Crónica de una semana negra

Alta tensión diplomática a la espera de que "baje el suflé" con Marruecos

Sánchez afronta su mayor crisis bilateral desde 2018: a la llegada récord de migrantes en Ceuta se suma el choque difícil de reencauzar con Rabat por la acogida de Ghali

Exteriores confía en que ayude la presión de la UE y ante la ONU, pero el reino alauí no cede y pide a España una "investigación transparente" sobre el líder del Polisario

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la inauguración del IV Congreso CEAPI, el pasado 17 de mayo de 2021 en Madrid.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la inauguración del IV Congreso CEAPI, el pasado 17 de mayo de 2021 en Madrid. / JOSÉ LUIS ROCA

Juanma Romero

Juanma Romero

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Apenas son las siete de la mañana. Es lunes, 17 de mayo. El secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, habla con su jefe, el ministro del Interior. Le llegan novedades de la Guardia Civil. Durante la madrugada, le traslada, han penetrado en Ceuta más de 80 inmigrantes a nado, la mayor parte bordeando el espigón fronterizo norte de Benzú, sin que la gendarmería marroquí les detuviera. A partir de entonces, la comunicación es "constante" con la Delegación del Gobierno en la ciudad autónoma.

El goteo de entradas empieza a ser continuo.

Sobre las tres de la tarde, Fernando Grande-Marlaska decide convocar una reunión de coordinación de urgencia.

Los números crecen. Se cuentan mil inmigrantes.

A las cinco, comienza la cita del gabinete de crisis. Asisten Marlaska y Pérez; la subsecretaria de Interior, Isabel Goicoechea; los directores de Policía y Guardia Civil, Francisco Pardo y María Gámez; el mando de la Autoridad de Coordinación frente a la Inmigración, el teniente general Juan Luis Pérez, y la directora general de Relaciones Internacionales y Extranjería, Elena Garzón.

La avalancha migratoria va a más.

Interior decide reforzar, con carácter "inmediato", el número de efectivos en la zona. 50 guardias civiles más y 150 policías, entre antidisturbios (UIP) y personal de Científica y Extranjería para agilizar las devoluciones. Marlaska mantiene "informado en todo momento" al presidente, Pedro Sánchez, pero no se desplaza a la Moncloa. El ministro se coordina con Exteriores, Defensa, la Secretaría de Estado de Migraciones; la delegada del Gobierno en Ceuta, Salvadora Mateos, y el presidente de la ciudad, Juan Jesús Vivas. También entabla contacto con las autoridades marroquíes.

La situación se agrava con el paso de las horas. A las once de la noche, ya son 5.000 los inmigrantes que han cruzado la frontera, sobre todo por el paso del Tarajal.

El gabinete de crisis continúa reunido en Interior. Sánchez y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, coordinan la acción del Ejecutivo desde la Moncloa. Las llamadas se suceden, hacia dentro y hacia fuera de España. Mateos solicita la ayuda del Ejército y Defensa moviliza a 500 efectivos, entre legionarios y regulares.

La cita del ministro con sus máximos colaboradores en Interior no concluye hasta la una de la madrugada. Allí se viven los momentos "más tensos" de toda la semana. Ya se ha batido el récord de llegada de inmigrantes en un solo día por mar. 5.000 hombres y mujeres, muchos de ellos menores. La anterior marca, el 7 de noviembre de 2020, en Canarias, sonaba lejos: 1.461 entradas, 2.188 en 48 horas. En Interior se contemplan "distintos escenarios, para prever todo tipo de contingencias".

Personas migrantes caminan por la playa del Tarajal, en Ceuta, el pasado 17 de mayo de 2021. 

Personas migrantes caminan por la playa del Tarajal, en Ceuta, el pasado 17 de mayo.  / EUROPA PRESS / ANTONIO SEMPERE

¿Cuáles, con qué soluciones, qué salidas? El equipo de Marlaska prefiere no apuntar más detalles, aunque la prioridad es sellar la frontera y agiliar los retornos. La crisis con Marruecos sigue abierta. "Diplomacia discreta", repiten en Exteriores.

El goteo se frena

La Moncloa "mide mucho" el viaje del presidente a Ceuta y Melilla, para mandar el mensaje de "firmeza" y tener la situación bajo control

El martes 18, la situación es grave. Sánchez cancela su viaje programado a París y decide comparecer a mediodía en las escalinatas de la Moncloa. En el Consejo de Ministros, se vierten duras críticas contra Rabat, se comunica que Marlaska, tras dar la cara ante los medios con la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, viajará hasta Ceuta. Pero en el Gabinete del presidente ya trabajan en un desplazamiento relámpago a la ciudad autónoma y a la vecina Melilla. La visita no se comenta en la reunión del Gabinete, quiere "mantenerse en secreto", explican en la Moncloa, para que sea Sánchez quien la anuncie y también por razones de seguridad. Sánchez conversa con el rey Felipe VI, habla con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y el presidente del Consejo, Charles Michel. Los socios de la UE cierran filas con Madrid. En cascada. El líder socialista informa también al popular Pablo Casado.

