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La UE paga, pero ya no influye en el conflicto Israel-Palestina

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Israel ataca Gaza tras la ofensiva de Hamás

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Eliseo Oliveras

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La Unión Europea (UE) ha ido perdido influencia política en el conflicto Israel-Palestina, quedando su papel reducido a ser el principal proveedor de fondos para financiar la ayuda humanitaria palestina, el funcionamiento de la Autoridad Palestina y la construcción de infraestructuras básicas, que después Israel destruye de forma reiterada. La anterior responsable de la diplomacia europea, Federica Mogherini, explicó al Parlamento Europeo que solo entre 2009 y 2015, Israel había destruido infraestructuras financiadas por la UE por valor de más 2,7 millones de euros.

El retroceso de la influencia europea es fruto de la división interna con los países del Este cada vez más captados por Israel, la pérdida de su status de mediador neutral, su supeditación a las prioridades de Washington, su debilidad ante un Israel que depende del mercado europeo y su falta de firmeza ante una Autoridad Palestina desacreditada, que lleva 17 años sin celebrar elecciones legislativas y presidenciales.

En la actual confrontación, “la UE ha quedado demasiado marginada para ser escuchada”, reconoce el diplomático francés Pierre Vimont. El alineamiento con Estados Unidos ha hecho perder a la UE su credibilidad en el mundo árabe, su margen de maniobra y su positiva aportación conciliadora a la desescalada, señala el exministro de Defensa libanés Yacoub Sarraf. Israel, por su parte, estima que la UE y sus jefes diplomáticos son propalestinos.

Ayuda europea

Las divergencias públicas europeas esta semana sobre la ayuda a la población palestina tras el ataque de Hamás muestran que el objetivo de una UE geopolítica sigue distante. La Comisión Europea ya creó otro conflicto hace un año y medio cuando suspendió la ayuda a Palestina. En 2006, tras la victoria electoral de Hamás en los territorios palestinos, la Comisión Europea suspendió la ayuda antes de que los ministros de Exteriores europeos se pronunciaran y cuando se negociaba que Hamás aceptara una serie de compromisos respecto a Israel. Esto privó a la UE de una baza clave y endureció la actitud de Hamás.

El Consejo Europeo comenzó a defender la creación de un estado palestino en 1980 con la Declaración de Venecia, cuando la Comunidad Europea antecesora de la UE estaba formada por nueve miembros. Después de la Conferencia de Madrid de 1991, la UE participó activamente en las negociaciones multilaterales que condujeron a los Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995 entre Israel y la Organización de Liberación de Palestina (OLP). Estos acuerdos, con todas sus limitaciones y carencias, abrieron el proceso de paz y crearon un primer autogobierno palestino limitado sobre la franja de Gaza y parte de Cisjordania.

La UE continuó desempeñando un papel activo en el proceso de paz, intentado superar los obstáculos y generar un clima de confianza, mediante el nombramiento del embajador español Miguel Ángel Moratinos como Representante Especial europeo para Oriente Medio (1996-2003). Tras el estallido de la Segunda Intifada en septiembre de 2000, el entonces responsable de la diplomacia europea, Javier Solana, impulsó en 2002 una Hoja de Ruta para la Paz que culminaría con la creación de un Estado palestino en convivencia pacífica con Israel. El plan, con los cambios introducidos por EEUU, fue asumido por la ONU y Rusia, los otros dos miembros del Cuarteto de Oriente Próximo. Pero nunca se cumplieron los requisitos de la primera fase (fin de la violencia y de nuevas colonias israelíes) y los posteriores intentos de reactivar el proceso de paz han resultado infructuosos.

Dos estados

La UE sigue aferrándose en sus declaraciones en la solución de los dos estados (Israel y Palestina), aunque ésta se ha convertido en económicamente inviable, debido a la continuada expansión de las colonias israelíes en Cisjordania y Jerusalén Este, con el acaparamiento de las mejores tierras y acuíferos y la fragmentación y discontinuidad del territorio aún en manos palestinas.

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, desde su primera llegada al poder en 1996 tras el asesinato del impulsor del proceso de paz, Issac Rabin, por un ultraderechista religioso judío, emprendió una metódica política para recortar la influencia de la UE, como detalla el profesor Guy Harpaz de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Netanyahu se opuso desde el principio a los acuerdos de Oslo y rechaza la retirada israelí de Cisjordania. Netanyahu también ha estrechado lazos con la ultraderecha que gobierna Italia, Hungría y Polonia y cultiva a los países del Este opuestos a la inmigración musulmana.

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