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Lecciones del seísmo del 3%

Maragall acusa a CiU de corrupción

periodico

Fidel Masreal

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Han pasado 15 años y todavía hoy los 'fontaneros' de la antigua <strong>Convergència</strong> siguen afirmando que no se podrá demostrar que los contratos del Govern fueran ilegales. Que las empresas tienen derecho a ayudar a los partidos. Que como mucho pudo haber "cohecho impropio". Y que quizá algunas compañías sí lograban información antes que el resto. Pero que esto no es corrupción porque entonces no existía tal delito.

Esta es la mentalidad que todavía anida en los que conocieron de primera mano los entresijos de un partido que ya no existe y liderado por quien hoy ya no está en primera fila, Artur Mas. Pero retrocedamos a ese día, a ese instante. 24 de febrero del 2005. Parlament de Catalunya. Había estallado la crisis del hundimiento del túnel del Carmel. CiU cargaba contra el Govern. El entorno del 'president' Pasqual Maragall le mostró un editorial de EL PERIÓDICO sobre el 3%. Maragall, contra pronóstico, espetó a Mas: "Ustedes tienen un problema, y este problema se llama 3%".

Lo más significativo no fue que Maragall soltara la bomba, sino que retirase su acusación de inmediato. ¿Por qué? Porque tal como Mas le había advertido, esa denuncia daba al traste con el Estatut. "Maragall tuvo la sensación de que se quedaba solo, de que no tenía ni el apoyo de los suyos", analiza una de las personas que más sabe sobre corrupción, Joan Llinares, exdirector del Palau de la Música y actual director de la Agencia de prevención y lucha contra el fraude y la corrupción de la Comunidad Valenciana. "Me impactó que el gesto auténtico, directo y genuinamente democrático de Maragall fuera castigado por el entorno partidario", opina Itziar González, arquitecta y exconcejala que sufrió represalias por sus denuncias sobre la corrupción.

¿Ha servido?

Maragall no solo rectificó, sino  que la investigación que abrió el fiscal José Maria Mena quedó en practicamente nada. Es el destino, afirman los expertos, de las investigaciones prospectivas. El Parlament creó una comisión de investigación que tampoco llegó a ninguna conclusión. Aunque hoy parezca insólito, entonces no pudo acreditar el presunto cobro de comisiones.

Lo cierto es que incluso los herederos directos de CDC admiten hoy en privado que Maragall destapó malas prácticas. Corrupción, en definitiva. Pero no fue hasta la sentencia del '<strong>caso Palau'</strong> y la confesión de Jordi Pujol cuando se certificó gran parte de la magnitud del escándalo

La descomposición política de CDC sí ha sido uno de los precios pagados por el partido protagonista. Se ha transformado en el PDECat y este a su vez ha creado Junts per Catalunya como marca electoral. El 'escándalo Pujol' finiquitó definitivamente esa vieja CDC. E incluso Mas dejó la primera línea pocos días antes de la sentencia del 'caso Palau', que certificó las comisiones de Ferrovial a través del Palau de la Música. "La caída de CiU ha sido un castigo importante, mucho más del que vemos en la política española", opina Simona Levi, impulsora de luchas anticorrupción en Xnet y 15MpaRato.

Los expertos citan en positivo avances como la <strong>ley catalana de transparencia</strong>, con un listón de exigencia mayor que el de la estatal. Incluye un registro de lobis, pero que solo incluye a 3.075 empresas o entidades. Se han prohibido las donaciones anónimas a los partidos, pero sus fundaciones pueden recibir donaciones de empresas que trabajen para las administraciones. "Estamos muy controlados. Cosas que estaban muy mal hace años... ahora es diferente", aseguran en JxCat. "Ha habido un cambio de paradigma", sostiene un miembro del Govern. Y ha mejorado la conciencia ciudadana. "La crisis del 2008 fue un catalizador de la conciencia ciudadana sobre los daños que estaba haciendo la corrupción", explica Llinares.

Hace solo dos semanas, el Parlament celebró un pleno sobre corrupción, a instancias de Ciutadans. En el debate, los partidos se lanzaron los distintos casos de corrupción mutuamente. Tras ello, pactaron… la necesidad de un "pacto nacional" contra la corrupción y una ley de transparencia de partidos y fundaciones. En total se aprobaron 43 resoluciones. "El Parlament ha aprobado centenares de medidas de lucha contra la corrupción, algunas de las cuales vuelven a proponer algunos grupos en sus resolución", lo cual hace que este pleno sea "un mero trámite". Lo dijeron la CUP y los 'comuns'.

Retos pendientes

Levi opina que "se ha cambiado la percepción de muchas cosas, pero evidentemente queda mucho trabajo por hacer". Por ejemplo, una ley que traslade a Catalunya la directiva de la Unión Europea (UE) que protege la integridad de los llamados alertadores de casos de corrupción. Levi ha trasladado una propuesta que el Parlament está debatiendo.

Queda también pendiente un debate sobre las fuentes de financiación de los partidos y el papel de las fundaciones. La exedil González recuerda que "las administraciones pertenecen a la ciudadanía y no a los partidos" y reivindica la creación de parlamentos ciudadanos. 

Llinares pone más deberes: regular la figura del arrepentido, fijar la responsabilidad de vigilancia de los partidos sobre sus cargos, alargar el plazo de prescripción de los delitos y, sobre todo, cambiar la mentalidad. "La idea de que quien da negocio a una empresa tiene derecho a un tanto por ciento procede de una cultura tan arraigada, tan protocolizada en su impunidad, que extirparla es muy difícil", avisa el experto valenciano. "CiU nunca ha pedido disculpas", apostilla Levi.

Los conocedores del episodio del 3% nunca las han pedido. Y cuando hablan del núcleo de la cuestión, dicen: "Ibas a ver a uno y le decías 'hombre, este año habéis hecho obras, danos un dinerito'... esto lo hacían Convergència, el PSC, el PPUnió y el PSUC, no quedaba registrado en ninguna libreta, todos los partidos se han financiado irregularmente". "Nadie da nada gratis", concluye Llinares.