En los próximos 45 años

La Bolsa que fuimos… y la que necesitamos

Multimedia | De 1978 a 2023, más ricos, más ahorradores y más endeudados

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45 aniversario El Periódico

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Javier Hernani

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El mercado de capitales es un pilar esencial del desarrollo económico de España por su capacidad de canalizar importantes volúmenes de financiación a través de mecanismos que han ido mejorando en transparencia, eficacia y liquidez. La contribución de las Bolsas a la prosperidad del país y sus ciudadanos ha sido clave en el desarrollo del estado de bienestar del que disfrutamos. 

Mientras el país reabría su economía al exterior, la Ley del Mercado de Valores de 1988 sentaba las bases de una Gran Reforma. España fue uno de los primeros países en abandonar los corros y adoptar la contratación electrónica como hoy la conocemos. 

El ingreso en la Comunidad Europea y la convergencia al euro marcaron en los años 90 una de las etapas más vibrantes. Los inversores extranjeros no tardaron en llenar sus carteras de activos españoles para aprovechar el fulgurante crecimiento de nuestra economía. La reforma fiscal de 1992 fue definitiva para el desarrollo del “capitalismo popular”. Bancos y cajas se volcaron en comercializar fondos de inversión de deuda pública (Fondtesoros), mientras las OPVs de Endesa, Repsol, Telefónica y Argentaria se colocaban con fuerte sobresuscripción entre los minoristas. Ante esta fiebre, otras empresas privadas se animaron a salir a Bolsa. Los ciudadanos dejaron de ser simples ahorradores para convertirse en inversores. 

El siglo XXI arrancó con el atentado a las Torres Gemelas y la crisis de las puntocom, pero la Bolsa española supo recomponerse y el IBEX 35 alcanzaba su máximo histórico en 16.000 puntos a finales de 2007. En 40 años, el valor conjunto de mercado de los activos de renta fija y variable en España se había multiplicado por 800 y el PIB era más de 150 veces superior. Sin embargo, la quiebra de Lehman Brothers solo un año más tarde hizo que el sistema se tambaleara con efectos para España más duraderos de lo que entonces se podía imaginar. La crisis financiera e inmobiliaria, el colapso causado por la pandemia y una guerra a las puertas de Europa después, el IBEX 35 cotiza hoy a 9.500 puntos mientras la Bolsa americana sigue batiendo máximos históricos. Teniendo en cuenta los dividendos abonados, el IBEX 35 está un 24% por encima de los niveles de 2007.

El proceso de concentración bancaria y el rescate financiero post-Lehman destaparon desequilibrios estructurales en la rápida modernización de nuestra economía. La creación de mecanismos de financiación a la medida de empresas medianas y pequeñas (BME Growth, MARF) ha subsanado parte de ellas, al permitirles reducir su dependencia del crédito bancario. Sin embargo, los valores de mayor tamaño han perdido atractivo para los grandes inversores y esta tendencia puede seguir teniendo efectos muy nocivos a largo plazo si no se toman con urgencia las medidas necesarias. Una exigente carga regulatoria, un tratamiento fiscal poco propicio para la inversión y la pujanza de mercados como Estados Unidos o Asia han penalizado a nuestros activos cotizados en favor de otras Bolsas o alternativas de financiación como el capital riesgo, en un entorno más global, exigente, competido y fragmentado que nunca. 

Esta situación también afecta a otros mercados europeos, pero para España es urgente que legisladores, infraestructuras de mercado, emisores e inversores sumen sus fuerzas para recuperar una industria de valores que esté a la altura del potencial de nuestra economía y sea un pilar de aceleración del crecimiento sostenible que necesitamos para garantizar el bienestar de las nuevas generaciones. Este factor será esencial para afrontar retos tan importantes como la transición energética, el desafío demográfico o la sostenibilidad del sistema de pensiones. Solo los países con mercados de valores robustos estarán en condiciones de afrontarlos con éxito.