El laberinto catalán
Puigdemont medita dejar la presidencia de Junts para centrarse en el Consell per la República
Según fuentes de este organismo, que votará su dirección en febrero, esta opción reforzaría el papel institucional del 'expresident'
Fidel Masreal
Periodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM-El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
¿Qué pasaría si el 'expresident' Carles Puigdemont dejara de presidir Junts per Catalunya? La pregunta no es una mera hipótesis formulada al azar. Fuentes del Consell per la República admiten la posibilidad de que Puigdemont opte por reforzar su papel en este organismo renunciando al liderazgo de Junts. ¿Por qué? Porque así mantendría un papel "institucional" como líder del independentismo en el exterior, no anclado a ninguna sigla política concreta, dado que lo que pretende el Consell es aglutinar a todos los secesionistas catalanes al margen de su militancia en una u otra formación.
Consultado al respecto, Puigdemont ha declinado hacer declaraciones. El calendario es el siguiente: en febrero se van a escoger los cargos del Consell, que hasta ahora tenía una dirección provisional que no había sido votada por las bases. Una vez constituido lo que se autodenomina como un parlamento alternativo, la llamada asamblea de representantes, formada por 121 miembros (80 ciudadanos de base y 40 cargos institucionales) escogidos el pasado noviembre de forma telemática por los 102.000 socios que tiene la entidad.
La disciplina de partido
Siguiendo con el símil de la política institucional, la entidad también elige a algo así como un gobierno, que con toda probabilidad seguirá presidiendo Puigdemont cuando se celebre la sesión de 'investidura' de la asamblea de representantes y se vote al presidente. Este formará a su equipo, llamado gobierno del Consell.
A partir de ahí es cuando se podría producir la gran novedad: que Puigdemont, siempre alérgico a las disciplinas de partido verticales, dé el paso de abandonar la presidencia de Junts --está por ver si también la militancia-- para centrarse en el Consell y, en paralelo, en su objetivo personal: el regreso a Catalunya si las instituciones judiciales europeas le dan la razón en su batalla con las altas instancias judiciales españolas a cuenta de la petición de extradición.
Cambios de siglas
La carrera política del 'expresident' está trufada de cambios de siglas. Nunca ha escondido su preferencia por los proyectos y las ideas más que por la gestión del día a día de las estructuras partidistas. En Convergència no escondía su incomodidad respecto, en especial, a la coalición con Unió, y su gestión de la alcaldía de Girona se movió más allá de las fronteras ideológicas clásicas de CDC.
De Convergència pasó al PDECat --estuvo en primera fila en la convulsa sesión constitutiva de la posconvergencia--, pero pronto dejó clara su independencia de criterio cuando tomó las riendas del Govern. Y forzó al nuevo partido a ponerse el traje electoral de Junts per Catalunya y prescindir de la mayoría de miembros de las listas electorales previstas para 2017, en beneficio de un equipo de profesionales independientes decididos personalmente por él y un reducido núcleo de fieles.
Y cuando Junts, que estaba en buena medida nutrido, dirigido y alimentado económicamente por el PDECat, se alejó de sus ideas, primero fundó la Crida Nacional per la República, una entidad que se llevó consigo a buena parte del poder político e institucional posconvergente bajo un paraguas supuestamente pluripartidista. Al fracasar este experimento y tras los encontronazos constantes con su partido, el 'expresident' se quedó con las siglas de Junts y montó su propia estructura política, con la que compitió con ERC en las elecciones del pasado año.
Riesgos y ventajas
Los riesgos de dejar el liderazgo de Junts son que esta formación sufra una pérdida de apoyos. Muchos de los cuadros que se agrupan en estas siglas lo hacen por un motivo: Puigdemont. Sin él al frente, la cohesión interna podría verse dañada. Y entonces el debate interno (Junts ha de celebrar un congreso en principio antes del verano) se aceleraría, con el objetivo de hallar un liderazgo claro en una formación con un protagonismo, hoy por hoy, plural.
Puigdemont podría, eso sí, mantener la militancia en Junts y seguir apoyando tácitamente esta apuesta. Pero, desde hace años, su intención no es la de liderar la candidatura electoral. En los últimos comicios lo acabó haciendo, pero de forma meramente simbólica y presionado por el impacto que genera su figura en cualquier batalla electoral. Ahora, sin embargo, una vez consolidada la formación política --que forma parte del Govern y tiene solo un escaño menos que ERC en el Parlament-- la salida del 'expresident' podría forzar precisamente a los cuadros de Junts a poner orden.
La batalla judicial
Las ventajas para Puigdemont son evidentes: mantendría su figura asociada a un liderazgo exterior del 'procés', sin estar atado a ninguna disciplina partidaria, y tratando así de ampliar las bases del Consell, que suman ya 102.000 asociados. Podría centrarse también en su batalla jurídico-política para regresar a Catalunya y, en caso de lograrlo, hacerlo bajo la etiqueta de 'expresident' más que de candidato de uno u otro partido independentista.
En cualquier caso, una cuestión no menor está en el horizonte: para que Puigdemont mantuviera en el futuro su protección ante el Tribunal Supremo, no tendría otra opción que la de volver a optar a ser diputado en las elecciones europeas de 2024. Y entonces debería contar con un partido o plataforma. Pero para él no sería nada nuevo, ni excesivamente difícil, montar una nueva estructura, dada su capacidad de arrastrar bajo su liderazgo a una parte no menor del independentismo y de cargos y cuadros de la antigua Convergència.
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