Mirador

Aguirre, la 'hooligan'

MARÇAL SINTES

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Sí, sí, es evidente que, con sus palabras sobre la suspensión de la final de la Copa del Rey,Esperanza Aguirre quiso, si se me permite utilizar una imagen futbolística, echar balones fuera. Es natural, pues se halla en el epicentro de los dos grandes escándalos político-económicos que estos días están causando amplia indignación.Aguirrees culpable -no solo ella, por supuesto- del colosal desastre de Bankia, entidad que aunó los pecados de los populares madrileños y los populares valencianos. Además, la presidenta nos escondió y escondió aMariano Rajoy que su déficit autonómico era el doble de lo dicho. Sus tejemanejes han hecho quedar fatal al jefe del Gobierno español ante Europa, los mercados y el mundo entero.

Para más inri, en su díaRajoyfichó como secretario de Estado de Administraciones Públicas al exconsejero madrileño de Economía y Hacienda,Antonio Beteta(el que dijo que los trabajadores públicos deben olvidarse del cafelito y de leer el periódico), quien algo debe saber de lo ocurrido con las cuentas deAguirre.

Todo ello puede explicar, no justificar, que la presidenta madrileña se enfunde el disfraz de bombero pirómano e insista en soltar cosas como que la pitada constituiría un delito, que sería un ataque a los españoles y que, si los del Barça y el Athletic no quieren jugar «la Copa de España», pues que no la jueguen y allá ellos.Aguirreestá cometiendo un acto de grave insensatez, como, a mi juicio, también los magistrados que han autorizado para antes del partido una marcha de la Falange para defender la unidad de España y denunciar el «aquelarre separatista» que, dicen en sintonía con la dirigente popular, supondrá elmatch.

La polémica queAguirreatiza funciona de perlas para enmarañar la actualidad y distraer la atención ciudadana, pero ello no significa que esté fingiendo o que no esté convencida de lo que dice. No. Lo que dice le conviene decirlo, pero es sincera. Expresa su idea de lo que es España. No es la primera vez: ¿se acuerdan cuando lamentó, ante la opa de Gas Natural, que Endesa pudiera abandonar «el territorio nacional»?

No hay más que escuchar a esta insigne representante de lo que podríamos llamar el aznarismo almodovariano para darse cuenta de que en su mapa mental España no incluye a catalanes y vascos, a quienes ve como extraños que cometen la desfachatez de entrar en su casa (Madrid-España) y, encima, mostrarse hostiles con sus símbolos. En el subtexto de las palabras de la condesa consorte, los catalanes y vascos songuirismal educados y faltones. Un esquema, el de los catalanes y vascos como no españoles, que quizá la capacite para entender mejor que nadie, si ella quisiera, la naturaleza del independentismo catalán y vasco. Todo es ponerse...