sea porque el TSJC la condena por corrupción, porque se forja un nuevo candidato que -según como acabe la decisión del Supremo sobre las condenas del ‘procés- podría no ser otro que el propio secretario general.

La supervivencia ante la desunión independentista

Sin su ‘sí’, ERC no hubiera logrado la presidencia de la Generalitat, pero poco duró el acuerdo de investidura entre ‘cupaires’ y republicanos. La alianza se rompió ya en el primer otoño del mandato, cuando los anticapitalistas negaron el apoyo a los presupuestos y Aragonès entendió que el pacto suscrito y que incluía una cuestión de confianza en el ecuador del mandato ya no le concernía. Desde entonces, la CUP ha perdido centralidad en el Parlament y ha ido aumentando su beligerancia contra el Govern, a quien critica por, a su juicio, haber renunciado al objetivo de la independencia y a una agenda de izquierdas. La relación con Junts es igual de tensa. Aún así, los ‘cupaires’ no han pedido en ningún momento que se avancen elecciones mientras sea irresoluble la desunión independentista porque, para ellos, no hay otras sumas posibles. 

El uso de ocho diputados decisivos

Los Comuns detectaron rápido la debilidad de la suma independentista que hizo posible la investidura de Aragonès. Jéssica Albiach supo cómo sacar rédito de sus ocho diputados cuando arrebató a la CUP el papel clave para apuntalar los presupuestos de 2021, un rol que ha procurado mantener justo después de la salida de Junts en el Govern, a pesar de que esta supuso que fuera el voto del PSC el que cotizara al alza. Tuvieron expectativas de que ERC les tendiera la mano para entrar en el Executiu, pero Aragonès prefirió circunscribir las alianzas al día a día, donde las sinergias entre republicanos y Comuns son frecuentes. La relación se ha ido estrechando con la vista también puesta en las municipales y los pactos posteriores en pleno flirteo entre Jaume Collboni y Xavier Trias. Estos comicios erán un todo o nada para Ada Colau.

El intento de resistir

¿Travesía por el desierto o desaparición? Es la duda que sobrevuela los naranjas desde hace dos años. Su subida fue muy exponencial, pero también lo fue la caída. Los naranjas aún intentan recuperarse de la debacle de pasar de 36 a 6 diputados. Una situación agravada por las disputas internas y las fugas de dirigentes a otros partidos. Ahora el objetivo es resistir en las municipales con algún concejal en ciudades clave como Barcelona y Tarragona. En el Parlament, el acercamiento entre PSC y ERC les permite mostrarse como los garantes del "constitucionalismo". Así, esperan recuperar algunos de los votantes que en 2021 se quedaron en casa o eligieron otras papeletas.

En busca de la recuperación

Los populares esperan, ahora sí, salir del pozo en el que entraron cuando empezó el 'procés' y con la irrupción de Ciutadans en la política catalana. Aupados por unas mejores perspectivas electorales a nivel estatal y con los naranjas tocando fondo, el PP vislumbra la posibilidad de recuperar parte del terreno perdido en las elecciones municipales de mayo. En la Cámara catalana, la dialéctica de Alejando Fernández intenta luchar contra su escasa fuerza parlamentaria, encajados en el grupo mixto y con solo tres diputados. El objetivo a corto plazo es marcar perfil propio y evitar ser la muleta de Ciutadans y Vox.

La irrelevancia de la extrema derecha

Hace dos años la extrema derecha entró por primera vez y con fuerza en la Cámara catalana. Fueron la cuarta fuerza parlamentaria con 11 diputados, aunque ya han tenido una baja. Sin embargo, a diferencia del papel que tienen en el Congreso, su llegada a la Cámara catalana no está dejando huella. La mayoría parlamentaria en Catalunya decidió establecer un ‘cordón sanitario’ contra el partido y dejarlo sin ningún papel: ni entraron en la Mesa, ni presiden ninguna comisión. La gran duda es si su inoperancia en esta institución les hará perder votos en otras elecciones o si solo con la marca ya les vale.

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