Arquitecto
Juli Capella
Arquitecto
Urgencia de sombra urbana
Hay que convertir las ciudades en refugios climáticos
Sudan por igual negacionistas o concienciados por el cambio climático. El mundo se calienta. Las ciudades, como artificio de protección respecto a las inclemencias de la naturaleza que son, deben reconsiderarse para adaptarse a la nueva climatología. Cada geografía tiene sus peculiaridades, en el sur de Europa tenemos una larga tradición contra los excesos del sol. Se trata de combatir el denominado efecto isla de calor, donde la temperatura en las ciudades se incrementa con la acción antropogénica, a través de los vehículos y los equipos de refrigeración. De forma que, de noche, la conurbación sigue emitiendo calor en una diabólica espiral. Urgen cambios para convertir a la ciudad en un refugio climático. Está causando muchas muertes, ya no es una simple molestia social.
1. Pavimentos. El espacio urbano es principalmente pavimento, un 20% del total de su superficie. La piedra o el panot, y sobre todo el asfalto negro, atrapa el calor y se convierte en un potente radiador, que va soltando su energía calorífica durante horas. La temperatura de un parterre vegetal, respecto al pavimento tradicional, puede llegar a diferir en 15 grados. Y ayudar a reducir dos o tres grados la temperatura ambiente. Por tanto, toda desurbanización sea bienvenida, más tierra y nuevos materiales reflectantes, los denominados pavimentos fríos que, además, reducen el ruido del tránsito y mejoran la iluminación al ser más claros.
2. Copa o canopia vegetal. Sin duda es la mejor protección del peatón. Pero también de vehículos, pues les procura sombra en su desplazamiento. Y eso se consigue creando una frondosa capa arbórea. Toda radiación detenida en altura nos protege creando un microclima inferior. La reciente ley, aprobada por el Parlamento Europeo, de restauración de la naturaleza, obligará a crecer los espacios vegetales dentro de las ciudades. Un 10% de su superficie deberá ser verde en 2050. Estamos lejísimos.
3. Pérgolas. La arquitectura en general, pero especialmente la mediterránea –griega, romana e islámica–, se han caracterizado por su sabiduría en crear sombra. El elemento perfecto es la pérgola, una estructura artificial que se completa acogiendo la vegetación para ofrecer cobijo en verano, pero dejando pasar el sol en invierno, según la especie plantada. Ahora bien, no protege de la lluvia, para ello hay otras tantas tipologías, como los porches, galerías, marquesinas. También son el gazebo, glorieta, kiosco, veranda, cenador, templete, techado...
4. Patios. Es la configuración ideal para crear un microclima. Si se puede añadir vegetación y una fuente dentro, se refresca mucho el ambiente. Si al patio se le añade un porche tenemos un atrio. Que nos protege de la lluvia, que también se está convirtiendo en un visitante imprevisible y caprichoso.
5. Objetos de protección. Además de los objetos inmuebles, podemos utilizar una rica colección de objetos móviles: toldos, lonas, carpas, parasoles, sombrajos… Y finalmente hay sistemas de protección portátiles que lleva cada uno. El principal, la ropa, colores claros, tejidos transpirables, y algo de crema solar. Y no menos importante el calzado, pues está en contacto con el suelo caliente, que puede llegar a los 45º. Nada de suelas finas, mejor aislantes y tejidos transpirables. Y volver a la protección de la cabeza, la parte más atacada por el sol, especialmente gente calva o con mucho pelo. De forma inaudita, la costumbre de llevar sombrero –el nombre es elocuente–, se ha ido perdiendo. Apenas perviven gorras y viseras, eso sí triunfan las gafas de sol. También podemos llevar sombrillas, en Asia es usual que la gente pasee con sombrillas. Otro clásico milenario asiático, el abanico.
El tema de la sombra necesita revisarse como un bien urbano de primera necesidad, juntamente con la disposición de fuentes públicas, que alivian la sed y refrescan, y que han ido desapareciendo. Debería garantizarse que en todos los parques haya cobijo, no solo para la gente sentada, sino para cubrir los itinerarios de acceso y para las zonas de juegos de niños. Es triste ver como la mayoría de parques infantiles están estos días desiertos. Es imposible usarlos, queman, insolan, justo en verano cuando los niños más podrían disfrutarlos. ¡Qué mala sombra!
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