LA ESTABILIDAD DEL EJECUTIVO

PSOE y Unidas Podemos se sobreponen a su último choque ayudados por 'Kitchen'

El presidente, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, el pasado 8 de septiembre en el Senado.

El presidente, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, el pasado 8 de septiembre en el Senado. / periodico

Juanma Romero / Miguel Ángel Rodríguez

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"El ruido de fuera no está dentro". Una ministra del PSOE arranca la conversación, enfatizando cada una de sus palabras. "En el interior del Gobierno no vemos ese ruido, de verdad que no. Hay una relación normal. Pero ellos, Podemos –continúa–, quieren sacar la cabeza, no porque quieran resquebrajar la coalición. Creen que deben hacerse ver a base de exabruptos, intentando contraponer su posición a la nuestra. Pero el Gobierno funciona como uno monocolor, donde a veces los ministros coinciden y otras no".  

No es un análisis aislado. Es la lectura que atraviesa al grueso del Ejecutivo, a socialistas y morados. El matrimonio de conveniencia que ambos formaron para la investidura de Pedro Sánchez, hace menos de un año, acumula achaques, muchos, pero goza de buena salud. Pese a todo. Y tiene, subrayan las dos partes, vocación de continuidad.

Los dos socios han naturalizado las discrepancias, han absorbido la polifonía, han intentado –y quizá logrado— que la reverberación de cada marejada interna decrezca, que cada choque tenga un recorrido más corto. Pero las tensiones están, y aquel propósito/aviso que se marcó Sánchez al anunciar su nuevo Gabinete, en enero –un Ejecutivo "plural", aunque "con una misma palabra"–, suena a entelequia. Tensiones que, además, no se esconden. Para el PSOE, por el afán de Pablo Iglesias por "marcar perfil", "territorio". Para UP, porque quiere que se cumpla el acuerdo de gobierno y Sánchez no gire a la "derecha".

"Otra vez"

"Por la huida del rey emérito tuvimos una discusión fuerte y puedo decir que el presidente se disculpó. Eso le engrandece", reveló el martes Pablo Iglesias en la SER. Las palabras sorprendieron a varios ministros socialistas tras la reunión semanal del Ejecutivo. Y molestaron. Mucho. "Otra vez", "es inaceptable", mascullaban algunos, irritados. La portavoz, María Jesús Montero, y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, a duras penas pudieron morderse la lengua. Ante las sucesivas preguntas de los periodistas, recalcaron que las conversaciones de Sánchez con sus ministros son privadas, como son secretas las deliberaciones del Consejo. Y recordaron que el "estatus" del presidente es distinto al del resto de su Gabinete. 

La pelota bajaba otra vez al suelo. Sin tropiezos. Incluso en el equipo del vicepresidente segundo se admitía que sus palabras en la radio habían sido inoportunas. Pocas horas después, la coalición exhibía unidad al registrar conjuntamente en el Congreso una solicitud de comisión de investigación sobre la 'operación Kitchen' que afecta al PP (y que prosperará), lo que permitirá mantener vivo el caso durante meses en la escena pública. 

La oferta de última hora de Montero y la intervención de Iglesias evitaron las fisuras en el bloque PSOE-UP

Los socios impulsaban el órgano casi en paralelo a la primera derrota parlamentaria de calado que el Gobierno sufría, al tumbar la Cámara baja el decreto ley de los remanentes de los ayuntamientos. Los 155 diputados de PSOE y UP votaron juntos, sin fugas de los 'comuns', algo que no estaba nada claro por la oposición de Ada Colau. Pero una oferta de última hora de Montero y la intervención de Iglesias lograron evitar la ruptura de la mayoría. 

Desde hace meses, en el horizonte de Unidas Podemos, la norma redactada por Hacienda y que obtuvo por los pelos el beneplácito de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), figuraba como un quebradero de cabeza. Desde un primer momento, la alcaldesa de Barcelona se posicionó en contra y obtuvo el respaldo de En Comú Podem que, en un principio, apostó por rechazar la iniciativa. El ‘no’ de los morados catalanes suponía una ruptura de la disciplina de voto acordada al comienzo de la legislatura entre PSOE y Unidas Podemos.

