Dossier especial (II)

El 15-M se reencuentra diez años después: "Seguimos indignados"

Seis activistas que protagonizaron el estallido de la plaza de Catalunya reviven las claves de aquel movimiento

Reivindican la vigencia de sus ideas en entidades sociales y de barrio y siguen viendo motivos para la protesta

Seis activistas del 15-M regresan a la plaza de Catalunya 10 años después de la acampada.

Seis activistas del 15-M regresan a la plaza de Catalunya 10 años después de la acampada. / JORDI COTRINA

Fidel Masreal

Fidel Masreal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Diez años después del estallido del 15-M, EL PERIÓDICO reúne a Anna, Ceci, Pato, Ariadna, Llum y Joan Manel en el punto exacto donde se conocieron y empezó un movimiento multitudinario: el centro de la plaza de Catalunya de Barcelona. Hoy la única marea la forman las palomas, pero los activistas sostienen que la "magia" del 15-M sigue viva en los barrios y en un sinfín de movimientos sociales que Anna lleva anotados en una larga lista. Eso sí, al mencionar fenómenos como el de Podemos o los 'comuns', surgen divergencias evidentes entre los que sostenían eso de "no nos representan".

¿Cómo fue posible esa explosión? Anna subraya que el movimiento estalló tras muchas luchas que ya se venían larvando. Ceci, que estuvo literalmente en la cocina de la plaza, habla de un movimiento irreproducible, "mágico", en el que le llegaba constantemente comida de todas partes para alimentar hasta a 3.000 personas al día. Nada que ver con manifestaciones de años anteriores en las que "éramos cuatro gatos en la plaza de Sant Jaume".

Pato, viejo luchador sindicalista desilusionado con la transición, recuerda: "Cuando llegué a la plaza lo primero que escuché fue 'nadie nos representa' y me dije '¡Ostras, estos son los míos!". Joan Manel se quedó impactado por la manifestación masiva inicial y la capacidad organizativa. Y Ariadna destaca que las incipientes redes sociales echaron una mano: "Al poder le cogió a contrapié, las primeras semanas, y el equipo de redes y comunicación era bestial". Anna recuerda cómo todo surgió en un evento en Facebook que convocó a una concentración a las nueve de la noche. En la plaza, claro. "Éramos unos 200 y yo pregunté: ¿Quién se quedará realmente a dormir? Nos quedamos 59".

Seis activistas del 15-M regresan a la plaza de Catalunya 10 años después de la acampada

A partir de ahí, fueron miles los ciudadanos que llenaron la plaza, en especial en las asambleas. "Es la primera vez que escuché a la gente hablar de política", recuerda Ariadna. "Había un runrún tras la crisis de 2008, y la primavera y el hechizo de la plaza jugaron a favor", apunta Joan Manel. "La gente aprendió qué es activismo, qué es la democracia", recureda Ceci. También fue una moda, añade.

Reviven con emoción la explosión de creatividad en las pancartas, en las convocatorias improvisadas y en los lemas, que impactaron en personas como Llum: "Yo no estaba en ningún movimiento, era autónoma, paga mis impuestos, hipoteca... Vi que algo se estaba moviendo, me sentía muy bien y vi que todo se podía cambiar, había mucha esperanza". Desde entonces, Llum ha hecho del activismo su vida. "Todo era sorprendente, nuevo", describe Joan Manel, recordando las asambleas con hasta 3.000 personas juntas usando el lenguaje de signos para comunicarse en silencio. El silencio de la plaza a rebosar les emociona a todos todavía al recordarlo.

Y la plaza calló

¿Por qué se acabó la acampada? Según la mayoría de ellos, por la llegada de infiltrados para trolear las reuniones. También "se radicalizó bastante todo", recuerda Pato. Es conocido que las asambleas acabaron derivando a menudo en discusiones bizantinas y en contradicciones infinitas. Después, el surgimiento de partidos como Podemos o los 'comuns' generó, y genera, entre estos activistas muchas disputas. Para Anna, estos partidos dijeron: "Iros a casa que ahora lo haremos nosotros". Una parte de la gente se fue a estos partidos, admite Llum.

Ceci añade que el 'procesismo' independentista desdibujó al movimiento. Joan Manel responde a Anna: "Que los activistas pasen a la política es interesante porque entienden las dificultades del sistema, y los políticos han de bajar al activismo, es el paso que falta". El 15-M es heterogéneo, constata Pato, que es de la opinión de que la izquierda ha de estar siempre en la oposición. Y Lllum defiende que el 15-M hablaba más de anticapitalismo que de izquierdas o derechas.

Una de las crisis más graves del 15-M fue el bloqueo del edificio del Parlament. Pero en eso todos están de acuerdo: se magnificaron los hechos para criminalizar al movimiento. "En el desalojo de la plaza sí se hostió a tutti quanti, las hostias reales fueron allí", se queja Joan Manel.

El reencuentro de los indignados en la plaza coincide con el adiós de Pablo Iglesias a la política. "Estoy contenta con que Pablo haga política desde fuera de las instituciones", opina Ceci. Pato cree que Iglesias se autoproclamó continuador del 15-M. Anna carga contra los 'comuns' y Joan Manel le responde que "la CUP también tiene sus pecados" y admite que el surgimiento de los nuevos partidos ha debilitado al movimiento: "Que no haya mucha gente en la calle es un problema".

¿Y donde está hoy el 15-M?

Todos lo tienen claro: el 15-M ha servido para engordar los movimientos de los barrios, reivindicaciones como la de la vivienda digna. Ariadna pertenece al colectivo de Sarrià, que sigue enviando periódicamente 'e-mails' con todo tipo de convocatorias y recomendaciones. Anna tiene una lista de "cosas conseguidas por la lucha de todas las indignadas". Entre otras, la creación de la coordinadora laboral 15-M, las huelgas feministas, las mareas de sanidad y de vivienda, 'SOS Educació' y '15-M para Rato', que logró la condena por las 'tarjetas black'... Cada cual con su propia morfología, lógicamente.

¿Es repetible ese estallido de hace 10 años? Todos constatan que la crisis avanza, que las ideas no han caducado y que "sigue viva una red contra toda la potencia del sistema. "Si no tienes sus recursos, es complicado", según Joan Manel. Otra cosa es que el activismo deba o pueda reproducir el formato de la acampada. "Ahora no es tan espectacular, es menos gente pero trabajando", describe Pato.

Y en clave personal, la mejor herencia de ese estallido es la que confiesa Ceci: "No nos conocíamos de nada y ahora conozco a mucha gente. Y nos queremos, en la mejor acepción de la palabra". La charla acaba recordando al economista, pacifista y activista Arcadi Oliveres, recientemente fallecido, y a sus multitudinarias charlas en la plaza. "Gritaba: 'los bancos son unos ladrones', me emocionaba cuando lo veía enfadarse de verdad, era un indignado más", describe Ceci. Anna lleva orgullosa un libro de Arcadi bajo el brazo: "Aquí esta todo".

Suscríbete para seguir leyendo