El viaje a los dos enclaves "se mide mucho". No es nada "nada habitual" que vaya allí un presidente en el ejercicio de su cargo. De hecho, solo lo hicieron en 1980 Adolfo Suárez y en 2006 José Luis Rodríguez Zapatero. José María Aznar (2000 y 2004) lo hizo en campaña de generales, igual que Mariano Rajoy en diciembre de 2015. Para Rabat, la presencia del Ejecutivo español en lo que llama "ciudades ocupadas" es "vista como una afrenta". Pero la Moncloa quiere proyectar "firmeza" con el reino alauí, y a la vez que Sánchez aterrice "con la situación migratoria más controlada". Ya son 8.000 los inmigrantes que han logrado pisar suelo español y 4.000 los devueltos.

Marlaska llega antes a Ceuta. A las 16.15. En el helipuerto se reúne con los responsables operativos de Policía y Guardia Civil, José Ángel González y Pablo Salas, con los mandos de ambos cuerpos en Ceuta y con la delegada del Gobierno. Se acuerda un nuevo refuerzo policial. Sánchez aterriza a las cinco. Presidente y ministro son insultados (y pateadas las puertas de sus vehículos) por medio centenar de personas a su salida del helipuerto. Se desplazan al Centro Operativo de Seguridad en el Tarajal, desde donde se monitoriza el sistema de control del perímetro fronterizo ceutí. El líder del Ejecutivo se encuentra con Vivas, y después con el presidente melillense, Eduardo de Castro, en su visita a la otra ciudad autónoma.

Brahim Ghali, líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, en una foto de archivo.

Brahim Ghali, líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, en una foto de archivo. / REUTERS / RAMZI BOUDINA

El goteo de llegadas se va deteniendo. El miércoles, Marruecos cierra su frontera. Poco a poco regresa la calma a Ceuta.

La crisis migratoria, tomada por el Ejecutivo como una "agresión" y un "asalto" a las fronteras españolas, remite. 8.000 entradas (unos 800, menores), 7.000 repatriaciones, al menos dos ahogados. Pero no el choque diplomático con Rabat. Y ese no será fácil de encauzar. Sánchez, no obstante, retoma su agenda: Congreso, presentación de 'España 2050', anuncio de la apertura de fronteras internacionales.

La visita del ministro argelino

Sánchez estuvo informado de la decisión de trasladar a Ghali. Pero el Gobierno no precisa cuándo se lo comunicó a Rabat

Para Marruecos, el elefante se llama Brahim Ghali. El presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que España no reconoce, y líder del Frente Polisario desde 2016, a la muerte de Mohamed Abdelaziz. Madrid aceptó la petición argelina de hospitalizar al dirigente saharaui, enfermo de cáncer, por un agravamiento de su salud por coronavirus. Una solicitud, indican en Exteriores, que no se cursó el 29 de marzo, durante la visita del jefe de la diplomacia del país magrebí, Sabri Boukadoum, a Madrid, donde se reunió con su homóloga española, Arancha González Laya, y con Sánchez, y donde había sido recibido por el Rey. Un encuentro con marcado carácter económico -España es dependiente del gas argelino- que sucedía a la visita del presidente a Argel el pasado octubre. Alemania también recibió el requerimiento de atender al jefe del Polisario, pero lo rechazó porque para entonces sus relaciones diplomáticas con Rabat se habían deteriorado.

José Luis Rodríguez Zapatero se reúne con el entonces líder del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, en Ferraz el 26 de noviembre de 2004, cuando era presidente del Gobierno. 

José Luis Rodríguez Zapatero se reúne con el entonces líder del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, en Ferraz el 26 de noviembre de 2004, cuando era presidente del Gobierno.  / JOSÉ HUESCA

No ha habido ninguna interlocución de alto nivel político en esta semana de España con Rabat, más allá de Laya con la embajadora

Según los partes médicos en poder de la Audiencia Nacional -donde Ghali, de 71 años, ha sido citado por el juez Santiago Pedraz el 1 de junio-, los primeros problemas respiratorios aparecieron el 3 de abril. El 13 fue ingresado en el hospital militar de Argel con PCR positiva y el 18 aterriza en España, en Zaragoza, con pasaporte argelino, y se le conduce en ambulancia medicalizada hasta el hospital San Millán-San Pedro de Logroño. En la capital riojana, Ghali ingresa a las 22.48 con una identidad falsa, la de Mohamed Benbatouche, y está acompañado por dos personas. Enseguida es llevado a la UCI por su estado crítico, "una neumonía bilateral complicada por una polineuropatía, que le impide respirar por sí mismo". El CNI no estuvo implicado en la operación, según fuentes de Defensa.

