Infraestructuras

El aeropuerto insatisfecho

El Prat ya tiene una pista larga, solo que se infrautiliza para no incordiar a los vecinos

Aviones en la pista de despegue 25L , la que se pretende ampliar por la zona de la Ricarda, área protegida del Parc Natural del Delta del Llobregat , vistos desde el mirador de l’Illa Foto de Ferran Nadeu

Aviones en la pista de despegue 25L , la que se pretende ampliar por la zona de la Ricarda, área protegida del Parc Natural del Delta del Llobregat , vistos desde el mirador de l’Illa Foto de Ferran Nadeu / Ferran Nadeu

Sergi Sol

Sergi Sol

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AENA tenía su propuesta. Puigneró, el consejero de Junts que salió en cohete del Govern, la compró a pies juntillas como si ante sí hubiera aparecido Mr. Marshall. El Ejecutivo de Aragonès la rechazó. Con fundamento. El entonces vicepresidente Puigneró bajó la cabeza y nunca más se supo. Siguió con su proyecto de Nasa catalana.

Ocurre que a ciencia cierta no sabemos cuál es hoy la propuesta de marras del Govern. ¿Qué aeropuerto plantea? Y esa es una cuestión que el Govern debería poner sobre la mesa. Con concreciones. Y antes del final de la legislatura.

El 'president' Aragonès -un tipo concienzudo y meticuloso- fichó en noviembre de 2022 como director general de Asuntos Económicos y Fondos Europeos a un economista que ha hecho numerosas propuestas en este ámbito, entre otros. Miquel Puig, tras algunos artículos, incluso abordó la cuestión en un libro, ‘La ciutat insatisfeta’, un brillante ensayo.

Sin circunloquios, Puig desmentía tópicos como el colapso del Prat. Y centraba la cuestión en la necesidad de contar con una pista larga para que puedan operar los grandes aviones, poniendo énfasis -en primer lugar- que toda capital necesita un aeropuerto global si quiere competir en el contexto internacional. Y, acto seguido, concretaba: el déficit de El Prat está con el mundo emergente, la falta de conectividad con el Pacífico.

El suyo era un libro atrevido, conciso y esclarecedor. Excepto en un punto que trata de soslayo, como si pisara brasas ardiendo. El Prat ya tiene una pista larga, solo que se infrautilitza para no incordiar a los vecinos que construyeron sus casas junto al aeropuerto, a lo largo del recorrido de la llamada pista de montaña y sus 3.352 metros. Más que los que permitiría ganar la propuesta de AENA cargándose el humedal de la Ricarda.

Por tanto, ¿lo lógico no sería optimizar lo presente? Cuando además este presente es mejor que el futuro planteado: una nueva pista más corta que se carga un espacio protegido por la Unión Europea y que parece sostenerse en la necesidad de más turistas. Cuando El Prat es el sexto aeropuerto de Europa en viajeros. Y seguramente el 'top five' en turistas.

Lo razonable sería utilizar la pista larga, la de montaña, intentando minimizar las molestias a los vecinos afectados. Los que se hicieron una casa al lado del aeropuerto de Catalunya. Hay dos posibilidades, no incompatibles entre sí. La primera, la inversión técnica pertinente para minimizar el ruido a los vecinos afectados de Gavà y Castelldefels. La segunda, expropiación y consiguiente indemnización. Puig apunta la cuestión en su magnífico ‘La ciutat insatisfeta’ pero al final nos conduce a una solución híbrida sin garantías. Es decir, alargar la pista de mar como propone AENA pero menos.

La sostenibilidad requiere optimizar lo que ya tenemos. Sobre todo cuando lo que ya tenemos (pista de montaña) es manifiestamente mejor que lo que propone AENA, alargar 500 metros la pista corta (la de mar) siempre por debajo de la actual pista larga. Amén de un proyecto especulativo que para nada ayuda al difícil equilibrio que coexiste en ese Delta del Llobregat tan humanizado.

La Generalitat cuenta con un tipo audaz, con propuestas y con una idea de capital y de país muy clara. Solo hace falta atrevimiento, un empujoncito a Puig para dar rienda suelta a sus certeros instintos. Y dejar claro a Aena qué desea y necesita Catalunya. Porqué finalmente será Aena quien invierta y decida ejecutar la propuesta catalana. Si es que en Aena existe el atrevimiento suficiente para primar los intereses de todos por encima de las respetables incomodidades de unos pocos.

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