Para mantener intacto el acuerdo y en un gesto de "lealtad", diversas fuentes de UP explican que Iglesias mantuvo una reunión con Colau el pasado miércoles en Madrid. Un día antes de la votación. En ese encuentro, detallan, el vicepresidente segundo planteó negociar con Montero "pequeñas modificaciones" en el decreto para que los comunes se sintieran a gusto apoyándolo. Las mismas fuentes sostienen que en esos momentos Iglesias ya daba por perdida la votación, pero que su intención era mostrar a un Gobierno unido. La ministra no llegó a reunirse con la regidora catalana ese día, precisan desde su círculo más cercano. 

CIS y el rey emérito

La coalición culminaba la semana con las aguas tranquilas. A la espera de la próxima tensión. Este martes, el Congreso vota una moción de los morados que pide al CIS que pregunte sobre la Monarquía. El PSOE aún no ha decidido el sentido del voto, pero en principio se inclina por oponerse, según indicaban fuentes del partido, aunque antes quiere estudiar las enmiendas transaccionales de los grupos, si se presentan. 

Pero la batalla más dura que queda por delante es la de los Presupuestos de 2021. Montero sigue redactando el borrador con Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales y hombre de confianza de Iglesias. De momento, en las conversaciones entre ambos no ha habido atasco, indican en Hacienda, aunque aún faltan algunos días para que se alumbre el texto conjunto. Lo difícil vendrá después, aunque Sánchez ha logrado de Podemos que acepte que se negocie con Cs.

No obstante, en la Moncloa y en Hacienda se aprecia un cierto giro y ahora ven una mayor disposición en ERC. El Gobierno jugará, por ahora, con las dos barajas, para no correr riesgos. "Sí es posible unos Presupuestos que puedan ser cómodos para todos, que no generen rechazos —señalan desde el sector socialista del Gabinete—. ¿Habrá vetos por siglas? Bueno, están anunciados. Pero vamos a trabajar con todos, y llamaremos incluso al PP. El presidente ha trasladado que observa que ERC está más disponible, pero Cs ha hecho una apuesta clara y hay que contar con ellos sin tener que excluir a nadie". Que el presidente situara a los naranjas en la "foto de Colón" el pasado miércoles en la Cámara baja no les saca de la ecuación. 

Los ministros socialistas critican el afán de UP por "marcar perfil", pero destacan el buen clima interno

Sánchez traslada que está satisfecho con su Gobierno, que no prevé cambios y que garantiza la "estabilidad" para toda la legislatura, pero para que esta sea "fecunda" son los demás partidos los que han de arrimar el hombro. Puertas adentro, se respira ese aire optimista. "Buen ambiente, coalición fuerte", resume telegráficamente un ministro. "Somos un equipo cohesionado, aunque haya matices y aunque no comparta su estrategia de visibilizarse mostrando las diferencias en los medios", secunda otra. "A veces me preocupa lo que leo, porque las deliberaciones en el Consejo son constructivas, la comunicación es fluida y no hay broncas", apunta un tercero, que evoca el reproche público que los morados lanzaron contra la ministra Isabel Celaá por el diseño de la vuelta al cole, reproche que no se escuchó en la reunión de aquella semana. 

"Juego sucio"

Pero el pulso más vivo se libra en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, que preside Nadia Calviño y en la que sí se enfrentan esas dos visiones, con alineamientos no siempre partidarios, ya que en ocasiones ministros como José Luis Escrivá (Inclusión) se posiciona del lado de sus compañeros de UP. Cuando las disputas se enconan, resuelven por arriba Sánchez e Iglesias, que mantienen buena relación, igual que sus equipos más directos. En la Moncloa subrayan que la convivencia es "mejor" que la de PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, porque el diálogo en el Ejecutivo central entre los dos aliados es fluido y los líderes se entienden bien. 

