'Caso Negreira' o 'caso Barça'
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
La denominación de los casos judiciales en los periódicos acostumbra a surgir de los nombres que ponen los policías a sus operaciones de investigación, a veces en clave. El caso de la trama Gürtel de financiación ilegal del PP se corresponde al nombre en clave que utilizaron los investigadores ocultando la identidad del primer investigado, Francisco Correa, por la traducción de su apellido al alemán (gürtel). Quizás a veces deberíamos ser más cuidadosos y preservar nuestra independencia, también semántica, de la policía y de su lógica de investigación.
El denominado hasta ahora 'caso Negreira' ha dado un salto cualitativo. El juez ha considerado a los árbitros de fútbol una suerte de funcionarios públicos, de manera que ahora ya no investiga al FC Barcelona por corrupción entre particulares sino por "cohecho" además de extender las pesquisas hasta el primer mandato de Laporta. En la línea de la política más vetusta, el club sigue despachando el tema amparándose en la persecución de sus adversarios/enemigos. Las inoportunas declaraciones del presidente de la Liga, Javier Tebas, no hacen más que ayudar a alimentar esa tesis aunque tengan apariencia de lo contrario.
La realidad es que empieza a ser necesario plantearse si en lugar del 'caso Negreira' no deberíamos empezar a pensar en llamarlo el 'caso Barça'. Desgraciadamente, ya hubo un 'Barçagate'. Pero estamos hablando de unas prácticas presuntamente delictivas que afectan a los tres últimos presidentes de la entidad y que fueron puestas en marcha por el inmediatamente anterior que se libra porque los presuntos delitos están prescritos. Llamarle 'caso Barça' no presupone que no haya algo de persecución en la manera de investigar el caso, pero centra el problema.
Vayamos nuevamente a los hechos. El Barça reconoce que pagó a José Enríquez Negreira por informes sobre los árbitros de Primera División que se facturaban a precios millonarios poco o nada justificados porque, en algunos casos, eran verbales y, en todo caso, eran repetidos, porque cada temporada solo se renuevan dos o tres colegiados. Suena extraño que ningún socio se haya personado para acusar a Laporta, Bartomeu y Rosell de administración desleal. El juez anda ahora enmarañado en demostrar que los pagos a Negreira tenían contraprestaciones en las designaciones que se hacían o, peor aún, en la actuación de los árbitros en los partidos alterando el resultado de la competición. Si no logra demostrarlo, habrá que buscar cuál era el destino del dinero pagado por el Barça a Negreira. Es un camino complicado de seguir. Pero a este juez le gustan los imposibles como demostrar la injerencia de Rusia en el 1-O. Sea como sea esto es más el 'caso Barça' que el 'caso Negreira'.
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