En Exteriores indican que la decisión de acoger al líder saharaui, por razones "humanitarias", fue colegiada, de todo el Ejecutivo, extremo que admiten en la Moncloa. Sánchez estaba, pues, "informado". Y aunque en Interior coinciden ahora en esa versión, para no prender la llama dentro del Gobierno, Marlaska discrepaba por las posibles consecuencias migratorias. Rabat tuvo noticia enseguida de que el jefe del Polisario estaba a resguardo en Logroño, un lugar lejos de los focos. El 22 de abril saltaba a medios marroquíes ('Le 360', cercano al palacio real, y que a su vez citaba una desconocida publicación española, 'El Noticiario') y franceses ('Jeune Afrique').

Ni Exteriores ni la Moncloa contestan a la pregunta de en qué momento se informó a Marruecos de la presencia en España de Ghali, considerado un "enemigo" para el país. "Cuando el tema es complejo, lo importante es gestionarlo y luego elegir el momento adecuado para comunicarlo", justifican fuentes diplomáticas. En el Gobierno recuerdan que también Rabat cerró la aduana comercial en Melilla en 2018 y no avisó a España, igual que el establecimiento de relaciones con Israel y el reconocimiento de Donald Trump de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental pilló por sorpresa a Laya cuando estaba en Ramala (Palestina), el pasado diciembre. Tampoco fue prevenida la ministra de su intención de ampliar la demarcación oceánica, en enero de 2020.

Frente a quienes acusan a Laya de "ingenuidad", fuentes diplomáticas señalan que influye la ruptura del alto el fuego Polisario-Marruecos y el giro de EEUU

Zapatero tuvo que bregar con otra crisis con el vecino magrebí en 2009, en aquel momento por la huelga de hambre de 32 días que hizo la activista saharaui Aminatu Haidar en Lanzarote, antes de retornar a El Aaiún. En su equipo cuentan que el choque se resolvió con mucho diálogo y el problema hoy está en ese punto. En que el Gobierno no informó previamente a Rabat, y entonces la "confianza" se quebró. Laya, señalan estas fuentes, pecó de "ingenuidad", al no tener tomada la medida al reino alauí y no prever su reacción ante un tema, el Sáhara, considerado 'casus belli'. Marruecos lanzó un primer aviso de su disgusto a finales de abril, cuando se cruzó de brazos ante la entrada de unos 130 inmigrantes por Ceuta. En ese momento también se movilizó la maquinaria diplomática española. Pero aquel pico quedó lejos de la ola de ciudadanos lanzados al mar esta semana.

Dos dirigentes saharauis murieron en España en 2018 y 2020

La ministra ha defendido que no se pretendió ninguna "agresión" a Marruecos, solo actuar por razones "humanitarias". Fuentes diplomáticas recuerdan que hasta "no hace demasiado tiempo" los dirigentes saharuis visitaban nuestro país sin suscitar una reacción tan airada por parte de Rabat. Ghali había sido delegado del Polisario en España entre 1999 y 2008. Y Mohamed Abdelaziz, presidente de la RASD y secretario general del Polisario desde 1976 hasta su muerte, en 2016, se entrevistó en privado con Felipe González en 1992 en la Moncloa y en noviembre de 2004 con Zapatero, pero en Ferraz. Cita esta última que "se comunicó previamente" a Rabat, según el entorno del exlíder socialista. En abril de 2018, con Rajoy en el Ejecutivo, falleció en Bilbao Ahmed Bujari, el representante del Polisario ante la ONU, y en abril de 2020 murió en Madrid el histórico dirigente Mohamed Jadad. "Los dirigentes saharauis han estado entrando y saliendo de España, y muchos incluso tienen pasaporte español. Antes no se puso el grito en el cielo", alegan en el Gobierno, donde reivindican su "autonomía" de actuación frente a un tercer país.