En el PSOE se subraya su distinta cultura, más "institucional" y "de poder", y la de Podemos. También se aprecia menos incomodidad con Yolanda Díaz (Trabajo), a quien reconocen su labor y dedicación, o Alberto Garzón (Consumo), líder de Izquierda Unida, formación con la que los socialistas sí se han entendido históricamente y con la que han gobernado en ayuntamientos y comunidades. De Manuel Castells (Universidades), convienen distintas fuentes que está más "desaparecido". 

En el Ejecutivo también hay quienes denuncian el "juego sucio" de los morados con los medios, su "escasa gestión" en sus áreas —de menor peso que las del PSOE—, su carácter "menos empático y agresivo" y la voluntad de Iglesias, "intolerable", de "querer medirse con Sánchez". 

En el PSOE dicen que son "contadas" las cuestiones que no sabe UP, pero remarcan el "estatus" de Sánchez

Justo una de las quejas de los podemistas es que tanto en el destierro del rey emérito –operación controlada por la Moncloa: Sánchez y, por delegación, su jefe de Gabinete y el secretario general de la Presidencia, Iván Redondo y Félix Bolaños, más Calvo– como en la posible fusión entre CaixaBank y Bankia ha estado al margen. El presidente ha defendido la "confidencialidad" de sus despachos con el Rey y que la información "muy sensible" sobre los dos bancos solo podía ser conocida por Economía. 

"Son contadas las cuestiones que Podemos no conoce", señalan fuentes próximas a Sánchez. En la parte socialista, se recuerda que su líder no es un ‘primus inter pares’, sino un presidente con "estatus" propio y que es quien decide qué delega en sus vicepresidentes y ministros, porque además así lo prescribe la Ley de Gobierno de 1997. "No tiene nada que ver ni con la confianza en su Gobierno ni con la complicidad de la coalición, sino con el carácter crítico de ciertos asuntos", apunta un ministro. Otro admite que la mayor parte de los miembros del Gabinete, incluso del PSOE, no están al tanto de los temas más estratégicos o delicados. También los que conocen a Sánchez anticipan que no cambiará su actitud, porque su círculo de poder es pequeño, muy pequeño, y en la Moncloa irrita la indiscreción que suponen a Iglesias. "Pedro ejerce de presidente, lidera", observa un ministro. Otro reivindica la fuerza numérica del PSOE, que debe hacerse valer, estima, en el seno de la alianza: 120 frente a 35 diputados.

Relación Lastra-Echenique

Incluso en el PSOE los más 'fríos' con UP asumen que la coalición durará. Lo mismo cree el sector morado, que el Gobierno tiene mimbres para seguir, por lo menos, hasta el final de la legislatura. Fuentes cercanas a la cúpula de Unidas Podemos reivindican la "buena salud" de la que goza el actual Ejecutivo pese a la crisis sanitaria que ha golpeado de lleno los primeros meses de la alianza. Además, dejan claro que, "incluso con discrepancias" típicas entre dos formaciones distintas, el Consejo de Ministros puede funcionar como una maquinaria engrasada si se mantienen unos buenos canales de comunicación.

Los morados creen que hay mimbres para que el Gobierno dure, por lo menos toda la legislatura

A este respecto, fuentes parlamentarias destacan el "buen entendimiento" entre los socios y aseguran que los portavoces en el Congreso, Adriana Lastra y Pablo Echenique, charlan a diario para coordinar la acción en la Cámara baja, como lo prueba la maniobra rápida para acorralar al PP por la 'Kitchen', perfecta para los intereses del Ejecutivo y para agitar los fantasmas del pasado —la sombra del escándalo permanente y de la corrupción— de Pablo Casado

Todos admiten que, guste más o menos, PSOE y UP están condenados a entenderse. Y a resistir. Por mucho tiempo, porque el viejo bipartidismo puede no regresar. Las dos partes señalan que, a fin de cuentas, las tensiones que se visualizan son las que marcan el campo de juego de un Gobierno de coalición. Una experiencia, abundan, que no existía en España, sí en las autonomías. Una entente entre las izquierdas, además, que estaba inédita desde la Guerra Civil y que es una 'rara avis' en Europa. 

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