Rivalidad

La guerra del Barça, una escaramuza muy catalana

Si Laporta y Rosell no cierran frentes, la que puede acontecer es de tal magnitud que amenaza con llevarse por delante a unos y a otros

Laporta demandará a Villarejo por acusarle de filtrar información para encarcelar a Rosell

Sandro Rosell en los juzgados de Plaza Castilla.

Sandro Rosell en los juzgados de Plaza Castilla. / José Luis Roca

Sergi Sol

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Rosell se lanzó a la yugular de Laporta en ‘El Matí’ de Ricard Ustrell a cuenta de la enésima revelación de Villarejo. Fue a por el mandatario 'culer' mientras simultáneamente parecía rogar por enterrar el hacha de guerra. La impostura era notable.

Todo muy contemporáneo y catalán. Como cuando Puigdemont pedía unidad a Junqueras mientras escribía un libro que iba a 'dejar a Junqueras por el suelo'. Es el clásico 'A Dios rogando y con el mazo dando'.

Claro que no puede decirse que Laporta no dijera a propios y extraños, durante años, quién era ‘Sandruscu’ y qué opinión tenía de él. Lo dejaba de vuelta y media cuando era este quien gobernaba el trasatlántico 'blaugrana' y Laporta (y sus exfieles de Junta) vieron como se agitaba sobre ellos la espada de Damocles de la responsabilidad patrimonial. Dos no se pelean si uno no quiere.

La rivalidad puede ser sana y, en no pocas ocasiones, imprescindible. La competencia es un aliciente para progresar y superarse. En todos los ámbitos. Pero puede también llegar a ser nociva. Muy nociva de hecho y con desgarradoras consecuencias cuando se lleva al terreno de lo personal. 

No es que esto sea privativo del fútbol o la política. Acuérdense del malogrado Santi Santamaria cargando contra Ferran Adrià. La guerra de dos cocineros increíbles. En este caso resuelta por KO a favor de Adrià. Cuando las victorias son por KO son menos dañinas. Para el que se impone, claro. Que se lo digan a ese Casado vapuleado por Ayuso.

Veremos también qué ocurre en la batalla de las ondas. Basté lleva años reinando en solitario en el Olimpo. Es Zeus. Solo que ahora con una confesada incomodidad tras la irrupción de un Ustrell que parece como si le hubiera tocado los bemoles con su ambición. Parte Basté con una enorme ventaja y un crédito ganado a lo largo de los años aunque Ustrell ya le está dando guerra. Incluso desde antes de debutar. A lo dicho me remito.

El caso Negreira

Ocurre que en lo del Barça ambos contendientes no pasan por su mejor momento. Jan es un fenómeno, una fuerza de la naturaleza. Pero le ha estallado el caso Negreira en los morros, gobierna una nave con más vías de agua que un queso gruyer. Y por si no fuera suficiente ha puesto en marcha unas obras faraónicas que no se sabe a ciencia cierta si tienen unos cimientos sólidos en manos de una empresa del país de Erdogan. O si, ¡Dios no lo quiera!, llevan al Barça a la quiebra. 

Laporta, Rosell y Bartomeu fueron un día una piña. Los segundos lo siguen siendo, afianzaron su relación contra Laporta. Y tras reinar, simultáneamente, arrastran un vía crucis tras de sí. En especial Rosell, que se comió dos años de cárcel por decisión de la jueza Lamela. Hoy, pese a la terrible injusticia que cometió, aupada al Tribunal Supremo. 

Para el tridente 'blaugrana' asoman nubarrones en el horizonte. Para todos. También para Laporta, pese a que disfruta su posición como nadie y trata de contradecir el dicho de que segundas partes nunca fueron buenas. Lo juicioso sería que hicieran de la necesidad -firmar una tregua sincera- virtud. Pero de lo dicho por Rosell ante Ustrell no puede sustraerse que vayan a fumar la pipa de la paz. Ni por estas, igual. Aunque puede que Jan esté en condiciones de ser magnánimo y compasivo. O que la situación requiera que lo sea. Para olvidar todo desaire, afrenta pasada o puñalada trapera. Que las hubo, por supuesto. 

De no ser así, si no cierran frentes, la que puede acontecer es de tal magnitud que amenaza con llevarse por delante a unos y a otros. Puede que alguien piense aquello de que no estamos tan mal y que no hay para tanto. ¡Ojalá! Pero puede también que estén ante el abismo o al borde ya del precipicio y que solo haga falta un empujoncito para acabar mucho peor que mal.

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