Rabat ya ha subrayado que si Ghali sale de España "con opacidad", como entró, la crisis empeorará

¿Por qué en esos momentos no hubo crisis bilateral y ahora sí? Fuentes diplomáticas señalan dos razones básicas. Uno, la ruptura del alto el fuego entre Marruecos y el Polisario en noviembre pasado. No había ocurrido desde 1991, cuando las dos partes llegaron a un acuerdo para el cese de hostilidades. La tensión "aumentó" aún más. Dos, en diciembre, Trump reconoce la soberanía marroquí sobre la excolonia española fuera del marco de la ONU. "Ambos aspectos tienen un impacto en la percepción marroquí de la acogida de Ghali", justifican las citadas fuentes. "También Rabat asiló a[l dictador congoleño] Mobutu Sese Seko hasta su muerte en 1997. Lo que ocurre ahora es que Rabat entiende que ha alcanzado el 'momentum' para ganar terreno en la arena internacional, presionar a la comunidad internacional para que siga los pasos de Trump. Ahí empieza la ofensiva", explican en el Ejecutivo. La Reunión de Alto Nivel (RAN) España-Marruecos continúa aplazada sine díe.

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, con su homólogo marroquí, Nasser Burita, el 24 de enero de 2020, en Rabat. 

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, con su homólogo marroquí, Nasser Burita, el 24 de enero de 2020, en Rabat.  / EFE / JALAL MORCHIDI

La recomposición de las relaciones no será sencilla. Los actos "tienen consecuencias", aseguró el mismo martes, en pleno pico de tensión, la embajadora marroquí en Madrid, Karima Benyaich, una mujer muy cercana a Mohamed VI y cuyo padre, de hecho, fue médico de Hassan II. Laya la convocó para pedirle explicaciones y expresarle su "rechazo" y "disgusto" por la ola migratoria, y justo después Rabat la llamó a consultas. El ministro de Exteriores alauí, Nasser Burita, ya ha advertido de que Benyaich no regresará a Madrid "mientras dure la crisis" y esta durará en tanto Ghali permanezca en España. Y si el líder del Polisario sale como entró, "con opacidad", añadió la embajadora el viernes, la "grave crisis" entre los dos países empeorará. Este sábado, el país magrebí pidió a España "una investigación transparente" sobre lo sucedido con el jefe del Polisario.

La UE advierte de las "consecuencias"

Exteriores replica que la operación fue "discreta", y "no secreta", como "discretos" están siendo los contactos con las autoridades marroquíes para revertir la situación. "Queremos que baje el suflé, no calentar más", explican. Fuentes diplomáticas añaden que aunque las llamadas y los mensajes con Rabat se han sucedido, de carácter técnico, en esta semana de crisis no ha habido interlocución telefónica entre Laya y Burita, y tampoco de la número dos del ministerio, Cristina Gallach, con su contraparte marroquí. En la Moncloa también se reitera que no se ha demandado la mediación del Rey con Mohamed VI. Burita sí ha hablado con Borrell. España ha dejado claro que no aceptará "chantajes", en palabras de la titular de Defensa, Margarita Robles.

Exteriores subraya el papel clave de los socios europeos, pero hay quienes creen que puede ser "contraproducente" esa presión

La acción de Laya y su equipo está centrada en otros dos frentes. De un lado, afianzar la complicidad de la UE, para que Rabat sienta que tiene enfrente no a España, sino a toda la UE. Borrell advertía este viernes de que si un país rompe un acuerdo, se expone a "consecuencias". Apuntaba a los fondos que Marruecos recibe de la UE, 14.000 millones desde 2007 a través del instrumento europeo de vecindad. Es muy probable que la crisis se aborde en el Consejo Europeo de este próximo lunes y martes, bien a propuesta de Sánchez o del italiano Mario Draghi. Miembros de Ejecutivos socialistas anteriores avisan de que la presión de la UE puede ser "contraproducente", porque "encorajina al más débil", Rabat. Se trata de una "crisis bilateral, y como tal debe resolverse", aconsejan. Restaurando la "confianza".

De otro lado, Exteriores sigue instando al secretario general de la ONU, António Guterres, para que nombre al enviado especial para el Sáhara, cargo vacante desde mayo de 2019, cuando dimitió el alemán Horst Köhler. El dirigente portugués ya ha planteado 12 nombres, y ninguno ha concitado el acuerdo en el Consejo de Seguridad y entre las partes. El último sobre la mesa es Staffan de Mistura, diplomático italo-sueco que en los últimos años ejerció de mediador en Siria. La propuesta convence a Madrid.

Sánchez cierra una semana monopolizada por la mayor crisis bilateral en sus tres años de mandato. La de futuro más incierto, pero cuya resolución es vital para dos países que se proclaman "amigos" y que están obligados a entenderse. Por ahora, el hilo Madrid-Rabat continúa tenso, muy tenso.

Suscríbete para seguir leyendo