Elecciones en Madrid

4-M: la conciliación no existe

A falta de una respuesta oficial, la única opción que tienen las familias para afrontar la jornada laborable pero no lectiva de hoy es pedir ayuda a los abuelos vacunados, contratar una cuidadora o teletrabajar

Una madre vota acompañada de su hijo, esta mañana en Madrid.

Una madre vota acompañada de su hijo, esta mañana en Madrid. / José Luis Roca

Olga Pereda

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Por más que algunos políticos digan lo preocupados que están por la conciliación (si fuera verdad no ofrecerían ruedas de prensa a las once de la noche), la concordia de la vida familiar y laboral no existe oficialmente. Lo que sí existe son las abuelas, las cuidadoras, el teletrabajo, las jefas y los jefes comprensivos, el catálogo de Netflix y Filmin, la consola… Una vez más, este es el inventario de supervivencia de padres y madres de Madrid para afrontar el día electoral de hoy, laborable pero no lectivo.

Los candidatos no han hablado de ello, pero el problema es considerable. El teletrabajo es una especie de solución mágica, pero si eres dentista, conductora de autobús, barrendero o cirujana está vetado para ti. Con los colegios abiertos para votar pero cerrados para las clases ¿cómo se organizan hoy las familias? Ningún candidato ha arrojado luz. Tampoco lo han hecho sobre cómo se desinfectarán los centros educativos una vez haya terminado la jornada electoral. ¿Quién lo hará? ¿Cómo? ¿Cuándo? La preocupación en la comunidad educativa es evidente. Especialmente porque gracias al esfuerzo de estudiantes y docentes, las escuelas han demostrado ser los únicos lugares seguros frente a unos contagios desbocados. Todo gracias al estricto cumplimiento de las normas sanitarias: uso continuado de mascarillas, ventanas abiertas, desinfección de material, y grupos burbuja.

Cuidadora, abuelas, y teletrabajo

María es médica, trabaja en un ambulatorio al sur de Madrid y tiene dos niñas, de dos y seis años. Ni ella ni su marido querían llevar a la pequeña a la guardería este año por precaución frente al covid, así que contrataron una cuidadora (1.000 euros mensuales) de lunes a viernes. La jornada electoral no les trae de cabeza porque las dos niñas se quedarán con la cuidadora.

Una pareja pasea por el Retiro con su bebé, ayer, día de reflexión y festivo en Madrid.

Una pareja pasea por el Retiro con su bebé, ayer, día de reflexión y festivo en Madrid. / David Castro

En otras familias, pagar un sueldo a una ‘babysitter’ no es asumible. Es el caso de Ana, farmacéutica que está contratada en un laboratorio, y Paco, empleado en un banco. Los dos trabajan de forma presencial. Además, Ana recibió hace semanas la temida carta para ser miembro de una mesa electoral. ¿Cómo se organizan hoy? Al igual que en muchísimos otros hogares: pidiendo auxilio a los abuelos, que, por suerte, ya están vacunados, aunque solo con la primera dosis.

Los abuelos y las abuelas son esa luz al final del túnel. Para las mamás y los papás que tienen a sus progenitores en otras comunidades, esa luz no existe. Es el caso de Diana, abogada y mamá soltera de un niño de seis años. En su caso, la conciliación es el teletrabajo para ella y la consola para su hijo. No hay progenitor que no sepa las consecuencias negativas que tiene el abuso de las pantallas en la infancia, pero la única manera de trabajar en casa es ‘enchufar’ al ser menor a los videojuegos o las películas. Por suerte Netflix acaba de incorporar una peli estupenda ’Los Mitchell contra las máquinas’, que habla, precisamente, del abuso de las pantallas que se hace en los hogares. Es una cinta divertida y protagonizada por una familia bastante friki, así que Diana sabe que su hijo la verá mañana por lo menos un par de veces. Otro ratito, videojuegos. Otro rato, algunos ejercicios de sumas y restas. Y así se irá pasando el día.

El teletrabajo no es, sin embargo, una opción para Alicia y Enrique, padres de un niño de 8 años. Ella trabaja en un supermercado y él es electricista. Alicia ha pedido el día libre, una decisión que sabe que no es del agrado de su jefe. Solicitar una libranza es la misma vía por la que ha optado Javier, agente inmobiliario y padre de dos niñas de ocho y seis años. 

Los problemas para conciliar son inversamente proporcionales a la cuenta bancaria. A Raquel no le preocupa en absoluto la jornada laborable y no lectiva de hoy. Ella, ejecutiva en una empresa tecnológica, y su marido, directivo en una farmacéutica, pueden teletrabajar sin problemas. Además, viven a la afueras de Madrid, en un chalet con parcela donde los niños pueden jugar, correr y divertirse en la cama elástica que compraron cuando la pandemia comenzó a dar sus primeros latigazos. La pareja tiene una empleada interna que se encarga tanto de la casa, como de la comida y el cuidado de los hijos mientras ellos trabajan. La conciliación así sí existe.